Cataluña rechaza flexibilizar las restricciones pese a la presión de los sectores económicos y culturales

La Generalitat asegura que la situación epidémica está “estabilizada” pero se mantiene a la expectativa ante el impacto que pueden tener sobre la curva los primeros 15 días con la restauración abierta

Numerosas personas hacen cola para entrar en una tienda de ropa en Barcelona, el pasado viernesAlejandro García (EFE)

Ni se abrirán los centros comerciales ni se ampliará el aforo de grandes espacios culturales como el Liceu de Barcelona. Por lo pronto, el Govern sortea la presión de algunos sectores económicos y rechaza flexibilizar las restricciones sociales impuestas. El Departamento de Salud asegura que la curva epidémica está “estabilizada”, pero en niveles muy elevados. El margen de maniobra si la situación se descontrola es mínimo y evitan precipitarse....

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Ni se abrirán los centros comerciales ni se ampliará el aforo de grandes espacios culturales como el Liceu de Barcelona. Por lo pronto, el Govern sortea la presión de algunos sectores económicos y rechaza flexibilizar las restricciones sociales impuestas. El Departamento de Salud asegura que la curva epidémica está “estabilizada”, pero en niveles muy elevados. El margen de maniobra si la situación se descontrola es mínimo y evitan precipitarse. Cataluña tendría que haber entrado este lunes en la fase 2 de su plan de desescalada, que contemplaba ampliaciones de aforo en la restauración, los comercios y la cultura. Sin embargo, el crecimiento de la velocidad de transmisión del virus obligó a retrasar el calendario de reapertura. La presión asistencial, además, persiste en los hospitales: hay 1.590 hospitalizados, 395 en cuidados intensivos.

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“Quedamos a la espera de la evolución de los próximos días de los indicadores epidemiológicos”, respondía este lunes el secretario general del Departamento de Salud, Marc Ramentol, a propósito de una eventual flexibilización de las restricciones sociales en la cultura o en el comercio. Los responsables del Liceu advirtieron este fin de semana de que un aforo reducido de 500 personas en este gran teatro hace inviable su actividad cultural y avisaron de que, si la situación no cambia, tendrán que suspender funciones de La Traviata. Según informó la comisión ejecutiva del Liceu, los departamentos de Cultura e Interior se comprometieron a mediar para que el Procicat, el órgano del Govern que coordina la respuesta a la pandemia, revisase el aforo. Ramentol, sin embargo, ha fiado cualquier decisión a la evolución de los indicadores epidemiológicos, que tampoco son boyantes.

Las patronales Foment Comerç y PIMEComerç también pidieron el pasado viernes al Govern que las tiendas situadas en centros comerciales puedan volver a abrir. Una petición sobre la que esperaban tener respuesta para poder abrir este lunes, pero que por ahora no ha sido contestada, explican. Estas patronales representas a comercio de tamaño medio y aseguran que de estos negocios dependen 35.000 personas, “que llevan 17 semanas de este año sin poder trabajar y quedan condenadas al cierre definitivo”.

Tras la decisión de posponer el paso a la fase 2, estas empresas expresaron su respeto a los criterios técnicos y sanitarios con los que se toman las decisiones que afectan a la actividad económica, pero entienden que es un “agravio comparativo que pueda abrir una parte del comercio y otra no, solo por el tipo de establecimiento donde esté ubicado”. Desde la patronal Comertia, que agrupa a las empresas familiares de Retail, su presidente, David Sánchez, precisa: “Si los datos no permiten pasar de fase 1 a fase 2, es objetivo que la limitación de aforo no es motivo o causa para poder abrir las tiendas de los centros comerciales, si el aforo de los locales es del 30% y de las zonas comunes del 20%”. Pese a las quejas del sector, Ramentol insistió en que cualquier cambio dependerá de la evolución epidemiológica.

De hecho, la velocidad de transmisión del virus (la Rt, que mide a cuántas personas contagia, de media, un positivo) se mantiene en 0,99, rozando el valor de 1, que es el umbral que marcan las autoridades para controlar la expansión de la epidemia. Si llega a 1 significa que un infectado ya contagia a otro, por lo que el riesgo de que la transmisión se descontrole es mayor. La incidencia acumulada en 14 días, no obstante, mantiene su tendencia a la baja y se sitúa en 218,80 casos por 100.000 habitantes. Pero el Govern se mantiene a la expectativa: el impacto de la reapertura de la restauración, la cultura y el deporte, iniciado hace dos semanas, empezará a cristalizarse en la curva epidémica en los próximos días. De esta evolución dependerá el paso adelante —o atrás— del Ejecutivo catalán en su plan de desescalada.

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Cataluña vuelve así a esa situación de calma tensa que protagonizó el pasado verano. “Tenemos una situación asistencial con bastante presión. No podemos tener mucho margen de actuación si sube el número de casos como subió al inicio de esta segunda ola”, ha admitido el coordinador de la Unidad de Seguimiento de la covid-19, Jacobo Mendioroz. En apenas 24 horas, el número de hospitalizados e ingresos en la UCI ha subido ligeramente.

Si la velocidad de transmisión sigue aumentando, el número de contagios diarios, que todavía baja muy ligeramente, empezará a repuntar de nuevo. Y todo ello, en un contexto complejo: con el puente en marcha y las Navidades, época de más movilidad e interacciones sociales, a la vuelta de la esquina. “Esta pandemia nos ha demostrado que hace giros de guion. Trabajamos con unos escenarios a principios de la semana pasada y a mediados de semana, los tuvimos que cambiar. Nuestra intención declarada es compaginar la represa de la actividad económica y social con la contención de la pandemia”, ha justificado Ramentol. El Govern teme una tercera ola a partir de enero.

Adherencia a la cuarentena

Lo que han celebrado Mendioroz y Ramentol es que, en los últimos meses, han mejorado el sistema de rastreo y seguimiento de casos y contactos. Los altos cargos de Salud han asegurado que los contactos estrechos de un positivo ya reciben una llamada a las pocas horas de detectar al infectado y la adherencia a las cuarentenas, que a principios de septiembre rozaba el 60%, es ya del 73%.

“Estamos trabajando el análisis riguroso dónde y cómo se producen los contagios”, ha asegurado Mendioroz. EL 43% de los positivos, de hecho, no saben dónde se han podido infectar. “Las personas que lo saben, es porque se han contagiado en el domicilio o saben que hay un caso positivo en su entorno. Pero hay personas que han tenido varias salidas, como ir al trabajo, y no lo saben. Lo que estamos haciendo es ir a buscar este porcentaje de personas que no saben dónde se han podido contagiar, encontrarlos y cortar cadenas de transmisión”, ha explicado Mendioroz.

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