Una historia de historias de cine

La Acadèmia del Cinema Català edita un catálogo digital, elaborado por Toni Vall, con las 13 salas cinematográficas centenarias que aún funcionan en Cataluña

Representantes de las 13 salas de cine centenarias homenajeadas por la Acadèmia del Cinema Català, este martes, en la Sala Mozart de Calella.Joan Sánchez

A cualquiera podría parecerle que 13 salas de cine con más de 100 años de antigüedad son pocas. A Toni Vall, periodista especializado, le parecen muchas. Se ha pasado los últimos meses buceando en listados interminables de cines de Cataluña, hablando con responsables de salas antiguas, con historiadores de la materia, con venerables aficionados al séptimo arte para elaborar el catálogo Cinemes Centenaris de Catalunya, que le encargó la Acadèmia del Cinema Català y que se ha presentado este martes en la centenaria Sala M...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

A cualquiera podría parecerle que 13 salas de cine con más de 100 años de antigüedad son pocas. A Toni Vall, periodista especializado, le parecen muchas. Se ha pasado los últimos meses buceando en listados interminables de cines de Cataluña, hablando con responsables de salas antiguas, con historiadores de la materia, con venerables aficionados al séptimo arte para elaborar el catálogo Cinemes Centenaris de Catalunya, que le encargó la Acadèmia del Cinema Català y que se ha presentado este martes en la centenaria Sala Mozart de Calella de Mar (Maresme), coincidiendo con el Día Mundial del Patrimonio Audiovisual. “Cuando me puse manos a la obra pensé que serían muchas menos salas, seis o siete… porque no se trata de espacios que ofrezcan una película de tanto en tanto sino de salas en activo en el circuito comercial, que funcionen con regularidad”, comenta Vall. “Me llevé una grata sorpresa, la verdad”. Las 13 salas recibieron una placa conmemorativa por parte de la Academia catalana.

Más información

El encargo de la academia ha sido un regalo para Toni Vall. “Para mí es un acto de militancia, de conciencia patrimonial y de civismo”, dice. El catálogo, en formato digital, está repleto de fotografías cautivadoras de todas las épocas, en las que vemos cines con Gordinis aparcados en la acera, o carruajes en la puerta, carteles anunciando Lo que el viento se llevó, patios de butacas de madera, cinematógrafos en pequeñas salas de proyección, pianos a pie de escenario… Y, sobre todo, repleto de anécdotas: “Es una historia de historias, de avatares, de cierres, de reaperturas, de luchas vecinales, de curiosidades, de clandestinidad y de censura”, explica Toni Vall.

Entre las mil y una curiosidades, nos sorprendemos con los altavoces que ponían en el Centro Parroquial de Argentona retransmitiendo la jornada de fútbol para atraer al público adulto en los duros años 40; o con Jaume Reniu, proyectista de esa misma sala, que hizo un montaje con los cortes que obligada la censura: 12 minutos llenos de besos, miradas y actitudes indiscretas para la época: “No se sabe si se proyectó en una emotiva sesión como la de la película Cinema Paradiso”, escribe Vall. Pasan también por las páginas digitales del catálogo luchas vecinales, como las que no pudieron evitar la demolición del Imperial de Sabadell pero sí lograron su reconstrucción; la vinculación del médico, político y luego alcalde de Barcelona Doctor Robert, a finales del siglo pasado, con el Casino Camprodonense que luego fue (y sigue siendo) el Casal Comprodoní; la relación obligada de los dos cines centenarios de Sitges con el Festival de Cine Fantástico de la localidad.

Arcadi Lluís Salom, nieto del primer propietario de la actual Sala Mozart, en Calella, ejerció de anfitrión del homenaje y explicó, entre otras, la graciosa anécdota de que la empresa propietaria bautizó aquel espacio (ahora todavía conocido en el pueblo como Can Salom) con el retorcido, curioso y químico nombre de Antiplástico cromolístico electro serpentigraf. Con todas las letras: “Era una manera de llamar la atención, pero luego la gente, que bien que recordó el supercalifragilísticoespialidoso de Mary Poppins, se olvidó del nombre de la Sala Mozart”, dijo Salom, en tono de broma.

La Sala Mozart, en una imagen antigua que aparece en el catálogo.

Era tiempos en los que los cinematógrafos eran itinerantes, pasaban de sala en sala. Nada que ver ya con nuestra época digital. “El momento actual convierte este catálogo en un homenaje a la resistencia”, considera Toni Vall. “Ahora que la cultura está siendo constantemente torpedeada, ahora que el interés político por la cultura es casi cero, estos cines demuestran que son son patrimonio de ciudades y de pueblos sometidos al capricho destructor del mercado y a la especulación”, se queja. Y concluye: “La gente que va al cine es parte de la historia y la cultura de un país. Si no se entiende esto, tenemos un problema”.

Sitges, con dos, la ciudad con más salas centenarias

Al leer la lista de las 13 salas de cine con más de un siglo a cuestas en Cataluña, sorprende que solo haya una en Barcelona, el cine Bosque, y no tanto que la única población con más de una sea precisamente Sitges, cuna del cine fantástico. Los cines centenarios de Cataluña, a los que poco a poco se irán añadiendo nuevas (viejas) salas, son: Centre Parroquial, de Argentona (1914); Cine Bosque, de Barcelona (1906); Sala Mozart, de Calella de Mar (1904); Casal Camprodoní, de Camprodon (1907); Cinema La Calàndria, de El Masnou (1910); Cinema Mundial, de La Bisbal d’Empordà (1914); Foment Mataroní, de Mataró (1910); Teatre Cinema Comtal, de Ripoll (1917); Cinemes Imperial, de Sabadell (1911); Casino Prado, de Sitges (1911); El Retiro, de Sitges (1908); Cinemes Catalunya, de Terrassa (1916); Cinema Catalunya, de Ribes de Freser (1900).

Sobre la firma

Archivado En