Las navieras aplazan el retorno de los cruceros por miedo a rebrotes
La actividad deja anualmente más de 1.000 millones de euros en Barcelona y genera 9.000 puestos de trabajo
En el excepcional verano con pocos turistas que vive Barcelona este año por el coronavirus, el sector, además de todo lo que ha perdido en los meses previos, echa de menos especialmente a un tipo de turismo: el de los cruceros. El precedente de los primeros meses de la pandemia, cuando varios de estos barcos aplicaron cuarentena en el mar ante la prohibición de entrar en ningún puerto, hace que las navieras no se planteen por ahor...
En el excepcional verano con pocos turistas que vive Barcelona este año por el coronavirus, el sector, además de todo lo que ha perdido en los meses previos, echa de menos especialmente a un tipo de turismo: el de los cruceros. El precedente de los primeros meses de la pandemia, cuando varios de estos barcos aplicaron cuarentena en el mar ante la prohibición de entrar en ningún puerto, hace que las navieras no se planteen por ahora retomar las rutas. Según la Autoridad Portuaria de Barcelona (APB) esta actividad deja anualmente 1.083 millones de euros en la ciudad y ocupa a 9.056 trabajadores.
Si hay un turista que se extraña este verano en lo que normalmente es la selva barcelonesa de agosto, este es el crucerista. Desorientado y con pocas horas por delante para absorber de golpe todo lo que la ciudad puede ofrecer antes de volver al barco, aparecía normalmente en las inmediaciones de la estatua de Colón, en la Rambla, quizá pensando, como el escritor David Foster Wallace, por qué se ha embarcado en Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer. Quien conoce bien el tipo de turista que es, y lo que vive cuando llega a la ciudad, son los guías turísticos, los primeros que se encuentran con ellos. “Ya bajan del barco muy cabreados: han comprado un paquete familiar para ir en crucero, pero una vez han embarcado se dan cuenta de que todos los extras son carísimos. Además, cuando llegan a un puerto para hacer escala, tienen poco tiempo para verlo todo y van muy estresados”, explica Joan, extrabajador del bus turístico de Barcelona. “Y cuando bajan del crucero, lo primero que tienen que hacer es volver a pagar, esta vez por un transbordador que les lleve desde el amarre hasta la ciudad. Y entonces es cuando encuentran con el bus turístico, 30 euros por cabeza. Están cansados de pagar, pero saben que, con el poco tiempo que tienen, es lo único que pueden hacer”, añade.
Este turismo que dura unas pocas horas y tensiona el centro turístico ha cosechado muchas críticas, pero es importante para el sector. Solo el año pasado llegaron 1,2 millones de personas por mar, que además tienen más tendencia a gastar que los demás turistas. Según el último estudio sobre el impacto de los cruceros en la ciudad, elaborado por la Universidad de Barcelona con datos de 2016, cada crucerista gasta una media de 518 euros, un 20% más que el resto. Los cruceros, según este estudio, dejan una contribución en el PIB de 562 millones de euros.
Todo ello, de momento, forma parte del pasado. La pandemia paralizó esta actividad como todas las demás actividades turísticas. Hasta el 30 de junio el puerto de Barcelona ha recibido solo 198.842 pasajeros, un 84,4% menos que el mismo periodo del año anterior, y 58 escalas, un 83% menos. Pero es que, además, mientras otras actividades van recuperándose, esta está paralizada “hasta nuevo aviso”. “Estamos trabajando de la mano con las compañías de cruceros y con toda la comunidad de cruceros en Barcelona para que, cuando se levanten las prohibiciones al tráfico de cruceros en España, se puedan garantizar las máximas medidas de seguridad para pasajeros, trabajadores y la población de la ciudad”, señala una portavoz de la autoridad portuaria, cuya presidenta es Mercè Conesa.
El puerto, en previsión, ha preparado diversos protocolos para garantizar las medidas de seguridad en las terminales y en las operaciones en tierra. Pese a ellos, admiten que “la fecha de retorno a las operaciones de los cruceros es muy incierta”. “Pese a que las compañías hace tiempo que tienen fechas de retorno previstas, estas se van posponiendo, primero por las limitaciones legales que encuentran en los distintos países, y segundo por los posibles rebrotes que puedan surgir en las destinaciones que visitan”, añade la portavoz.
La pelota está, por tanto, en el bando de las navieras, que se resisten a poner fecha al retorno a las operaciones. Norwegian Cruise Lines, una de las compañías con más peso en el puerto de la capital catalana (cuenta con ocho trayectos que salen desde Barcelona), obtuvo en el segundo trimestre de este año unas pérdidas de 715 millones de euros. Mientras en el resto del mundo otras compañías como AIDA han reanudado las operaciones (pese a cancelar las primeras que anunció), Norwegian no ve todavía cercano el momento de volver. Lo ha ido aplazando hasta la actual fecha prevista de regreso, el 31 de octubre de 2020, sujeta a cambios si lo requiere la situación sanitaria. “Los detalles con respecto a la reanudación de las operaciones los irán anunciando en su debido momento”, explica una portavoz. Lo mismo ha ocurrido con las demás compañías.
El objetivo de las navieras ahora es establecer protocolos para cuando puedan zarpar. Norwegian hará pruebas PCR, reforzará el personal médico y los tratamientos farmacológicos, y ha implementado medidas para reembolsar el dinero si se compran ahora los billetes para viajes futuros. Crystal Cruises ha anunciado que destinará parte de los camarotes a salas de aislamiento por si hay contagiados. Tui, por su parte, ha reducido la capacidad de sus buques. Pese a emprender medidas y buscar un protocolo común, la fecha sigue en el aire.