Los partidos de la muerte

La extrema derecha tratará de aprovechar el malestar social provocado por la pandemia para impulsar una regresión democrática. Se aproxima una gran batalla ideológica por los marcos mentales de la crisis

El muro que separa los Siete Reinos de las tierras salvajes, en la serie 'Juego de Tronos', en una imagen de promoción.

Mientras Europa y China van saliendo del confinamiento, el coronavirus se extiende por América y el resto del mundo a razón de 150.000 contagios nuevos cada día. La pandemia no ha terminado y la crisis económica apenas ha comenzado. Conforme los organismos internacionales constatan que lo peor está por llegar, las seguridades se derrumban y los mandatarios del mundo exhalan un estado de ánimo parecido al de los señores de la guerra de Juego de Tronos ante la llegada ...

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Mientras Europa y China van saliendo del confinamiento, el coronavirus se extiende por América y el resto del mundo a razón de 150.000 contagios nuevos cada día. La pandemia no ha terminado y la crisis económica apenas ha comenzado. Conforme los organismos internacionales constatan que lo peor está por llegar, las seguridades se derrumban y los mandatarios del mundo exhalan un estado de ánimo parecido al de los señores de la guerra de Juego de Tronos ante la llegada del temido largo invierno.

Lo que se acerca, de momento, es una gran batalla ideológica. Hasta ahora ha triunfado de algún modo la respuesta humanista a la crisis: las vidas antes que la economía. Proteger a los más vulnerables fue la consigna que se impuso ante los primeros titubeos acerca de si estaba o no justificado detener la economía para evitar muertes. Ese debate va a volver. Las prisas por salir del confinamiento delatan una creciente presión para reorientar el discurso, especialmente de cara a una segunda posible segunda oleada en otoño.

Gestionar políticamente la crisis económica puede ser más complicado que gestionar la pandemia. Con todas sus limitaciones, la ciencia médica es más segura que la económica y la batalla por redefinir los marcos mentales de esta crisis ha empezado ya. Angela Merkel lo ha advertido con su habitual lucidez: “No debemos ser ingenuos. Las fuerzas antidemocráticas y los movimientos radicales autoritarios están esperando una crisis económica para utilizarla políticamente”. El PP se lo barrunta y por eso se pone a rueda de la estrategia crispante y mentirosa de Vox.

Esas fuerzas intentarán aplicar la misma estrategia que en la recesión de 2008, pero esta vez no podrán decir que la crisis es consecuencia de haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Al contrario, la pandemia pone al descubierto las fragilidades de un sistema que aumenta las desigualdades. En 2008 el presidente francés Nicolas Sarkozy llegó a decir que había que refundar el capitalismo. Ahora Emmanuel Macron ha creado una comisión. Los 26 economistas que la componen han recibido el encargo de plantearse nada menos que repensar el mundo. Si alguna cosa tiene Macron es olfato político. Sabe en qué dirección sopla el viento y el viento trae ahora un rumor de cambio y contestación que puede convertirse en huracán.

Si hace unos años se repetía que no había alternativa al capitalismo, ahora se constata que en su actual deriva nos aboca al desastre social y ambiental. Ha sido un golpe observar que a pesar de haberse paralizado la economía, las emisiones de gases de efecto invernadero apenas se han reducido en un 17%. ¿Qué habrá que hacer para eliminar el restante 83%? De momento se ha destinado alrededor del 10% del PIB global a paliar sus efectos inmediatos del parón económico, pero informes de la Reserva Federal norteamericana prevén que el desempleo escale hasta el 30%, algo inimaginable hace solo unos meses. No se sabe cuántas de las empresas en crisis podrán recuperase. La digitalización se acelera y ahora se plantea con más claridad que el actual sistema de reparto del trabajo y de redistribución de la riqueza no permite una respuesta equitativa a la crisis.

En la batalla que viene se medirán las fuerzas de uno y otro lado del muro. En su libro La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre, Naomi Klein sostenía en 2007 que las políticas económicas promovidas por Milton Friedman y el neoliberalismo se habían impuesto en Occidente porque habían sabido aprovechar las crisis para impulsar los cambios estructurales que han dado lugar al actual sistema. El sociólogo y activista norteamericano Peter Frase escribe en Jacobin que ha llegado la hora de contraponer un “socialismo del desastre” a ese “capitalismo del desastre” que practica el neoliberalismo, y plantear la crisis causada por la pandemia y la emergencia climática como un revulsivo para impulsar un cambio de sistema. “A medida que se intensifica la pandemia de Covid-19, en la disyuntiva entre pérdida de ganancias y pérdida de vidas, nuestras clases dominantes eligen la muerte”, escribe sobre la gestión de Trump. En su libro Cuatro futuros, Frase sostiene que la pregunta no es si el capitalismo puede salvarse, porque no puede, sino cuál de los escenarios posibles acabará imponiéndose. Según el autor, la izquierda debe pasar a la ofensiva con propuestas de cambio que ahonden en las políticas de justicia social, políticas radicales en el sentido de ir a la raíz del problema. Y considera urgente hacerlo porque esta no es la única solución radical que se ofrece. La de los partidos de la muerte también lo es.

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