“Si Gomer fuera perfecto, no sería maravilloso”

Este jueves es el Día Mundial del Perro Guía, un animal que está sufriendo el confinamiento más que los otros perros

Susi, vecina del barrio de Sants, con su perro Gomer.MASSIMILIANO MINOCRI

Susi Páez (66 años) sentía terror hacia los perros y llevar el bastón blanco no la convencía. Un verdadero problema para una persona ciega de nacimiento, como ella. Superó lo del perro y, desde los 20 años, ha vivido con un perro guía. Gomer, un labrador canela que se lleva todo su cariño, ha pasado a ser parte de ella. “Es más que uno más en la familia”, dice. “Si un día salgo a la calle sin él, es como si me faltara mi lado izquierdo”. Hoy, Día Mundial del Perro Guía, es, de alguna manera, un día especial para Gomer.

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Susi Páez (66 años) sentía terror hacia los perros y llevar el bastón blanco no la convencía. Un verdadero problema para una persona ciega de nacimiento, como ella. Superó lo del perro y, desde los 20 años, ha vivido con un perro guía. Gomer, un labrador canela que se lleva todo su cariño, ha pasado a ser parte de ella. “Es más que uno más en la familia”, dice. “Si un día salgo a la calle sin él, es como si me faltara mi lado izquierdo”. Hoy, Día Mundial del Perro Guía, es, de alguna manera, un día especial para Gomer.

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Sin embargo, no será el mejor día de su vida. Gomer lleva mal el confinamiento. “Lo saco a primera hora para que corra en la plaza de Sants y que haga sus necesidades, pero trabaja muy poco”, explica Susi, una telefonista jubilada y divorciada que vive sola con el perro en Barcelona. “Normalmente estamos fuera todo el día hasta entrada la tarde: voy al gimnasio, a comprar, a pasear con amigas… Ahora, en cambio salimos muy poco, la compra me la hace mi hija y me la trae a casa”.

El estado de alarma afecta particularmente a las personas ciegas y a sus lazarillos. “El principal problema ahora es que no podemos mantener la distancia de seguridad, ni el perro ni yo podemos calcularla”, explica Susi. “Por eso pedimos a la gente que mantenga la ayuda que siempre nos brinda por la calle o en las tiendas, pero verbalmente: que nos digan a qué distancia estamos en una fila, porque lo de tocarnos o cogernos por el brazo no es lo ideal, ahora”. El delegado de la ONCE en Cataluña, Enric Botí, insiste en la importancia de la ayuda de la gente: “El confinamiento no ha de suponer una barrera más para nosotros”, declara. “Se trata simplemente de que la ayuda, que es un instinto en las personas, se haga verbalmente”

Gomer, uno de los 189 perros guía que acompañan a personas ciegas en Cataluña, llegó a casa de Susi con 20 meses, en octubre de 2014, cuando Ozzy, su anterior lazarillo, se jubiló. Los perros pertenecen a la escuela de adiestramiento de la Fundación ONCE del Perro Guía pero, cuando dejan de prestar servicio, el usuario tiene derecho a quedárselo. “Yo he tenido ya seis perros guía y me los he ido quedando, pero a Ozzy ya no pude porque ya vivía sola y me paso el día fuera. Pero estoy contenta porque se lo quedó una vecina y… digamos que tenemos la custodia compartida”.

Tras unos 16 o 20 meses de adiestramiento, cuando un perro llega a su nueva casa necesita un tiempo de adaptación. “Entre seis meses y un año”, dice Susi. “Viene de convivir con gente que ve y se tiene que hacer cargo de que yo no veo. Esa es una responsabilidad muy grande que toma en cuanto le pongo el arnés. Eso quiere decir que le toca trabajar, es decir, hacerse cargo de mí”. Susi quiere dejar clara una cosa: “Ojo, te acompaña, pero lo llevas tú. Él conoce muchas rutas, pero no tiene un GPS. Cuando hago una ruta que no he hecho nunca, me escucha, lo oriento… y a menudo me toca preguntar a la gente, claro”. Igualmente importante es no demostrarle inseguridad: “Tu estado de ánimo es crucial, si te nota nerviosa él también se pone nervioso”.

La relación entre persona y perro es estrechísima. “No se acostumbra a estar sin mí, y es una cosa recíproca”, asume Susi, que pasa la mayor parte del tiempo con Gomer. Sin embargo, con todas las capacidades que demuestran, tampoco son perfectos: “A ver, son muy clasistas. Se paran a saludar solo a otros perros de su raza, pero si uno le hace gracia, se para y lo huele o lo saluda. ¡Faltaría más! No son perfectos, pero es que si lo fueran ya no serían maravillosos”.

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