Manos nuevas en el Banco de los Alimentos

Un centenar de personas se ofrecen como voluntarias en la fundación ante la emergencia sanitaria

Luigi Cojazzi (43 años) y Sara Zamana (38 años), voluntarios en el Banco de los Alimentos.Albert Garcia Gallego

Luigi Cojazzi cambió las teclas de su ordenador por cargar sacos de comida en un almacén. Italiano de 43 años, vive desde hace una década en Barcelona y trabaja como traductor literario. Un empleo que tuvo que dejar en reposo hace unas días por el estado de alarma decretado en España por la crisis del coronavirus. No quiso quedarse en su hogar de brazos cruzados. Cojazzi es una de las casi 100 personas que ahora se han ofrecido como voluntarios en el Banco de los Alimentos, una fundación que reparte comida a gente en situación d...

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Luigi Cojazzi cambió las teclas de su ordenador por cargar sacos de comida en un almacén. Italiano de 43 años, vive desde hace una década en Barcelona y trabaja como traductor literario. Un empleo que tuvo que dejar en reposo hace unas días por el estado de alarma decretado en España por la crisis del coronavirus. No quiso quedarse en su hogar de brazos cruzados. Cojazzi es una de las casi 100 personas que ahora se han ofrecido como voluntarios en el Banco de los Alimentos, una fundación que reparte comida a gente en situación de precariedad alimentaria en Cataluña. La ayuda no se detiene, incluso en los tiempos de pandemia.

Cojazzi ya conocía la organización. Pero un anuncio que escuchó en la radio, en el que se informaba que buscaban manos extras en el proyecto, fue lo que le animó a participar activamente. Desde hace dos semanas coloca cajas de pasta, arroz y patatas en palés de los 70.000 kilos de comida que salen cada día del banco. “Es un momento agradable del día porque te da la oportunidad de salir de casa para hacer algo útil”, señala Cojazzi. El traductor comenta que no consideró volver a su región Véneto, unas de las zonas más afectadas en Italia, para evitar poner en riesgo a sus padres. Su granito de arena lo aporta desde aquí.

En la fundación catalana trabaja una decena y media de empleados y colaboran unos 270 voluntarios; muchos están desempeñando su labor desde sus hogares ya que son adultos mayores. El responsable de Logística del Banc dels Aliments, Oriol Dolader, detalla que se han sumado a la iniciativa—desde el inicio de la emergencia sanitaria— 98 nuevas personas. Los perfiles son variados; trabajadores extranjeros que residen en la ciudad, estudiantes catalanes o, incluso dos turistas estadounidenses que se quedaron atrapados en la capital catalana. “Se les ha recomendado a los voluntarios mayores quedarse en sus casas“, añade.

El responsable describe que los voluntarios reciben formación y protección (mascarillas, guantes de plástico) para evitar contagios. Con una media de 110.000 atendidos cada mes, la organización no ha parado sus actividades en cuarentena. Hace dos semanas, sin embargo, solo se presentaron el 75% de las entidades previstas a recoger alimentos. El reparto no se detiene y la entidad ha habilitado un apartado en su página web donde reciben donaciones. “Pedimos recursos para poder disponer y afrontar las necesidades que van cambiando día a día”, explica su presidente, Lluís Fatjó-Vilas.

Sara Zamana, de 38 años, es otra de las personas que se han acercado al proyecto en las últimas semanas. La mujer, también italiana, trabaja en una agencia de comunicación. Se enteró de que en el Banco de los Alimentos estaban “buscando refuerzos” gracias un amigo. “Vivimos un momento muy importante. Se respira una energía en el lugar. Entre los voluntarios veo unas ganas y compromiso de ayudar que es sorprendente”, asevera. Zamana acude al almacén tres veces por semana y ayuda en la carga y descarga de los víveres. Cuando todo regrese la normalidad, volverá a su empleo. Aunque no descarta seguir en contacto con la fundación desde su trabajo y el sector empresarial que la rodea.

Los voluntarios

Nombres. Luigi Cojazzi (43 años) y Sara Zamana (38 años).

Profesiones. Traductor literario y trabajadora en una agencia de comunicación.

Qué hacían antes de la crisis. Cojazzi trabaja desde su hogar. Es autónomo y vive en Barcelona desde hace 12 años. La agencia que emplea a Zamana también organiza eventos corporativos.

Qué harán cuando acabe la crisis. “Lo primero que voy a hacer es salir a correr. Como muchos runners estoy extrañando eso”, asegura Cojazzi. Zamana, por su parte, volverá a su empleo y procurará estar más en contacto con voluntariados.

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