Pasarela al éxito de Canillas de Aceituno: el puente colgante dispara el turismo y la economía en un pequeño pueblo de Málaga

Dos años después de la instalación de la infraestructura a las afueras, el municipio malagueño ha aumentado un 10% la población e impulsado los negocios

Varias personas cruzan el puente de El Saltillo, en Canillas de Aceituno (Málaga).Garcia-Santos

Un par de vecinos de Canillas de Aceituno (1.704 habitantes, Málaga) piden un bocata de lomo con una cerveza en el bar El Picota Andaluz. Son cerca de las 10 de la mañana. Tres residentes británicos beben té en la terraza y un grupo de personas vestidas con ropa de la marca Quechua apuran sus cafés. Son holandeses. Se preparan para recorrer una ruta senderista que vieron en internet. “Estamos de vacaciones y teníamos muchas ganas de venir”, asegura uno de ellos, Mathias Janssen, de 30 años. En el móvil, mira ...

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Un par de vecinos de Canillas de Aceituno (1.704 habitantes, Málaga) piden un bocata de lomo con una cerveza en el bar El Picota Andaluz. Son cerca de las 10 de la mañana. Tres residentes británicos beben té en la terraza y un grupo de personas vestidas con ropa de la marca Quechua apuran sus cafés. Son holandeses. Se preparan para recorrer una ruta senderista que vieron en internet. “Estamos de vacaciones y teníamos muchas ganas de venir”, asegura uno de ellos, Mathias Janssen, de 30 años. En el móvil, mira el camino que llega al puente colgante de El Saltillo, inaugurado en octubre de 2020. En estos dos años, la ruta ha revolucionado el pueblo. Más de 120.000 visitantes han disparado el turismo y la economía está al alza. Desde la llegada de la espectacular infraestructura, esta pequeña localidad ha ganado 300 habitantes, un hotel, un restaurante, una tienda y una carnicería en el mercado municipal. Cuando José Luis Pérez lleva la cuenta a los visitantes holandeses, relata que la terraza se llena con frecuencia y la facturación se ha triplicado gracias a la pasarela. “Ha sido un bombazo”, confirma.

En octubre de 2020, Canillas de Aceituno hacía realidad uno de sus proyectos más ambiciosos. En época de restricciones y fases de apertura por el coronavirus, el viaducto de El Saltillo quedaba abierto al paso. Con 50 metros de longitud y altura sobre el río Almanchares, permite llegar hasta Sedella (592 habitantes). La instalación forma parte de La Gran Senda de Málaga —una ruta circular que recorre toda la provincia— y fue imaginada por el alcalde de Canillas, Vicente Campos (PP). Su espejo era el Caminito del Rey y sus pasarelas de vértigo por el Desfiladero de los Gaitanes, en Ardales (2.518 vecinos).

Varios turistas comen en el restaurante La Sociedad, especializado en chivo.Garcia-Santos

“Pensé que nosotros teníamos una zona similar y un cañón precioso. ¿Por qué no podíamos hacer algo parecido?”, recuerda Campos. La Diputación Provincial de Málaga, entonces presidida por Elías Bendodo —hoy coordinador general del PP— dio su apoyo para financiar la obra. Hicieron falta cuatro años para salvar unos trámites administrativos que fueron complejos, porque el lugar está inmerso en el Parque Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. La compleja orografía dificultó los trabajos, con materiales transportados a mano o mulos hasta la zona. Las últimas piezas llegaron en helicóptero. Tras 600.000 euros de inversión, se hizo realidad.

Con el aroma de las tortas de aceite y almendra flotando en la panadería El Mastrén, Antonia Ramírez recuerda lo que ocurrió tras la inauguración: “Esto parecía una procesión diaria”. Las vecinas lo confirman entre conversaciones sobre la escasez de lluvia y el fresco otoñal que anima a poner sábanas de franela. El británico Sebastián Smethan, de 38 años, residente en el pueblo desde hace tres años, recuerda aquellos días. Entonces empezó a rumiar un proyecto que finalmente puso en marcha el pasado junio junto a su marido, el malagueño Edilverto Céspedes (42 años). Dejaron sus trabajos y abrieron un restaurante en el patio de su casa, que llamaron Secret Garden (El jardín secreto). La sorpresa es mayúscula al atravesar el zaguán de la vivienda. “El pueblo tiene mucho movimiento y estamos muy contentos con nuestro primer verano”, afirma Céspedes. Ese ajetreo también se demuestra en la dificultad para encontrar libre alguna de las seis habitaciones del único hotel local, Olive and Ivy Guest House, o las pocas viviendas turísticas. Dos empresas impulsan ya un nuevo establecimiento hotelero y unos apartamentos para dar respuesta a la demanda.

Los empresarios Edilverto Cespedes y Sebastian Smethan en su restaurante 'Secret Garden'.Garcia-Santos

El pueblo estaba acostumbrado al turismo, pero solo en fin de semana. Unos subían al techo de Málaga, el pico de la Maroma. Otros viajaban atraídos por el chivo lechal malagueño al horno, plato estrella local. En restaurantes como El Bodegón de Juan María, encontrar sitio en sábado o domingo, ya era difícil. Desde la llegada del puente “es casi imposible”, según su propietario, Francisco Rando, quien asegura que desde entonces ha notado el aumento de la clientela entre semana. El pasado martes se juntaron tres autobuses. “Incluso este verano, cuando el turismo siempre ha preferido la playa, hemos tenido mucha afluencia en el pueblo”, insiste Alberto Escolano, que ejerce de guía e intérprete local.

Más población

La vida también ha emergido. La población ha pasado de 1.680 vecinos en 2020 a los 1.894 que refleja ahora el padrón municipal. El colegio, de 80 a 92 alumnos. “La iniciativa ha fijado población y ha creado puestos de trabajo”, destaca Francisco Salado (PP), presidente de la Diputación Provincial, quien subraya que otros pueblos de la comarca también se han beneficiado del aumento de visitantes. Algunos preparan ya locales municipales para sacarlos a concurso como restaurantes.

“La pandemia ha impulsado que la gente salga a buscar naturaleza y aire libre. Y prefiere ir a lugares donde haya algún elemento emblemático. Y este puente lo es”, destaca Salado, que apunta que la oferta gastronómica es la guinda. Desde su inauguración en 2015, el Caminito del Rey atrae a 300.000 personas cada año al valle del Guadalhorce.

Esta experiencia y la de El Saltillo han impulsado a la diputación malagueña a diseñar un ambicioso plan para fomentar el turismo activo en el interior de la provincia. El proyecto incluye miradores para observar la migración de las aves de África a Europa en la Serranía de Ronda, así como un amplio corredor verde —con un presupuesto de 100 millones de euros, de los que hay ya 10 en inversión— junto al río Guadalhorce. Contará con 120 kilómetros de senderos y 78 actuaciones, entre ellas un nuevo puente inaugurado hace unas semanas. También han empezado a preparar, con la plantación de 35.000 árboles y arbustos, un recorrido de 22 kilómetros alrededor del embalse de La Viñuela, que un puente flotante sobre el pantano hará circular. Más adelante, pretenden recuperar el sendero que recorrían los viajeros ingleses en siglo XIX entre Gibraltar y Ronda.

Turistas por las calles de Canillas de Aceituno (Málaga). Garcia-Santos

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