Sánchez se mueve para seguir: pacta una cita con Junqueras, anuncia un abono único y descarta tocar el Gobierno
El presidente admite “errores” pero apela a los progresistas: “El PP y Vox serían el mayor error histórico de España”
Pedro Sánchez no solo está decidido a seguir en un momento de extrema debilidad por los escándalos de corrupción y acoso sexual en los entornos del Gobierno y el PSOE, además se está moviendo políticamente para lograrlo. El presidente ha comparecido durante una hora en La Moncloa con un mensaje de fondo claro: la situación es difícil, los escándalos golpean su credibilidad, pero cree que sigue teniendo mayoría y ya se está moviendo para recomponerla.
De hecho, esta misma mañana ha hablado con Oriol Junqueras, líder de ERC, para dar un paso significativo que no había hecho hasta ahora: le recibirá en La Moncloa en enero. Este gesto tiene dos interpretaciones compatibles: por un lado, Sánchez está tan débil que necesita dar este paso de permitir que se vea en La Moncloa a una de las caras más visibles del procés, que pasó cuatro años en la cárcel, y por otro su decisión de seguir es firme y sus socios tampoco quieren tumbarle, de lo contrario el líder de ERC no pediría esta cita. Además, Sánchez ha dado detalles de otros movimientos que está haciendo como gestos a otros socios, como la petición para que Cataluña o el País Vasco sean miembros de la Organización Internacional del Turismo o la UNESCO, reclamaciones tradicionales de Junts.
Sánchez ha descartado el cambio de Gobierno profundo que le pide Yolanda Díaz y se ha comprometido de nuevo a terminar la legislatura. “Tenemos recursos, tenemos ideas, tenemos ganas y un muy buen equipo, y dos años más para hacerlas realidad”, ha concluido, como mensaje claro de continuidad pese a los escándalos.
En varias ocasiones, el presidente ha reconocido que “el momento no es fácil”, pero está convencido de que puede seguir porque tiene el suficiente apoyo parlamentario —ha insistido en que gana el 91% de las votaciones— y sobre todo porque tiene dinero para gestionar —está en niveles históricos de recaudación fiscal y aún tiene fondos europeos para gastar— y proyecto para mejorar la vida de la gente.
Sánchez ha apelado al “momento histórico de España, Europa y el mundo”, con el auge de la ultraderecha, para justificar por qué vale la pena que un Gobierno progresista agote su mandato. “Un Gobierno del PP y Vox sería el mayor error histórico de este país. Yo he visto a Abascal irse a hacer foto con Netanyahu en plenos bombardeos en Gaza, he visto a Feijóo hablar de un divorcio duro con un caso grave de violencia de género. Cero lecciones. Hemos cometido errores, como todos, pero nosotros afrontamos esos errores y actuamos en consecuencia”, se ha defendido.
También ha reivindicado la reacción del PSOE, pese a que admite que se equivocó al no tramitar durante cinco meses las denuncias contra Paco Salazar. “El compromiso del Gobierno y del PSOE con el feminismo es absoluto. Somos la primera organización política que ha decidido afrontar el problema de los abusos con transparencia y contundencia, animando a denunciar. Más de un 32% de las mujeres han declarado haber sufrido acoso o abuso en sus entornos laborales. El acoso no tiene carné, pero la contundencia contra el abuso sí, y está en las siglas del PSOE”.
La rueda de prensa también estaba pensada al contrataque, sobre todo cuando le han preguntado por un asunto muy difícil de explicar: ¿cómo es posible que no se enterara de lo que estaba haciendo su entorno más cercano? Sánchez ha tirado contra Alberto Núñez Feijóo y su relación con el narco Marcial Dorado. “Yo creo que se conoce más a una persona yendo de vacaciones y subiéndose a un yate que compartiendo mesa en el Consejo de Ministros”, ha dicho. En realidad, con Ábalos, Cerdán y Salazar él compartió mucho más, años de relación y de campañas por toda España.
Toda la rueda de prensa parecía pensaba para responder a dos preguntas: ¿esto aguanta? ¿Y para qué? “Sabemos cuál es nuestra responsabilidad como gobierno progresista. Debemos avanzar en una economía más justa, hacer de la emergencia climática oportunidad, defender el Estado del bienestar de quienes pretenden venderlo, proteger la democracia de los xenófobos, aislacionistas o autócratas. Si para hacerlo tenemos que aguantar fango, lo haremos. Nos sentimos cargados y vamos a dar lo mejor de nosotros mismos en esta segunda parte”, ha insistido.
Y como prueba de esa voluntad —y capacidad— de seguir, Sánchez se guardó un anuncio que según él afecta a dos millones de personas que verán mejorado su poder adquisitivo porque el Gobierno les va a reducir hasta en un 60% su gasto en transporte a través de un nuevo abono único para todo el país que será de 60 euros al mes para público general y 30 euros para jóvenes. El anuncio en sí es un gesto político: el Gobierno muestra que tiene margen para seguir dando buenas noticias —ahora llega la subida de pensiones y del SMI, y antes se aprobó un 11% de aumento para los funcionarios—. Sánchez incluso se ha burlado, fingiendo un bostezo, de la prensa que desprecia este tipo de medidas como “aburridas” y está pidiendo que el presidente haga gestos más radicales como un cambio de Gobierno. El presidente se resiste a este último giro, aunque la situación es tan volátil que no hay ninguna certeza. Ahora tiene que cambiar a la portavoz, Pilar Alegría, candidata en Aragón. Él insiste en que no quiere tocar más, pero eso solo se sabrá cuando tome la decisión. Es posible que el presidente esté guardando ese gran cambio para cuando acabe una ronda de elecciones que con toda probabilidad será muy negativa para la izquierda. Antes de junio tiene que relevar a María Jesús Montero, puesto decisivo en el Ejecutivo, y es probable que Sánchez quiera esperar a ese momento. Lo que no está claro es si la situación política explosiva, con varios casos aún abiertos, le permitirá esperar tanto.