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El Rey asume la tarea de alejar a su padre de la institución

Las decisiones de Felipe VI sobre el emérito liberan al Gobierno de tomarlas. Los elogios a Franco, el mazazo definitivo a las relaciones con Juan Carlos I

Esta es la semana de la conmemoración del 50º aniversario de la restauración de la Monarquía por decisión del dictador Francisco Franco en la figura de Juan Carlos I. Pero si de alguien se quiere olvidar el actual Rey, Felipe VI, es de quien detentó el poder por la fuerza durante 40 años tras vencer en la Guerra Civil. El padre del jefe del Estado ha propi...

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Esta es la semana de la conmemoración del 50º aniversario de la restauración de la Monarquía por decisión del dictador Francisco Franco en la figura de Juan Carlos I. Pero si de alguien se quiere olvidar el actual Rey, Felipe VI, es de quien detentó el poder por la fuerza durante 40 años tras vencer en la Guerra Civil. El padre del jefe del Estado ha propinado un mazazo a su hijo y a la institución monárquica al tratar de tener protagonismo en este aniversario con unas memorias ofensivas para el rey Felipe y la reina Letizia, pero, sobre todo, al elogiar y mostrar toda suerte de consideraciones afectuosas personales y políticas del último dictador de la historia de España.

No fue el Gobierno quien decidió hace cinco años que Juan Carlos I dejara de ser una figura relevante tras su abdicación, un lustro antes, ni que dejara el Palacio de la Zarzuela. Tampoco que no tuviera protagonismo en los actos del Palacio Real del próximo viernes, 21 de noviembre. Felipe VI ha tomado todas las decisiones de alejamiento institucional de su padre, en aras de defender la institución monárquica para él y, en el futuro, para la princesa Leonor

Por la contención informativa habitual de la Casa del Rey, muy similar a la de La Moncloa en relación con los asuntos del jefe del Estado, han corrido especies interesadas respecto a quién forzó la salida de La Zarzuela del rey emérito, que no de España. Eso lo decidió él. No hay restricciones legales para su vuelta, dado que sus presuntos delitos o están prescritos o bajo el manto de la inviolabilidad de los reyes. Lo que sí hizo fue abonar cantidades millonarias por sus cuentas pendientes con Hacienda.

La incomodidad, e incluso la incredulidad, que para sectores políticos conservadores supuso la salida del emérito de España, se mitigó con la atribución al Gobierno presidido por Pedro Sánchez de haberla forzado. Todas las decisiones, sin embargo, las adoptó el rey Felipe VI, aunque no su asentamiento en Abu Dabi. Sí corrió a cargo del Rey despojar a su padre de la asignación económica. También su renuncia, y de sus hijas, a la herencia que pudiera venir del patrimonio obtenido por cauces ajenos a la legalidad. Todas estas acciones fueron muy bien vistas por el Gobierno. Las últimas de estos días, también.

El Ejecutivo no ha tenido que empujar a Felipe VI a invisibilizar a su padre en la conmemoración del 50º aniversario del juramento de Juan Carlos como Rey de España. Los interlocutores consultados de ámbitos políticos y académicos reconocen la rareza de la situación, pero esta es la historia de España que empezó a construirse en 1975, tras la muerte del dictador. A Juan Carlos le puso Franco, pero Felipe VI siempre ha querido dotar a su reinado, con arreglo a las funciones fijadas en la Constitución, de modernidad, servicio público, y ejemplaridad. Los elogios de Juan Carlos al dictador Franco, respecto al que no consentía que se hablara mal en su presencia, y atribuía intenciones de apertura al designarle rey, han elevado aún más el muro entre Juan Carlos y Felipe VI.

En estos días de repaso, como el suplemento realizado por EL PAÍS el domingo, titulado Franco 50 años después, con muchas voces y diferentes perspectivas, en ningún caso se sustenta la tesis de que Franco pretendiera la apertura del régimen. Sí se reconoce a Juan Carlos haber estado bien aconsejado y no seguir el camino de quienes querían la continuidad del franquismo sin Franco. Su comportamiento ético y su forma de hacer fortuna es lo que ha llevado a su hijo a poner las máximas distancias con su padre para defender la Monarquía.

Ya sí, a las claras, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha criticado a Juan Carlos tras estas memorias en las que elogia a Franco. “Resulta especialmente doloroso y preocupante las referencias al dictador cuando aún miles de españoles esperan localizar a sus familiares en las fosas donde fueron arrojados”. Esta fue la respuesta de Sánchez a la portavoz de Podemos, Ione Belarra, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso, del pasado miércoles. Belarra pidió un referéndum para decidir entre monarquía y república. La portavoz de Podemos tachó al emérito de “delincuente” y le negó haber traído la democracia, como él mismo se atribuye en las memorias aún no publicadas en español, pero ya muy difundidas.

Con memorias elogiosas a Franco o sin ellas por parte del anterior jefe del Estado, la celebración de estos 50 años no hubiera sido muy diferente, pero, al menos, no hubiera dado nuevos argumentos para desairar al Rey, señalan fuentes parlamentarias. Ningún grupo parlamentario a la izquierda del PSOE, así como los independentistas, asistirá el próximo viernes al acto organizado en el Congreso al que acudirá la familia real. Los actos de conmemoración se celebrarán en el Palacio Real con todos los poderes del Estado, además de en el propio Congreso. La reina Sofía sí estará presente. El tránsito a la democracia será el objeto de la conversación en el Parlamento, donde aludirá al ausente rey Juan Carlos, aunque deteniéndose en su abdicación, el 18 de junio de 2014, sin profundizar más en su trayectoria.

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