Feijóo culpa a Sánchez de favorecer la corrupción y el presidente le descalifica como “la nada”
El líder socialista presume de que su Gobierno “es el más decente, estable y eficaz de Europa”
Al tiempo que Alberto Núñez Feijóo responsabilizaba dentro del Congreso a Pedro Sánchez de favorecer a su “sombra” los casos de corrupción investigados sobre José Luis Ábalos y Santos Cerdán, del edificio del número 36 de la carrera de San Jerónimo salía camino del Tribunal Supremo el exministro de Fomento y ex secretario de Organización del PSOE. Feijóo lo citó en su primera frase y conectó esa imagen con los problemas que sufren las familias y los autónomos para llegar a fin de mes, mientras “ven cómo en el PSOE y en su Ministerio de Transportes corrían los billetes como en un prostíbulo”. Sánchez replicó que considera su Gobierno “el más decente, estable y eficaz de Europa” y le reprochó a Feijóo que frente a los problemas en los que se ha enredado su partido en estas semanas con bandazos y divisiones internas, el líder del PP no aporta “nada”.
El ex número dos y ex secretario de Organización del PSOE ha acudido a declarar en el Supremo, pero antes pasó por su actual despacho, dentro del Grupo Mixto del Congreso desde que fue expulsado del PSOE hace 20 meses. Feijóo, en ese momento, ya estaba en su escaño, como el presidente, y la sesión de control se convirtió así en un reguero de acusaciones sobre casos de corrupción que afectan al líder socialista y su entorno más directo, familiar y político.
Feijóo culpó a Sánchez de que “bajo su sombra” hubieran prosperado tanto Ábalos como Santos Cerdán o el exasesor Koldo García, pero también su propia familia, y remató con el mensaje del día en el PP: “Y mientras en su círculo hacen caja, los españoles hacen cuentas”. El dirigente del PP estableció así una conexión entre esos casos y el retrato de España como un país “caro para el trabajador y barato para el sinvergüenza”. Una España en la que “mientras las familias sufren para llenar la cesta a fin de mes, ven cómo en el PSOE y en su Ministerio de Transportes corrían los billetes como en un prostíbulo”, con un presidente del Gobierno que “no dirige un país, lo exprime. Exprime a los que cumplen y protege a los que roban”.
Para el presidente del PP, el jefe del Ejecutivo no es una persona “decente” porque sostiene que en la España de Sánchez “merece más la pena ser un jeta que trabajar”. Y concluyó: “en la España de Sánchez, si trabajas, pagas; si robas, cobras, y si le aplaudes, prosperas”. Fue ese momento el que aprovechó para acusar al Gobierno de estar acosando con impuestos a los tres millones de autónomos, con hasta un 35% más de cuota el año que viene.
Sánchez empezó su respuesta asegurando que su Gobierno “es el más decente, estable y eficaz de Europa”, lo que provocó los murmullos reprobadores de la bancada del PP. El presidente no desperdició la ocasión para volver a poner en valor las previsiones de crecimiento corregidas al alza para España del Fondo Monetario Internacional para los dos próximos años, la mejora en la calificación de la deuda de las principales agencias internacionales y acabó esa réplica aludiendo al montón de “bulos, mentiras e insidias” del PP sobre la supuesta caja b del PSOE recordando las condenas a los populares por su financiación irregular.
Como Feijóo había vuelto a insistir en la idea de que todo el Gobierno de Sánchez es “indecente”, el líder socialista se reservó su respuesta final para abundar sobre esa descalificación recurrente. Fue ahí cuando Sánchez recuperó la estrategia de poner en cuestión el liderazgo de Feijóo al calificar como “no decentes sus silencios” ante las divergencias y problemas de gestión en el seno del PP nacional y también con varios presidentes autonómicos en los últimos meses.
El líder del PSOE achacó así a Feijóo que no hubiera dicho “nada” ante la apelación en un pleno de la Asamblea de Madrid de la presidenta popular Isabel Díaz Ayuso para que las mujeres se fueran a abortar fuera ante los problemas y la falta de oportunidades de poderlo hacer en la sanidad pública de esa comunidad, o que tampoco hubiera comentado “nada” ante la justificación que dio el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, de que no se informase a las mujeres en duda de diagnóstico de cáncer de mama para no generarles alarma y ansiedad o que tampoco hubiese descalificado, rectificado, llamado la atención o hecho “nada” ante la excusa aportada de que “mentir no es ilegal” sobre el comportamiento de Miguel Ángel Rodríguez, el jefe de gabinete de Ayuso, cuando acudió a declarar ante el Supremo sobre un bulo para tapar el caso de la pareja de su jefa.
“¿Qué aporta usted a la política española?”, se autopreguntó Sánchez. Y un coro de diputados respondió al unísono desde su bancada: “Nada”. El presidente remachó el plan previsto y resaltó que los diputados del PP habían vuelto a levantarse para aplaudirle y “tapar la nada de sus intervenciones”.
El líder de Vox, Santiago Abascal, que lleva varias semanas, y en particular en los últimos días, incidiendo en los ataques directos al PP por copiarle argumentos, mensajes y hasta tácticas electorales —como en el debate sobre la inmigración—, no fue nada original y repitió en enunciado y fondo el mismo tipo de intervención que había anticipado Feijóo. Abascal preguntó literalmente a Sánchez “¿por qué protege a los delincuentes y abandona a los españoles honrados?" y sobre ese planteamiento acusó al jefe del Gobierno de montar “un sistema de protección mutua” con los delincuentes y “el mundo de la mafia” que le dio el poder y le señaló como “el autor material o intelectual” de los delitos de los que se acusa a sus excolaboradores y muy específicamente, en su caso, a su hermano.
Sánchez aprovechó el duelo dialéctico con Abascal para denigrar todo el ideario reaccionario y de miedo de la formación ultra en relación con la inmigración, el cambio climático o los derechos de las mujeres. Y, sobre todo, para equiparar a Vox y al PP: “Distintas siglas, mismo proyecto”.
El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, insistió en interesarse retóricamente con Sánchez sobre por dónde piensa que podría acabar su Gobierno en esta legislatura para alertar a todos los componentes del Ejecutivo de coalición y del bloque de investidura que el drama nacional, ahora, es el de la vivienda. Sánchez compartió el diagnóstico, pero se limitó a enumerar los planes, inversiones y créditos puestos a disposición hasta ahora y derivó gran parte de su responsabilidad en todas las administraciones competentes.