El Gobierno mantendrá su agenda pese al freno sistemático de Junts y Podemos
El decreto del embargo a Israel pondrá a prueba la relación con Puigdemont, con quien Zapatero mantendrá una reunión inminente
Desde fuera, podría parecer que las cosas no han cambiado mucho en la nueva temporada política. El Ejecutivo sigue sin Presupuestos, y los dos escollos principales siguen en un tono parecido al que se fueron antes del verano: Junts y Podemos no se consideran parte de la mayoría de Gobierno, aunque ...
Desde fuera, podría parecer que las cosas no han cambiado mucho en la nueva temporada política. El Ejecutivo sigue sin Presupuestos, y los dos escollos principales siguen en un tono parecido al que se fueron antes del verano: Junts y Podemos no se consideran parte de la mayoría de Gobierno, aunque sus votos hicieron presidente a Pedro Sánchez y han sido decisivos en todas las votaciones clave de la legislatura. Los dos partidos compiten en dureza contra el Ejecutivo, y quieren mantener esa presión viva cada día para mostrar músculo, reivindicarse ante su electorado y lograr contrapartidas. Sin embargo, sí hay una novedad importante esta temporada: el Gobierno se siente mucho más fuerte que hace tres meses, cuando estuvo al borde del abismo por el caso Cerdán. Las dos primeras sesiones de control de esta temporada han mostrado a un Pedro Sánchez muy cómodo frente a un Alberto Núñez Feijóo con más dificultades porque la agenda se ha centrado en un asunto en el que el presidente tiene una posición muy definida, la masacre de Gaza, mientras el PP duda entre las distintas visiones dentro del partido sobre este asunto.
Por eso, y porque el Gobierno ha decidido buscar un tono completamente diferente en esta segunda etapa de la legislatura, mucho más a la ofensiva, más centrado en contenido, en gestión y en datos y tratando de huir de la agenda judicial a la que el PP intenta llevarle, en el Ejecutivo asumen que Junts y Podemos se lo pondrán muy difícil, hasta hacer casi imposibles los Presupuestos, pero eso no va a frenar la agenda del Gobierno. En el marco de la mesa de negociación, José Luis Rodríguez Zapatero y Carles Puigdemont mantendrá una reunión en Suiza con carácter inminente.
No está claro aún si el sector socialista irá tan lejos como Yolanda Díaz y asumirá derrotas como la de la reducción de jornada pero dándoles la vuelta para que el coste lo sufran los que votan en contra, pero sí que se jugará al máximo la baza de los anuncios del presidente —este miércoles planteó nuevas ayudas a la escolarización de 0 a 3 años— y exprimirá el margen de gestión de los ministerios sin necesidad de pasar por el Congreso. Un ejemplo es lo que ha sucedido con el decreto antiapagón. Junts lo tumbó en julio, y el Ejecutivo ha ido buscando fórmulas para llevar adelante la mayoría de las medidas sin necesidad de un nuevo decreto, aunque sigue intentando convencer a los independentistas.
Junts y Podemos aprietan, y el riesgo de que tumben más reformas siempre existe. Aunque a la vez hay muchas negociaciones en marcha, como la ley de servicios a la clientela —en la que se ha pactado que las empresas de más de 250 trabajadores tengan que comunicarse con sus clientes también en las lenguas cooficiales— la de función pública, o la de movilidad sostenible, donde hay avances. Junts, eso sí, amenaza con bloquear las reformas de la justicia, estratégicas para el Gobierno, que cambiarían el acceso a la carrera, reducirían el margen de las acusaciones populares o llevarían la instrucción a los fiscales. En teoría están de acuerdo con el fondo, pero ahora mismo no garantizan su voto a favor. Una prueba de fuego de esta nueva tensión que quieren promover los independentistas será el decreto del embargo de armas a Israel, que con toda probabilidad irá la próxima semana al Consejo de Ministros y en menos de un mes al Congreso. Mientras, Podemos se lo pondrá difícil al Gobierno la próxima semana tumbando la reforma pactada con Junts para la transferencia de la competencia de inmigración a la Generalitat.
Todo parece como siempre muy complicado, pero el Ejecutivo insiste en que llevan más de siete años viviendo así, con un Parlamento muy complejo, y en ese tiempo, como recordó Sánchez, ha habido siete primeros ministros en Francia, seis en Austria, cinco en el Reino Unido y tres líderes del PP —Rajoy, Casado y Feijóo—. El Gobierno transmite una sensación completamente diferente sobre todo desde que entró Gaza en la agenda política, y es el PP quien sufre para fijar su posición.
Mientras, Junts insiste en que no hay una línea estratégica de no a todo ni sí a todo, sino que cada asunto hay que abordarlo como una entidad propia, “carpeta a carpeta”, y arrancando la negociación con el contador a cero. Miriam Nogueras tiene línea directa con Carles Puigdemont y cada decisión que se toma en el despacho parlamentario se ha rumiado en Waterloo (Bélgica). A comienzos de esta semana, Puigdemont reunió en Bélgica a los diputados de Junts. El mensaje que salió del encuentro fue dar otra vuelta de tuerca a las exigencias sobre los acuerdos de investidura para que los socialistas, sean de donde sean, cumplan. “O acaba el doble discurso socialista en Madrid y Barcelona, o se acaba la relación”, se avisó al término de la reunión.
Ningún portavoz de Junts da pistas sobre cuál va a ser el posicionamiento del partido en relación con el embargo a Israel que impulsa el Gobierno y el mensaje oficial es que queda margen de tiempo antes de que se tenga que afrontar la decisión. Junts, como antes hizo Convergència, ha acostumbrado a mantener una posición amable con Israel y el pueblo judío. La semana pasada, después de que el Gobierno anunciara sanciones contra el Estado judío por su ofensiva en Gaza, trascendió que Israel iba a considerar el posible boicot a la próxima edición del Mobile World Congress de Barcelona. Puigdemont publicó un mensaje donde alertaba de la conveniencia de no hacer enfadar a Israel. “Boicotear los productos y las empresas de Israel por el simple hecho de ser israelíes es un error”, escribió, al tiempo que lamentaba la posible ausencia en el MWC de “uno de los países tecnológicamente más avanzados del mundo”.
El expresident publicó su mensaje en plena resaca de la Diada y del pinchazo de la tradicional manifestación que convoca el independentismo. En Barcelona, salieron a la calle menos de 30.000 personas y el partido que más visibilidad logró fue la formación racista y de ultraderecha Aliança Catalana, que está robando mucho espacio a Junts. Según el pasado barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), el CIS catalán, la simpatía por Aliança en la Cataluña menos poblada (aquellas comarcas no limítrofes con Barcelona) se ha disparado en un año del 2,1% al 4,7%. Durante algunos momentos de la marcha del 11-S, los seguidores de Aliança gritaron proclamas en favor de Israel. “Costará de entender, pero hay más Convergència en Aliança que en Junts”, manifestó recientemente Jordi Aragonès, uno de los ideólogos del partido ultra.
El Gobierno está inquieto por esta competición entre Junts y Aliança, y también por el endurecimiento de la línea de Podemos, siempre en pugna con Sumar, pero al final siempre llega al mismo punto de análisis: “nos lo pueden poner difícil y nos lo van a poner difícil, pero nadie quiere tumbar a este Gobierno ni puede pensar en una moción de censura con el PP y Vox. Así que seguiremos y haremos muchas más cosas de las que uno pensaría mirando los números del Congreso. Porque tenemos dinero para hacer políticas, la economía crece y nuestra agenda tiene mucho apoyo social”, resume un ministro.