Condenados a casi 75 años de cárcel los cuatro etarras que intentaron asesinar a una periodista de EL PAÍS y a otro de Antena 3

Los terroristas colocaron una maceta bomba ante la puerta de la casa de Aurora Intxausti y Juan Palomo en noviembre de 2000, pero el mecanismo falló

Desde la izquierda, los cuatro etarras condenados, Patxi Xabier Makazaga, Jon Zubiaurre, Imanol Miner y Asier García, en el banquillo de la Audiencia Nacional.FERNANDO VILLAR (EFE)

Aurora Intxausti y Juan Palomo han tenido que esperar más de 24 años para ver cómo la justicia condena a los cuatro etarras que trataron de asesinarlos el 10 de noviembre de 2000 junto a su hijo, que entonces solo tenía 18 meses. Este miércoles, la pareja ha recibido la sentencia de la Audiencia Nacional que impone casi 75 años de cárcel a los terroristas Patxi Xabier Makazaga, Jon Zubiaurre, Imanol Miner y Asier García. El tribunal da por probado que los cuatro participaron en el atentado perpetrado contra el matrimonio, periodistas de EL PAÍS y Antena 3 respectivamente, y su pequeño. Los pro...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Aurora Intxausti y Juan Palomo han tenido que esperar más de 24 años para ver cómo la justicia condena a los cuatro etarras que trataron de asesinarlos el 10 de noviembre de 2000 junto a su hijo, que entonces solo tenía 18 meses. Este miércoles, la pareja ha recibido la sentencia de la Audiencia Nacional que impone casi 75 años de cárcel a los terroristas Patxi Xabier Makazaga, Jon Zubiaurre, Imanol Miner y Asier García. El tribunal da por probado que los cuatro participaron en el atentado perpetrado contra el matrimonio, periodistas de EL PAÍS y Antena 3 respectivamente, y su pequeño. Los procesados, que confesaron durante el juicio, colocaron una maceta bomba junto a la puerta de su casa de San Sebastián para que estallara cuando la familia saliera por la mañana rumbo al trabajo. Pero el mecanismo falló.

Con esta resolución, la Audiencia Nacional arroja luz sobre un crimen que ha permanecido durante lustros sin resolverse. De hecho, la investigación llegó a archivarse ante la falta de pruebas para sentar en el banquillo a los etarras. Sin embargo, gracias al material intervenido por Francia a la banda terrorista y entregado a España durante la pasada década, el caso se reabrió en 2020 y se lograron reunir indicios suficientes para condenar ahora a los cuatro acusados.

El fallo también ayuda a cerrar heridas a las víctimas, como incide Intxausti: “Queda demostrado que fueron a matar sin importarles que mi niño estaba con nosotros”, expone la reportera, que muestra su satisfacción por la sentencia: “Pone fin a un trágico suceso que se produjo en el 2000. Tengo que dar las gracias al equipo de Información de la Guardia Civil en Vitoria, que fueron los que descubrieron quiénes eran los que nos quisieron matar. Y al tribunal por emitir una sentencia justa”.

“Sin lugar a dudas”, escriben los jueces en su sentencia, “la colocación de aquel artefacto tenía como única y exclusiva finalidad causar la muerte de todos ellos”: de Juan Palomo, de Aurora Intxausti y de su hijo Íñigo, de apenas año y medio. Los terroristas habían preparado una bomba cargada con 2,3 kilos de un explosivo industrial a base de nitrato amónico; a los que añadieron otros 2,5 kilos de metralla (tuercas y tornillos). Todo ello, lo ocultaron dentro de una maceta de color verde de plástico, que colocaron sobre el felpudo de la puerta de su domicilio, junto a un “mecanismo trampa” que debía provocar la detonación al salir la familia. Gracias a los datos que habían recabado, los etarras sabían a qué hora la pareja solía dejar la casa por la mañana para llevar a su niño a la guardería antes de dirigirse a sus puestos de trabajo.

Pero aquel día, el periodista de Antena 3 se adelantó unos metros para salir antes. Y abrió la puerta con un ademán brusco. Según los investigadores, ese detalle provocó que el mecanismo fallara. “El sistema de iniciación eléctrico funcionó correctamente, si bien la deflagración del inflamador eléctrico no inició el detonador industrial”, expone la Audiencia Nacional. Durante el juicio, Palomo recordó que oyó un ruido, como el de un “petardo”. Al asomarse, vio la maceta sobre el felpudo. Aurora Intxausti, que debía seguirle, estaba en una habitación a escasos cinco metros: “Estaba vistiendo a Íñigo en mi habitación. Estaba poniéndole un gorrito en el momento en que Juan vuelve hacia donde estaba yo y me dice: ‘Deja el niño y ven’. Pensé que habían puesto un gato negro o algo en la puerta a forma de amenaza. Pero, cuando veo ese tiesto y el cable saliendo, ya empecé a descontrolarme”, rememoró la reportera de EL PAÍS ante el tribunal, cuando remachó: “Cogí al niño, me fui a [otra] habitación [más alejada] y, como empezó a llorar, cogimos los legos y nos pusimos a hacer construcciones”.

La Audiencia declara responsables a los cuatro etarras de tres delitos de intento de asesinato y de otro de estragos terroristas en grado de tentativa. Además de las condenas de prisión, los jueces prohíben a los acusados acercarse a las víctimas durante un periodo de cinco años una vez cumplidas las penas de cárcel, así como a su domicilio, a su lugar de trabajo y a los lugares frecuentados por ambos. También se les prohíbe comunicarse con ellos. Y, a su vez, les obligan a indemnizarlos con más de 200.000 euros.

El tribunal considera “incuestionable el daño moral” provocado a la pareja, que “se vio gravemente atacada en su propio domicilio, de una manera inesperada y con altas probabilidades de haber podido perder la vida, tanto la suya propia como la de su hijo”. Además, a raíz del atentado, “experimentaron un fundado y explicable temor a ser atacados de nuevo, motivo por el que se vieron obligados a abandonar su lugar de residencia y dejar la forma de vida que habían mantenido hasta entonces”. “Tuvieron que cambiar de ciudad, de lugar de trabajo y alejarse con ello de su entorno familiar y de sus relaciones sociales, hasta el punto que en cada ocasión que tenían que regresar al País Vasco tenían que contar con protección policial”, subraya la sentencia.

La vida de los periodistas cambió drásticamente tras el ataque. Así lo rememoró Juan Palomo en el juicio: “Supuso que nos tuviéramos que venir a vivir a Madrid, porque quedarnos allí suponía quedarnos con dos escoltas cada uno. Supuso que mi padre, que estaba enfermo del corazón, muriera dos años después y hubiera un funeral rodeado de ertzainas. Supuso que mi mujer estuviera durante meses desmayándose varias veces al día... y mi hijo sabía cómo despertarla. Y que ella sufriera un año de depresión, en el que no se quería levantar de la cama. Y que después le diera una parálisis facial. Supuso cambiar toda nuestra vida... Marcó toda nuestra vida”.

Aurora Intxausti añadió: “Nuestra vida cambió radicalmente porque tuvimos que abandonar el País Vasco. [De quedarnos], hubiéramos estado con dos escoltas cada uno durante toda la infancia de mi hijo. Pero no solo cambió nuestra vida, cambió la vida de todos los periodistas del País Vasco que no apoyaban a ETA. Amigos tuvieron que ponerse escolta. Llegar a Bilbao o a San Sebastián para nosotros era terrible. Hoy, 24 años y 15 días después, sigo medicada”.

Sobre la firma

Más información

Archivado En