Josep Borrell: “El pacto entre los socialistas y ERC asume ‘post mortem’ el relato del ‘procés”

El alto representante de la UE tilda de “confederal” el nuevo modelo de financiación. Y reclama a Maduro que enseñe las actas y evite la represión

El alto representante para Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, en su casa cerca de Madrid.Jaime Villanueva

Aparece en la puerta de su casa, a dos pasos de El Escorial, con un ejemplar de Las cuentas y los cuentos de la independencia, el libro con el que desmontó el “Espanya ens roba” de los Mas, Junqueras, Puigdemont y compañía. “Es como si nadie lo hubiera leído”, dice a modo de presentación. A unos meses de su jubilación, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell (La Pobla de Segur, 77 años), conserva una voz espesa y convincente, que entrevera los acentos del europeísmo y la socialdemocracia. Y sigue con ganas de jaleo. En una hora de conversación —una entrevista que ...

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Aparece en la puerta de su casa, a dos pasos de El Escorial, con un ejemplar de Las cuentas y los cuentos de la independencia, el libro con el que desmontó el “Espanya ens roba” de los Mas, Junqueras, Puigdemont y compañía. “Es como si nadie lo hubiera leído”, dice a modo de presentación. A unos meses de su jubilación, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell (La Pobla de Segur, 77 años), conserva una voz espesa y convincente, que entrevera los acentos del europeísmo y la socialdemocracia. Y sigue con ganas de jaleo. En una hora de conversación —una entrevista que se ha repetido todos los veranos desde que es Alto Representante— no hay forma de arreglar el mundo, pero Borrell deja una ráfaga de titulares sobre el acuerdo entre los socialistas y ERC para investir a Salvador Illa, y también sobre Ucrania, Oriente Próximo, Venezuela, Europa y, en fin, el mundo y sus monarquías.

Pregunta. En ese libro usted discute la tesis del Espanya ens roba del independentismo: que Cataluña sufra enormes déficits fiscales. El pacto PSC-ERC va en esa línea, apunta a “una infrafinanciación sostenida en el tiempo”. ¿Está de acuerdo?

Respuesta. El pacto también dice que se impone a Cataluña una solidaridad excesiva que limita injustamente sus políticas públicas y su capacidad de crecimiento. Dicho de forma menos estridente, es la tesis del “expolio fiscal” que tanto pregonó Junqueras durante el procés y que yo he intentado contrarrestar.

P. ¿Ha muerto el procés tras los indultos, la amnistía y la investidura de Salvador Illa?

R. Esas medidas han tenido un efecto pacificador muy positivo en Cataluña. No creo que una parte importante de la sociedad catalana quiera volver a seguir a los flautistas de Hamelin que les aseguraron que la UE reconocería una independencia unilateral. Pero con ese acuerdo se asume post mortem el relato del procés y un cambio de paradigma en el sistema de financiación.

P. ¿Hay infrafinanciación?

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R. Según la última liquidación, no la hay en relación a las demás autonomías. Cataluña recibe proporcionalmente a su población y aporta en función de su PIB. En los últimos 20 años ha estado en torno a la media; hoy está en el 101%. Murcia, Andalucía, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha están peor. Pero el sistema es mejorable, necesita una mejor nivelación.

P. Ese acuerdo con ERC ha hecho presidente a Illa, ha evitado repetir elecciones y obliga a Junts a cambiar de rumbo.

R. Sí, y de eso se trataba. Sobre el nuevo rumbo de Junts no tengo ni idea: me preocupa más el rumbo que Maduro impondrá a Venezuela si se niega a demostrar que ha ganado las elecciones y reprime a la oposición.

P. Sánchez e Illa argumentan que el acuerdo es un salto federal.

R. Es un salto hacia la soberanía fiscal de Cataluña. Seguimos haciendo cambios estructurales del modelo de Estado en función de las coyunturas electorales. Ha sido así con unos y con otros. Lo propio de los sistemas federales es tener impuestos federales. Como el IRPF en EE UU.

P. En Alemania hay una agencia tributaria en cada länder. Todas recaudan el 100% de los impuestos en sus territorios.

R. Sí. Pero no se quedan con la recaudación. La ingresan en la caja federal y desde ahí se redistribuye. Tanto en Europa como en EE UU el federalismo es un proceso de integración: federal implica reconocer lo diferente pero, sobre todo, reforzar lo común. No hay federación sin que el poder federal no sea el titular de una parte importante de los ingresos públicos.

P. Sus defensores dicen que el pacto tiene escapatorias. Una: no parece haber mayoría para reformar nada. Dos: la cuantía de la solidaridad la deciden PSC y PSOE.

R. Sobre las mayorías no tengo mucho que decir. Sobre el grado de solidaridad, el problema no es solo cuantitativo: es conceptual y operativo. Yo fui durante muchos años secretario de Estado de Hacienda y sé cuál es la importancia de tener la llave de la caja.

P. El PSOE no ha hecho pedagogía sobre ese cambio. ¿A qué atribuye la falta de explicaciones?

R. Que una comunidad con un 20% del PIB español entre en el sistema de concierto es un importante cambio estructural. Obviamente el nuevo sistema va a producir un resultado distinto, pero aún no es posible evaluar las consecuencias sobre la distribución de recursos entre Estado y autonomías. Dependerá de cuánto exija la Generalitat reducir su supuesto déficit fiscal y de cuántos recursos adicionales se pongan sobre la mesa para mejorar la financiación de las demás comunidades. Para mí este modelo es más confederal que federal.

El alto representante para Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, en un momento de la entrevista.Jaime Villanueva

P. Cataluña esquivó una bala evitando repetir elecciones. Francia y la UE esquivaron la bala de la ultraderecha. Putin tampoco ha ganado en Ucrania pese a los apocalípticos. ¿Hay demasiado glamour intelectual asociado al pesimismo? ¿Falta una bala por esquivar, la de Trump?

R. Yo no me considero ni optimista ni pesimista: soy un activista, procuro partir de un análisis objetivo de la realidad para proponer las mejores decisiones desde mis responsabilidades en Bruselas. Y sí, hemos esquivado unas cuantas balas, pero hay cambios profundos en la geopolítica mundial. Para afrontarlas es imprescindible más unidad europea.

P. Esa unidad existe sobre Rusia, pero es más difusa en Israel.

R. E incluso sobre Ucrania se está resquebrajando.

P. ¿Por Hungría?

R. Básicamente, pero no solo. Aun así, hemos ido subiendo peldaños en las ayudas a Kiev. Empezamos ofreciendo cascos y chalecos y ahora son cazas F-16. Cada vez que hemos aumentado la ayuda militar hemos valorado el riesgo de escalada: cuidado, a ver cómo se lo toma Rusia, a fin de cuentas estamos ante una potencia nuclear. Eso se ha traducido en demoras que cuestan vidas.

P. Kiev acaba de atacar territorio ruso. ¿Ese movimiento cambia la naturaleza del conflicto?

R. Es un golpe severo a la narrativa de Putin. La ofensiva ucrania en Kursk ha sido una sorpresa. Para todos. Han roto el frente por donde nadie lo esperaba; menos que nadie, los rusos. Kiev considera que estamos dispuestos a ayudarle a defenderse, pero no a atacar. Por eso lo han hecho por su cuenta.

P. ¿Lo hace Ucrania de cara a una futura negociación?

R. Hasta ahora la guerra es un fracaso militar de Rusia. Los planes de Putin eran que durara un par de semanas. He visto hileras de tanques rusos calcinados a ocho kilómetros de la Rada, el Parlamento en Kiev. Estuvieron a media hora de tomar la capital. Es como si en Madrid se hubieran quedado en el Puente de los Franceses. Pero fueron rechazados y ahora es Ucrania quien gana posiciones para negociar. Moscú y Kiev tienen un ojo en los mapas del frente y el otro en las elecciones de EE UU.

P. ¿Por qué la respuesta europea a Israel es más fragmentada?

R. Por razones históricas, asociadas al complejo de culpabilidad de varios países europeos, no solo Alemania, por el Holocausto. Para algunos Estados es tabú criticar y, más aún, tomar medidas contra Israel. Con excepciones: España, Irlanda, Bélgica o Eslovenia. Aun así, varios líderes europeos han dicho que hay demasiados muertos en Gaza. Israel quedó en estado de shock después de los ataques terroristas de Hamás, pero un horror no puede justificar otro horror. Y lo de Gaza es un horror que no se puede justificar por el derecho a la defensa.

P. La UE reclama que se respete el derecho internacional humanitario. ¿Es solo una posición retórica, sin consecuencias?

R. Varios socios han pedido que se analice el cumplimiento del Tratado de Asociación por parte de Israel. La presidenta de la Comisión dejó sin respuesta esa petición. Yo la llevé al Consejo de Exteriores, pero los Estados prefirieron mirar hacia otro lado. Con 40.000 muertos, algunos lo vuelven a pedir. Veremos.

P. ¿Cuál es el riesgo de una escalada regional?

R. Alto. Se han hecho esfuerzos diplomáticos para sentar a las partes a negociar y evitar una respuesta de Irán. Pero las declaraciones de algunos miembros del Gobierno de Netanyahu, el más derechista de la historia, en manos de extremistas ultraortodoxos, no ayudan.

P. ¿Qué se puede esperar de la demócrata Kamala Harris?

R. Mucho. Ha tomado posiciones más fuertes que Biden: también ha dicho que hay demasiados muertos en Gaza. La cuestión palestina tiene gran impacto entre los jóvenes demócratas. EE UU ha hecho presión diplomática sobre Israel, pero sigue suministrando armas. También en Europa va siendo hora de pasar de las palabras a los hechos. La respuesta europea ha sido tibia, a remolque de EE UU.

P. El Sahel parece otro escenario de guerra. ¿No está olvidando Europa una zona muy inestable?

R. Olvidarla no, pero hemos perdido pie en el Sahel. Los tuareg acaban de infligir una derrota a las milicias rusas en Malí; esa zona es un avispero. Si incluimos Sudán, Etiopía y la permeabilidad del terrorismo hacia el Golfo de Guinea, hay una franja de inestabilidad desde el Atlántico al Mar Rojo. Eso impacta sobre los movimientos migratorios. Regular la migración es un desafío: hay que actuar sobre sus causas profundas, pero nuestro invierno demográfico no nos permite prescindir de ella.

P. ¿No se hizo para eso el pacto migratorio?

R. Me temo que el pacto tiene la virtud de existir; no proporciona las respuestas adecuadas.

P. ¿Cómo han terminado los coqueteos de Von der Leyen con ultras como Meloni? ¿Hay ultraderecha buena y mala?

R. Los tuvo antes de las elecciones. La diferencia no es entre buenos y malos sino entre los que se sientan o no en el Consejo Europeo: Meloni se sienta; Le Pen, no. Pero como primera ministra, Meloni ha tenido una actitud constructiva en los debates en las instituciones europeas, con un claro apoyo a Ucrania.

P. Citaba antes el caso venezolano. ¿Ve ahí una negociación?

R. Seguimos pidiendo que Maduro presente las actas electorales que prueben los resultados. Es el Consejo Nacional Electoral quien debe hacerlo. Pero ya empieza a ser tarde para eso, la represión se acentúa. Algunos países latinoamericanos han intentado mediar. Hablan de repetir elecciones. También en este tema tenemos algún problema de unidad en la UE.

P. Esa falta de unidad se da incluso entre los partidos españoles. E incluso entre expresidentes socialistas.

R. En la Eurocámara he visto y sufrido cómo Venezuela parece una cuestión de política interior española. El Gobierno español ha sido firme en la exigencia de verificación del resultado electoral.

P. Zapatero no ha dicho una sola palabra.

R. Fue invitado por Maduro a observar el proceso electoral. Habría que preguntárselo a él.

Borrell posa durante la entrevista para EL PAÍS.Jaime Villanueva

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