El PSOE de Andalucía supera el trauma de los ERE mientras se enzarza en disputas internas
Dirigentes socialistas empiezan a tomar posiciones para intentar relevar a Juan Espadas al frente del partido
Las teclas del piano del PSOE de Andalucía empiezan a sonar. Sin ton ni son. Hay notas sueltas, pero por ahora no hay compuesta una melodía. “Lo que hay es una toma de posición previa, antes de que cuaje”, sostiene un dirigente.
—Que cuaje ¿qué?
—Una nueva mayoría en el partido.
La mayoría actual la dirige Juan Espadas, secretario general del PSOE de Andalucía, portavoz del grupo socialista en el Senado y exalcalde de Sevilla. Dejó el Ayuntamiento sevillano para enfrentarse en unas primarias a Susana Díaz —la última inquilina socialista de San Telmo, sede del Gobierno anda...
Las teclas del piano del PSOE de Andalucía empiezan a sonar. Sin ton ni son. Hay notas sueltas, pero por ahora no hay compuesta una melodía. “Lo que hay es una toma de posición previa, antes de que cuaje”, sostiene un dirigente.
—Que cuaje ¿qué?
—Una nueva mayoría en el partido.
La mayoría actual la dirige Juan Espadas, secretario general del PSOE de Andalucía, portavoz del grupo socialista en el Senado y exalcalde de Sevilla. Dejó el Ayuntamiento sevillano para enfrentarse en unas primarias a Susana Díaz —la última inquilina socialista de San Telmo, sede del Gobierno andaluz, tras casi 37 años de mandatos del mismo signo— y ser candidato a la presidencia de la Junta en 2022. Las ganó por 16,7 puntos de ventaja en una votación a la que estaban convocados 45.374 militantes. El cambio de Díaz por Espadas conllevaba dos riesgos: perder la alcaldía de Sevilla y no recuperar el Gobierno andaluz. Se cumplieron los dos.
Esa operación de recambio la apadrinó la ejecutiva federal de Pedro Sánchez con el apoyo de los secretarios generales provinciales, unos poderosos baroncillos que sustentaban su señorío en las diputaciones. La segunda mayor tragedia del PSOE andaluz, tras perder la Junta en 2018, fue la pérdida del poder municipal certificada en las elecciones locales de 2023.
El PP consolidó la aplastante mayoría absoluta lograda en las autonómicas de un año antes y se impuso en las ocho capitales y en seis diputaciones. Los socialistas solo conservaron las de Sevilla y Jaén. Esta derrota fue la segunda con Espadas de secretario general, pero sus consecuencias fueron más devastadoras que las ocasionadas por el desalojo de la Junta —la principal empresa de la comunidad más poblada de España—, porque dejó sin nómina a muchos concejales socialistas.
Luego llegaron otros dos fracasos electorales en Andalucía: las generales de julio de 2023 y las europeas de junio de 2024. En los dos casos, la lectura que hizo Espadas fue optimista. “Paso a paso vamos recuperando votos”, dijo hace un año. “Tenemos un suelo sólido para competir”, afirmó hace mes y medio. La preocupación en Ferraz por la salud electoral de la que fue la federación más influyente del PSOE, y que sigue siendo la más numerosa, lleva instalada mucho tiempo. El presidente del Gobierno y secretario general socialista, Pedro Sánchez, la ha manifestado en varias conversaciones, como en la reunión de la ejecutiva federal celebrada tras las europeas en junio pasado, aunque no cuestionó el liderazgo de Espadas. Madrid y Andalucía (las comunidades que tienen más electores, junto con Cataluña) no tiran, “y lo peor”, en palabras de un dirigente federal, es que el PSOE andaluz “se está pareciendo cada vez más a la FSM”, la antigua denominación del partido en Madrid, una organización que lleva años ensimismada en su debilidad.
En Andalucía las críticas al liderazgo de Espadas y a su capacidad para competir con éxito frente al presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, llevan instaladas prácticamente desde que asumió la secretaría general, según confirman diversas fuentes del partido. Eran voces anónimas y otras públicas, sin peso interno, hasta la reunión del comité director del pasado 18 de julio y cuando se cumple el ecuador de la legislatura. Por primera vez, ocho dirigentes de los 26 que pidieron el turno de palabra cuestionaron la manera de ejercer la oposición de Espadas. La frase que resonó fue: “No estamos bien”. Con distintas intensidades es lo que repitieron esos dirigentes, entre ellos Mario Jiménez, miembro de la ejecutiva regional, y antiguos miembros del equipo de Susana Díaz como Manuel Jiménez Barrios, exvicepresidente de la Junta, o Juan Pablo Durán, expresidente del Parlamento andaluz.
Jiménez Barrios enjaretó una retahíla de reproches que se resumen en que en la ejecutiva “no hay orden ni concierto”; señaló el “error” de Espadas al decidir compaginar la secretaría general con la portavocía en el Senado, lo que le obliga a defender posiciones del Gobierno cuestionadas en Andalucía, como la ley de amnistía y ahora el concierto fiscal para Cataluña; y lo conminó a dejar de echar la culpa a los periodistas —que Espadas considera “comprados” por la Junta— de su enflaquecimiento. La réplica de Espadas a esta crítica fue recordar el “fajo de billetes y el talonario lleno” que manejaba el Gobierno de Díaz en publicidad institucional, según ponen en su boca algunos de los asistentes. Cuando los discrepantes hablaban, él veía la sombra de Susana Díaz, su rival. “Él no ha contestado a los críticos, sino a los susanistas”, asegura un dirigente próximo al secretario general.
Al día siguiente, Espadas se despachó con un artículo en el Huffpost, en el que acusaba a la expresidenta socialista de no haber defendido a los ex altos cargos condenados por los ERE, entre ellos, los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán, y de “dañar la imagen del PSOE y la honorabilidad” de las personas que ahora han sido amparadas por las sentencias del Tribunal Constitucional. Díaz replicó en sus redes sociales: “Algunos ahora están intentando reescribir [el pasado] para quedar bien [...] Algunos en su desesperación por buscar su sitio dicen muchas tonterías”. Díaz, senadora por la comunidad autónoma, ha hecho otros pronunciamientos críticos con la dirección actual en las tertulias televisivas en las que participa, una locuacidad que un miembro de la ejecutiva regional achaca a la “tranquilidad que da saber que tienes un sueldo hasta los 75 años”, como se recoge para los expresidentes en la reformada ley del Consejo Consultivo.
Los socialistas andaluces están atónitos. “Hemos pasado del punto de inflexión que marcó Chaves, diciendo que las sentencias del Constitucional iniciaban el principio del fin del PP, al punto de la autodestrucción”, señala un diputado. “No tiene ningún sentido que el secretario general abra ahora una guerrilla interna por este tema. No debe perder el tiempo en pelearse con los socialistas, además de manera mentirosa, cuando todo su esfuerzo tiene que estar centrado en arrear contra Moreno”, afirma Jiménez Barrios. “El Constitucional nos permite pasar página de la mejor manera posible y nos lo vamos a cargar”, expresa un dirigente. “Cometió un error absurdo”, señala un responsable provincial. Sobre todo, apunta, porque las sentencias del tribunal de garantías dan oxígeno al PSOE andaluz para percutir en que no hubo ninguna trama y que las prejubilaciones de los ERE las sigue pagando el Gobierno del PP. “Espadas sacó a pasear a Díaz para buscar un enemigo interno y reforzar su mayoría. Se equivoca. El pasado nunca vuelve y ella no está en eso”, suscriben varios responsables socialistas.
Un veterano dirigente vaticina que las sentencias de los ERE no tendrán ningún efecto de “apaciguamiento” en el PSOE andaluz ni cambiará la opinión de los que creen que es necesario cambiar a Espadas. “El deterioro del PSOE no ha desaparecido con los ERE. Hay un coste reputacional grande y durante los cinco años de mandato de Díaz no se hizo nada. Lo único que hizo fue cuando se iba a ir a Madrid y perdió el tren”.
Espadas mantiene su idea de volver a ser candidato y está dispuesto a presentarse a las primarias. Lo dice en público y en privado cada vez que se le pregunta. Incluso está un tanto retador, al animar a los críticos a plantear alternativas cuando se abra el calendario de congresos, como un Neo desafiando a la pelea a los agentes Smith de Matrix. Todas las fuentes consultadas no tienen la menor duda de que la habrá cuando Pedro Sánchez levante el banderín de salida de los congresos federal, regionales, provinciales y locales, a final de año o principios de 2025.
En esta ocasión, fuentes federales aseguran que no van a tutelar ninguna operación y actuarán como en Extremadura, donde la dirección federal no se implicó en la elección de secretario regional. “Ferraz no lo va a decidir, tiene que surgir de aquí”, señalan las fuentes consultadas. Otros dirigentes andaluces reclaman a Ferraz una estrategia consensuada, específica para Andalucía, para revitalizar el PSOE, como sí la ha habido para Cataluña. “A Pedro Sánchez, ¿cómo le va a dar igual lo que pase en Andalucía y que el PSOE esté peor que nunca? ¡Elegimos 61 diputados, 32 senadores y nueve senadores autonómicos!”, recuerda una de las fuentes consultadas.
Si la vicepresidenta primera del Gobierno y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero —que no está ni quiere estar en eso, según su entorno— diera el paso, el debate en la federación andaluza se acabaría en segundos. “Pero eso no va a ser así”, pronostican a su pesar varios dirigentes. Es ahora cuando los socialistas andaluces están en la fase previa a lo que vaya a pasar (incluso que continúe Espadas), sin que se pueda hablar de una operación orgánica en marcha porque Sánchez aún no ha lanzado la carrera. Las notas sin ton ni son suenan, pero no hay melodía. Aún.