Detenido en Madrid el segundo pandillero huido de El Salvador en menos de un mes

El arrestado, presunto integrante del grupo Barrio 18, está acusado de homicidio, secuestro y extorsión en su país. En marzo fue capturado otro buscado por dos asesinatos

Dos policías trasladan esposado al presunto miembro de la pandilla Barrio 18 detenido el martes en Madrid.

Segundo golpe policial en España a las pandillas salvadoreñas en menos de un mes. La Policía Nacional ha detenido en Madrid a un presunto integrante del grupo autodenominado Barrio 18, Calle 18 o simplemente La 18 buscado por las autoridades judiciales del país centroamericano por delitos de homicidio, secuestro y extorsión, según ha informado el Ministerio del Interior. Es el segundo miembro de estas bandas criminales procedentes de El Salvador arrestado en la capital en las últimas semanas.

A finales de marzo fue capturado al llegar al Aeropuerto Adolfo Suárez-Bar...

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Segundo golpe policial en España a las pandillas salvadoreñas en menos de un mes. La Policía Nacional ha detenido en Madrid a un presunto integrante del grupo autodenominado Barrio 18, Calle 18 o simplemente La 18 buscado por las autoridades judiciales del país centroamericano por delitos de homicidio, secuestro y extorsión, según ha informado el Ministerio del Interior. Es el segundo miembro de estas bandas criminales procedentes de El Salvador arrestado en la capital en las últimas semanas.

A finales de marzo fue capturado al llegar al Aeropuerto Adolfo Suárez-Barajas un fugitivo integrante de la Mara Salvatrucha 13, el grupo rival de Barrio 18, que estaba acusado de dos asesinatos. Desde que en marzo de 2022 el presidente salvadoreño Nayib Bukele comenzara una controvertida persecución sin cuartel contra las pandillas ―que ha incluido la construcción de una prisión de máxima seguridad con un régimen de vida muy duro para encarcelar a miles de sus miembros― numerosos pandilleros han huido a países cercanos e, incluso, han dado el salto a Europa. La Policía española creó hace tiempo un grupo específico, en el que participan agentes de diversas unidades de las comisarías generales de Información y de Policía Judicial, para tratar de impedir que estas pandillas y otros grupos criminales se instalen en España.

La operación que ha desembocado en la detención del último pandillero se inició el pasado jueves, cuando la Policía Nacional recibió de Interpol (Organización Internacional de Policía Criminal, en la que están integrados 196 países) una notificación roja de busca y captura contra él a petición de las autoridades salvadoreña por delitos cometidos entre 2016 ―cuando aún era menor de edad― y 2018. Las pesquisas policiales dieron frutos cinco días después, cuando el fugitivo fue localizado mientras trabajaba como peón en una obra en la vía pública al norte de la capital.

Según detallan fuentes policiales, el arrestado, de 25 años, había aterrizado en España en 2018 con su pasaporte original y había conseguido un permiso de residencia, que le había caducado. Con pareja y una hija de meses, tras su arresto el presuntos pandillero negó pertenecer a Barrio 18 e, incluso, alegó que había tenido que abandonar su país porque este grupo lo había amenazado. El juez de la Audiencia Nacional José Luis Calama ha ordenado su ingreso en prisión a la espera de que se resuelva el trámite de extradición. La Policía intenta ahora determinar si se había desvinculado realmente de la pandilla a la que supuestamente pertenecía o intentaba implantar una estructura de este grupo en Madrid.

Su detención se ha producido tan solo tres semanas después del arresto de otro pandillero en Madrid, en este caso del grupo Mara Salvatrucha. En este caso, la Policía Nacional tuvo conocimiento de que el presunto delincuente había tomado un vuelo desde Ecuador con rumbo a España. Al llegar al aeropuerto madrileño fue arrestado al existir contra él una orden internacional de detención. En su caso, la justicia salvadoreña lo busca por un doble asesinato cometido en agosto de 2022 en el municipio salvadoreño de Teotepeque por el que se enfrenta a una pena de 84 años de prisión. Según detallaron las autoridades salvadoreñas, el arrestado entró junto a otros seis pandilleros en la vivienda de las dos víctimas haciéndose pasar por militares. Tras atarles de pies y manos, los mataron utilizando corvos (cuchillos de hoja curva).

La lucha contra la implantación de los grupos pandilleros en España ya había registrado otros tres episodios anteriores, aunque en estos casos protagonizados no tanto por miembros de Pandilla 18 o la Mara Salvatrucha, sino por “emuladores” o “franquicias”, señalan fuentes policiales. El primero se remonta a marzo de 2014, cuando siete clicas ―estructura mínima de estos grupos que controla un territorio concreto― de la Mara Salvatrucha negociaron unirse en un encuentro secreto celebrado en diciembre del año anterior en el que se planificaron dos asesinatos, según informó entonces la Guardia Civil. La operación que frustró esta alianza se saldó con 37 detenidos. La Audiencia Provincial de Alicante condenó a todos ellos en 2018 a penas que oscilaron de los 6 meses de cárcel a 13 años y 3 meses.

Mas recientemente, en febrero de 2023, la Policía Nacional y la Guardia Urbana de Barcelona detuvieron en la capital catalana a 15 personas ―en su mayoría centroamericanos, pero también varios paraguayos y un español― con edades entre los 18 y los 37 años que supuestamente intentaban implantar una franquicia de Barrio 18, el mismo grupo al que supuestamente pertenece el último detenido. La operación incluyó el registro de seis domicilios y un local en los que se encontró indumentaria y simbología vinculada a este grupo salvadoreño, documentación, armas blancas, dinero en efectivo y material informático. La última se produjo el pasado febrero, también en Barcelona y, de nuevo, con la misma pandilla como protagonista. En este caso, fueron detenidas tres personas que supuestamente realizaban labores de proselitismo para captar a nuevos miembros para el grupo delictivo en Nou Barris (el distinto de menor renta de los 10 de Barcelona) y en L’Hospitalet de Llobregat, donde se habían asentado. Su objetivo era, precisamente, ocupar el espacio dejado por la pandilla desarticulada un año antes.

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