Fracasa el código ético que políticos como Feijoó o Patxi López firmaron a estudiantes de Pamplona: “Nos han mentido en la cara”
Los alumnos del colegio Larraona Claret ofrecieron un pacto durante la campaña electoral y ahora denuncian su incumplimiento: “Si nos han mentido con esto, qué no harán con lo que tienen por detrás”
Hace un año, un grupo de estudiantes del colegio Larraona Claret de Pamplona elaboraron un código ético de cara a la doble campaña electoral que incluía diez compromisos, tanto para políticos como para la ciudadanía. Entre ellos, decir la verdad, buscar puntos de encuentro y consenso con otros partidos políticos, renunciar a la corrupción, a la crítica destructiva, al insulto, a la descalificación y al ataque persona...
Hace un año, un grupo de estudiantes del colegio Larraona Claret de Pamplona elaboraron un código ético de cara a la doble campaña electoral que incluía diez compromisos, tanto para políticos como para la ciudadanía. Entre ellos, decir la verdad, buscar puntos de encuentro y consenso con otros partidos políticos, renunciar a la corrupción, a la crítica destructiva, al insulto, a la descalificación y al ataque personal o informarse con rigor y pluralidad. Seis de los ocho candidatos a la alcaldía de Pamplona lo firmaron (salvo Geroa Bai y Vox), como también lo hicieron Alberto Núñez Feijóo, Cuca Gamarra, Patxi López y Miguel Ángel Guterres. En aquel entonces, las alumnas transmitieron su miedo a que no las tomaran en serio. Un año después, Lucía Núñez (Pamplona, 18 años) confirma su temor: “Aquellos que lo firmaron, no lo están cumpliendo. Hemos recopilado vídeos en los que se incumplen puntos del código. En especial, el de renunciar al insulto y a la descalificación”. No solo lo han incumplido, sino que lo han hecho de forma flagrante, subraya el docente responsable Eduardo Ortiz: “Cuando seleccionamos ejemplos, tuvimos que elegir entre grave y muy grave”. Hay otra cuestión que les duele especialmente, subraya Blanca Otazu (Pamplona, 18 años). “Nos han mentido a la cara. Se hicieron una foto, lo firmaron, nos miraron a los ojos y nos dijeron: creemos en lo que estáis haciendo. Y les ha faltado tiempo para incumplirlo. Si nos han mentido con esto, qué no harán con lo que tienen por detrás”.
No quieren que esta iniciativa termine aquí y se ofrecen a mediar entre los principales líderes políticos para que limen asperezas, para que empiecen a trabajar juntos. “Vamos a estar atentos durante las vacaciones de Semana Santa y, si no vemos una mejoría, daremos un paso más”, avanza Ortiz. Desde que publicaron el código hasta hoy, el panorama político nacional y local ha vivido momentos de gran tensión. Por ejemplo, en diciembre, Pamplona fue escenario de la moción de censura contra la alcaldesa Cristina Ibarrola (UPN) que impulsó EH Bildu y que salió adelante con los votos del PSOE. Entonces, algunos de quienes habían firmado el código protagonizaron escenas y debates con “continuas faltas de respeto”, recuerda Otazu. También a nivel nacional han percibido una mayor agresividad verbal. Hace poco más de un año visitaron la sede del Congreso. “Cuando llegamos nos sentimos muy pequeñas, nos imponía mucho respeto. Valoramos mucho todas las decisiones que se han tomado ahí. Por eso, ver cómo se comportan, que parece que están más en la barra de un bar que en su puesto de trabajo, nos entristece”.
Animan a la ciudadanía a poner en práctica las indicaciones del código para propiciar un cambio en el modo de hacer política. Están convencidas de que es posible y están dispuestas a manifestarse “de todas las maneras posibles para decirles que esto no nos representa. Si la masa se mueve, tiene que llegar arriba”, dice Núñez. Confían en que el mensaje llegue y, sobre todo, cale, dice Otazu. “Creo que cuando esto les llegue, por dentro, les va a doler que la juventud esté así con ellos”. Y añade Núñez: “Si escuchas que los jóvenes del país están decepcionados con el trabajo que haces y no te duele, es para reflexionar”.
Reflexión y debate. Dos de las claves necesarias para salir de esta situación en la que, denuncia Otazu, se está haciendo un uso muy partidista de los asuntos de actualidad. “Si, por ejemplo, el PSOE dice una cosa, el PP tiene que estar en el lado contrario”. Y viceversa. A Núñez, le “recuerda mucho a los hinchas de equipos de fútbol” y recalca que, poco a poco, está calando entre los jóvenes porque “hablar de tu ideología o tu opinión sobre un tema se está convirtiendo en un motivo de confrontación”. Ortiz pide tener cuidado en el cómo se transmiten los mensajes porque esa violencia verbal puede traducirse luego en física. “¿A qué están esperando? ¿A que el afiliado de X partido mate a uno de otro partido?”. Los tres insisten en la importancia de la crítica constructiva y no destructiva. Un “debe” que tienen los políticos, pero también la ciudadanía general. Da la sensación, dice Otazu, que “cuando en el telediario sale un político de un partido que no te gusta, la gente considera que no puede estar de acuerdo en nada de lo que digan”. “Los políticos lo han politizado todo”, señala Ortiz. Lo que conlleva otro problema: “Escuchan lo que quieren escuchar. En el Congreso se recibe a mucha gente, pero ¿desde dónde los escuchan? Tú ahora puedes estar escuchándome, pero cerrada al mensaje, con lo cual, no te llega. Como tú eres de este partido, ya no tienes nada que decirme. Esa es la trampa y tiene difícil solución”.
Núñez defiende que este comportamiento de los dirigentes políticos no nos lo merecemos, pero advierte, “tenemos que trabajar para no merecérnoslos”. Para ello es fundamental la implicación ciudadana, combatir el escaso interés que despierta la política. “Hay mucha gente joven que no quiere saber nada de la política, les da igual, y hay que hacer el esfuerzo de parar y pensar”. Entre otras cosas, añade Núñez, porque “cuanta más falta de interés y cuánto menos te informas, más fácil es que los de arriba hagan contigo lo que quieran”.
Es una cuestión de difícil solución en la que los medios de comunicación juegan un papel fundamental. Y tampoco nos libramos del tirón de orejas. “A veces utilizan esa parte que tiene más tirón para que pinchemos en la noticia y se dejan de lado las cosas verdaderamente importantes”, critica Otazu. De nuevo, insiste Núñez, cobra especial relevancia la responsabilidad ciudadana. “Esto es fácilmente combatible. Pluralidad informativa. Si lees varios periódicos, puedes hacerte una idea más o menos acertada de lo que se está intentando comunicar”.
Les damos la oportunidad de pensar qué preguntas harían a los principales dirigentes a nivel nacional. En este caso, al presidente Sánchez y al líder en la oposición, Núñez Feijóo. La primera pregunta se la lanza Otazu, “a Feijóo. ¿Qué está dispuesto a hacer para llegar a ser presidente? ¿Dónde cree que está el límite?”. Esa misma pregunta se la formula a Sánchez. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar para mantenerse en el poder?, se pregunta. “Se está manteniendo en su puesto a cambio de que en España esté habiendo una gran tensión con muchos temas. Se podría plantear si hay algo que esté haciendo mal”. Ortiz apela a su escasa capacidad de diálogo: “¿Qué nombre tiene cuando dos líderes son incapaces de pactar algo?”. Y Núñez les plantea: “¿Han pensado qué ejemplo dan a los jóvenes? ¿Les genera algo el ver a chicas y chicos como nosotros denunciando su trabajo?”. No haber firmado el código no impide cumplir los “puntos básicos”, concluyen y, por eso, piden a los principales responsables que obliguen a los miembros de su organización a respetarlo. “No pueden seguir dando esta imagen”.