Sánchez presume de estabilidad frente a un PP que lo ve “humillado” ante los independentistas

“Llevan seis años diciendo que la legislatura se acaba, mi Gobierno acaba de empezar la tercera”, afirma el presidente del Gobierno en el Senado

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de control celebrada en el Senado este martes.Álvaro García

Pedro Sánchez juega cada vez con más claridad a conducir a la oposición a la melancolía. Mientras el PP y Vox intentan trasladar la idea de que el Gobierno se derrumba o que está cerca de caer, el presidente se ha presentado este martes en el Senado, casi 10 meses desde la última sesión de control, con el tono de alguien que tiene la absoluta convicción de que acabará la legislatura. Y no solo con el tono, sino con la escenificación de ...

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Pedro Sánchez juega cada vez con más claridad a conducir a la oposición a la melancolía. Mientras el PP y Vox intentan trasladar la idea de que el Gobierno se derrumba o que está cerca de caer, el presidente se ha presentado este martes en el Senado, casi 10 meses desde la última sesión de control, con el tono de alguien que tiene la absoluta convicción de que acabará la legislatura. Y no solo con el tono, sino con la escenificación de un Gobierno que está negociando los Presupuestos con sus socios mientras la oposición clama en el desierto sobre su inminente caída. Un error del PP, que registró tarde las preguntas en el Senado, ha hecho que los populares no fueran los primeros en preguntar, sino los terceros. Antes fueron dos senadoras, una de ERC y otra del BNG, que mostraron claramente la realidad que se refleja cada semana en el Congreso y que se volverá a ver el jueves con la ley de amnistía: la mayoría sigue consolidándose. Tanto con ERC como con el BNG, Sánchez mantuvo un tono de negociación, con el trasfondo de los Presupuestos. Hablaron de fiscalidad e infraestructuras, algo habitual entre socios.

Cuando le tocó el turno al Partido Popular, que estrenaba a su nueva portavoz, Alicia García, nada más y nada menos que en una sesión de control frente a Sánchez, llegó la habitual catarata de acusaciones en torno a la idea de que el presidente está “humillado” frente a los independentistas y que su Gobierno no se sostiene. “¿Qué estabilidad política puede ofrecer en este amasijo de escándalos?”, clamaba García, aplaudida en pie por su grupo cuando recuperó en fila todos los grandes éxitos de la oposición del PP: el “pacto encapuchado con Bildu”, el “títere de un prófugo de la justicia”, el presidente del Falcon, el que “pasará a la historia como el que blanqueó a los herederos de ETA, que sacó a la calle a violadores, que hizo la amnistía a los golpistas”.

Sánchez, sin embargo, parecía mucho más confiado que hace dos semanas, cuando se lo vio muy incómodo en la sesión de control en el Congreso justo después de que estallara el escándalo del caso Koldo y José Luis Ábalos se negara a entregar el acta de diputado que el PSOE le había pedido. Después de unas semanas durísimas, el pacto de la amnistía y ahora la posibilidad de conseguir los Presupuestos han cambiado por completo el ambiente en el Ejecutivo, y estas sesiones de control son muy sensibles a este tipo de giros de ánimo. Sánchez casi ni contestó a las acusaciones, y se centró en mostrar que él está ya pensando en consolidar la legislatura y otros tres años y medio. “Llevan seis años diciendo que esta legislatura se acaba. Bueno, pues mi Gobierno acaba de empezar la tercera legislatura”, lanzó Sánchez, que lleva toda la semana dejando caer la idea de que el caso Koldo está quedando atrás. Y que el Ejecutivo ya está en otra cosa porque sus aliados no han dudado en mantener su apoyo y que ahora se disponen a afianzarlo en los Presupuestos.

El presidente evitó hurgar en el caso de la pareja de Isabel Díaz Ayuso, dejó eso para otros ministros, como Óscar Puente o María Jesús Montero, pero sí quiso sacar el 11-M para acusar al PP de mantener “la gran mentira” de entonces y conservar ese espíritu en su estilo de oposición 20 años después. Pero sobre todo, Sánchez parecía tener especial interés en pasar página del caso Koldo y mostrar ante el PP que le queda un largo periodo de oposición y que no hay ninguna caída inminente del Gobierno en el horizonte. Para eso tendrá que lograr los Presupuestos, que ya se están negociando. ERC está hablando con claridad de un pacto fiscal y una “financiación singular”, como la llamó la senadora de este grupo, Sara Bailac. Sánchez evitó el choque directo con ERC en plena negociación, pero apuntó claramente que el pacto fiscal y la financiación específica no están encima de la mesa. “Siempre hemos sido claros, queremos un nuevo sistema de financiación, con una respuesta multilateral”, aseguró. Fuentes del Gobierno insisten en que la negociación no irá por ahí porque lo máximo que puede ofrecer es una reforma de la financiación autonómica que hay que pactar con todos, pero no un pacto fiscal para una financiación específica para Cataluña.

El PP intentó durante toda la sesión de control estirar el caso Koldo con varios ministros, pero después de tres semanas, los responsables del Gobierno ya están en otro ánimo y contestan sistemáticamente que el PSOE ha cortado la cabeza más importante, la de José Luis Ábalos, y a partir de ahí, ninguna de las otras figuras que los populares quieren cobrarse (el expresidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, ahora ministro de Política Territorial; la expresidenta de Baleares, Francina Armengol, ahora presidenta del Congreso; o el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska). Todos ellos insisten en que no hay ninguna investigación contra ellos y, por tanto, el PSOE parece decidido a que la sangría se pare en Ábalos.

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