Feijóo exhibe ante Sánchez su euforia electoral y se olvida de la amnistía
El presidente identifica al líder del PP como la fuente que habló a periodistas de posibles indultos y le espeta: “Todo en usted es mentira”
La euforia burbujeaba este miércoles desde muy temprano en la bancada popular del Congreso y se derramaba por todo el hemiciclo. En cuanto apareció su líder, Alberto Núñez Feijóo, minutos antes del comienzo de la primera sesión de control al Gobierno después del gran triunfo electoral del PP en Galicia, sus compañeros lo saludaron con una sonora ovación. A Feijóo no le cabía la sonrisa en el rostro cuando encendió el micrófono para dirigirse al presidente. Y, claro, la primera en la frente fue para regodearse ...
La euforia burbujeaba este miércoles desde muy temprano en la bancada popular del Congreso y se derramaba por todo el hemiciclo. En cuanto apareció su líder, Alberto Núñez Feijóo, minutos antes del comienzo de la primera sesión de control al Gobierno después del gran triunfo electoral del PP en Galicia, sus compañeros lo saludaron con una sonora ovación. A Feijóo no le cabía la sonrisa en el rostro cuando encendió el micrófono para dirigirse al presidente. Y, claro, la primera en la frente fue para regodearse en la victoria y en el desastroso resultado de los socialistas el pasado domingo.
Por ahí se lanzó el líder de la oposición, dispuesto a acorralar a Pedro Sánchez: “¿Qué va a inventar hoy para no hablar de lo que ha ocurrido en Galicia y de su responsabilidad en los resultados?”. Al presidente, en efecto, no le apetecía hablar mucho de su batacazo en Galicia. Pero a Feijóo también había otro tema que le escaldaba, justo el que ha ocupado casi monotemáticamente su discurso en los últimos meses: la amnistía. A quien le interesaba esta vez era curiosamente a quien escapaba de él hasta hace poco: el propio Sánchez.
La vida parlamentaria española es como una emulación constante de aquel célebre “yo he venido a hablar de mi libro”. La sesión de control de este miércoles ofreció algunos ejemplos muy depurados, como cuando el diputado popular Juan Bravo preguntó por la dimisión del responsable de la oficina de fondos europeos, y la vicepresidenta María Jesús Montero respondió con la dimisión, hace ya casi cuatro años, del consejero madrileño que gestionaba las residencias de mayores durante la pandemia.
El duelo entre Feijóo y Sánchez transcurrió por derroteros parecidos. El libro del líder del PP era su victoria gallega y el libro del presidente eran las confesiones de la dirección popular, en medio de la campaña para el 18-F, sobre sus tratos con el entorno de Carles Puigdemont. En el caso de Sánchez, con una novedad importante: identificó sin ningún género de dudas a Feijóo como la persona que contó a 16 periodistas que estaría dispuesto a conceder indultos a los independentistas en determinadas condiciones y que no cree que se puedan probar las acusaciones de terrorismo que formulan algunos jueces y fiscales. El líder del PP no lo negó, aunque, como viene haciendo desde hace días y sin entrar en más concreciones, dejó caer que son mentira algunas de las cosas que se le atribuyen de aquella conversación.
Sánchez empezó su respuesta por destacar que el propio Feijóo había admitido la víspera que las elecciones gallegas eran un plebiscito sobre su liderazgo. A continuación, deprisa y sin mucho énfasis, cumplió con la cortesía de felicitar al vencedor, y eso le sirvió para introducir otra felicitación más irónica: “A usted, por volver al sentido común cuando reconoció que el camino para Cataluña es la reconciliación y no la confrontación, como les dijo a 16 periodistas”. Y, de inmediato, la estocada: “Usted hubiera aprobado una amnistía, un indulto y lo que hiciera falta”.
A partir de ese momento, el debate derivó en un escenario ya habitual entre Sánchez y Feijóo, una competición sobre quién insulta y quién miente más y mejor. El líder del PP, sin desmentir que fuese él la “alta fuente” cuyas confidencias a los periodistas el pasado día 9 tanta desazón sembraron en su partido, rechazó las afirmaciones que el presidente le adjudicaba: “Miente sobre lo que pienso, por mentiras me gana usted por goleada”. Nuevo momento para sacar pecho por el éxito en su tierra: “Aquí me tiene, de pie… Y el resultado del plebiscito es 40 a 9 [los escaños obtenidos por PP y PSOE]”.
La palabra amnistía no salió ni una vez de los labios de Feijóo. Eso era lo que ocurría antes con Sánchez, pero la política tiene sus impredecibles giros de guion y esta vez fue el presidente quien se recreó en ella. “Usted es mentira tras mentira”, cargó el líder socialista antes de concluir: “¿Con qué Feijóo nos quedamos? ¿Con el que negocia la amnistía por la mañana con los independentistas o con el que les llama terroristas por las tardes? Todo en usted es mentira”.
Despliegue del PP
La ausencia de la amnistía no solo fue patente en el discurso de Feijóo, sino en todo el despliegue del PP en la sesión de control, centrado esta vez en las protestas agrarias y en la muerte de dos guardias civiles arrollados por una narcolancha en Barbate (Cádiz). Solo una incondicional del combate al independentismo, Cayetana Álvarez de Toledo, devolvió la amnistía al primer plano, al preguntar con sorna al ministro de Justicia por qué se ha prolongado el plazo para elaborar la ley: “¿Es que el prófugo ya no se fía de ustedes?”. “La han dejado sola”, le replicó Félix Bolaños. “Debería preguntarle mejor a su jefe”. Álvarez de Toledo también se adentró entonces por el camino más fácil de la resaca electoral. Certificó la “desaparición del PSOE como partido nacional” y acabó desafiante: “Prepárense para las europeas… Y luego, para las generales”.
Por lo demás, el presidente enfrentó las preguntas de dos de sus respaldos parlamentarios. Una, más de guante blanco, de la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, a la que prometió que buscará una nueva fórmula para transferir a Navarra las competencias de Tráfico después de que el Tribunal Supremo lo haya anulado por haberse hecho a través de un decreto ley. Un poco más complicado resultó el diálogo con Míriam Nogueras, de Junts. Sánchez intentó desmentir que, como denunciaba la portavoz independentista, el Estado discrimine a Cataluña en sus inversiones. Nogueras no ofreció el menor gesto conciliador y regresó a sus proclamas habituales a favor de la independencia, remachadas con el grito final de “visca Catalunya lliure”.