Vox espolea la protesta del campo pero no la controla
El partido ultra se resiste a cortar las subvenciones a las organizaciones agrarias como exige la plataforma que promovió las primeras tractoradas
Vox ha asumido la tabla reivindicativa de la Plataforma 6F (6 de febrero), el movimiento que promovió las primeras tractoradas en España el pasado martes, adelantándose a las asociaciones representativas del campo, y la ha difundido en las redes sociales. Con alguna excepción. El partido ultra no respalda la demanda de “eliminar toda subvención y financiación pública a las organizaciones agrarias”. ...
Vox ha asumido la tabla reivindicativa de la Plataforma 6F (6 de febrero), el movimiento que promovió las primeras tractoradas en España el pasado martes, adelantándose a las asociaciones representativas del campo, y la ha difundido en las redes sociales. Con alguna excepción. El partido ultra no respalda la demanda de “eliminar toda subvención y financiación pública a las organizaciones agrarias”. Aunque Santiago Abascal ha hecho bandera de suprimir las ayudas públicas a sindicatos y patronal, la Consejería de Agricultura de Castilla y León, en manos de Vox, mantuvo en su primer presupuesto las subvenciones directas a organizaciones como la COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos) o Jóvenes Agricultores; y en los siguientes las recortó, pero sin eliminarlas. Al contrario que los sindicatos de clase, a los que considera enemigos, Vox cree que las asociaciones de campesinos, muchos de ellos pequeños y medianos propietarios, son un granero potencial de votos.
La cara visible de la Plataforma 6F, Lola Guzmán, es una exmilitante de Vox, negacionista, antivacunas y homófoba, que se confiesa desencantada con su antiguo partido y le ha advertido de que no intente capitalizar su movimiento. El vicepresidente castellano y leonés, Juan García-Gallardo, recibió abucheos cuando se presentó para sacarse una foto con los agricultores que protestaban en Valladolid. El abogado de la plataforma, Xaime da Pena, tampoco oculta su ideología: de su bufete salieron los 40.000 euros con los que se financió una lona gigante que la empresa Desokupa colgó el verano pasado frente a la madrileña estación de Atocha contra el presidente Pedro Sánchez (a cuya esposa se ha referido despectivamente en una entrevista como “travelo”). Entre sus clientes figuran el propagandista ultra Vito Quiles o el acosador del ministro Óscar Puente. Otro influencer en la órbita de Vox, Alvise Pérez, hizo este sábado de maestro de ceremonias en el acto que reunió a agricultores y transportistas junto al estadio del Atlético de Madrid, que acabó con cargas policiales cuando parte de los asistentes intentó cortar la cercana autovía M-40.
Pese a las coincidencias, el partido ultra no acaba de controlar esta red del descontento tejida a través de grupos de WhatsApp o Telegram y se ha lanzado a hacerle la competencia. Solidaridad, brazo sindical del partido ultra, ha ofrecido sus servicios jurídicos “a los españoles que están protestando por las políticas de Bruselas aprobadas por el PP y el PSOE”. Es decir, a los más de 30 detenidos y 3.000 denunciados por infracciones administrativas desde que empezaron las protestas. Exactamente lo mismo que les ofrece el abogado de la Plataforma 6F.
Vox no ha condenado los actos vandálicos. Al contrario. Solidaridad ha difundido, justificándolo, un vídeo en el que se ve a manifestantes arrojando al suelo la mercancía de un camión supuestamente cargado con tomates marroquíes como hacen en Francia con los productos españoles. Y Abascal le espetó a Sánchez en el Congreso si habrá amnistía para los agricultores en caso de que alguno, llevado “por su santa ira y su justa indignación, apriete demasiado”, en alusión a los independentistas encausados por los disturbios de Cataluña en 2019. Preguntado si eran ilegales los cortes de carreteras realizados por los agricultores en su región, el vicepresidente y consejero de Interior de Murcia, el ultra José Ángel Antelo, contestó: “Aquí lo único ilegal es el Gobierno que tenemos”. Vox espolea la protesta, pero no lleva las riendas.