Bruselas dará unos 200 millones de euros a Mauritania para frenar la salida de cayucos
El país pasa a ser clave en la ruta canaria: de sus costas salieron en enero el 83% de los migrantes. Pedro Sánchez y Ursula von der Leyen visitarán Nuakchot esta semana
La intensa salida de cayucos desde Mauritania hacia Canarias en los últimos tres meses ha situado a ese país africano en el epicentro de la preocupación de las autoridades españolas, que han ejercido presión ante la Unión Europea para que destine más fondos a un Estado sumido en una crisis de refugiados por la desestabilización del vecino Malí. Las autoridades españolas no se atreven a sentenciar, ni siquiera en ...
La intensa salida de cayucos desde Mauritania hacia Canarias en los últimos tres meses ha situado a ese país africano en el epicentro de la preocupación de las autoridades españolas, que han ejercido presión ante la Unión Europea para que destine más fondos a un Estado sumido en una crisis de refugiados por la desestabilización del vecino Malí. Las autoridades españolas no se atreven a sentenciar, ni siquiera en petit comité, que el Gobierno mauritano esté relajando sus controles para forzar la recepción de recursos, pero sí cree que está haciendo una llamada de atención a la que se debe responder. “Es imprescindible priorizar fondos para Mauritania o la situación empeorará”, consideran fuentes gubernamentales. Esta semana, el presidente Pedro Sánchez visitará el país africano acompañado de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en un viaje que promete abrir más campos de inversión en infraestructuras, seguridad y lucha contra el terrorismo, aunque la clave será la inmigración irregular. Fuentes comunitarias afirman que Bruselas prepara una partida de unos 200 millones de euros para ayudar a Nuackchot en el control de los cayucos que salen de sus costas y en la gestión de los cientos de miles de migrantes y refugiados que viven en el país.
En los últimos meses, la mayoría de los migrantes que llegaban al archipiélago canario procedían de Senegal, pero el control migratorio —en el que España colabora activamente, tal y como se puso de manifiesto en la última visita a Dakar del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska— y la llegada del invierno, que complica mucho el viaje desde costas senegalesas, propiciaron un descenso de las salidas. Enseguida, sin embargo, se abrió otro frente. Entre las más de 6.000 personas que alcanzaron Canarias en enero de este año, el 83% había salido de Mauritania, donde hay destacados medio centenar de agentes españoles que cuentan con sus propios medios terrestres, patrulleras, embarcaciones, helicópteros y aviones. Su trabajo, sostiene Interior, evitó la llegada de al menos 7.000 migrantes a las islas en los primeros 10 meses de 2023.
Los datos dispararon las alertas de las autoridades españolas y activaron llamadas al más alto nivel para intermediar, como ya se ha hecho en numerosas ocasiones con Marruecos, ante la UE. “Mauritania percibe a España como el país de la UE con el que tiene mejor entendimiento y, por eso, nos pide de forma indirecta que seamos sus valedores en Bruselas”, explican fuentes diplomáticas. España apoya a los guardacostas mauritanos desde hace más de una década con subvenciones anuales, la última de 10 millones de euros, según datos del portal de contratación. Es un tercio de lo que España entrega cada año a Marruecos, pero donde había más margen de reclamación era en Bruselas. La partida de la UE para combatir la inmigración irregular en Mauritania fue de 12,5 millones de euros para el periodo 2022-2027, así que esos nuevos fondos europeos de 200 millones, si se concretan, supondrán un salto espectacular y colocarán al país en primera línea de la cooperación con la UE. Libia, por ejemplo, ha recibido 700 millones de euros de fondos europeos desde 2015.
La cuestión viene estudiándose desde hace unas semanas. El pasado 11 de diciembre se celebró en Bruselas una reunión con altos funcionarios españoles, mauritanos y europeos. Según fuentes conocedoras del encuentro, los representantes mauritanos expusieron sus necesidades y demandaron, sobre todo, equipamiento y tecnología para control fronterizo, además de facilidades para que sus nacionales obtengan visados.“Mauritania ha insistido en recibir más atención de la UE, tomando como referencia el supuesto agravio comparativo con Túnez”, señala una fuente diplomática. Túnez, principal punto de salida de las decenas de miles de migrantes que llegaron a Italia el año pasado, también recibió en junio la visita de Von der Leyen acompañada de Giorgia Meloni, la primera ministra italiana. Tras el viaje se anunció en un paquete de 1.000 millones de euros para la recuperación financiera del país, en el que hay una partida de 150 millones exclusivamente para inmigración. Todo a cambio de que las autoridades de Túnez controlen más sus costas.
La llamada de atención de Nuakchot ha acabado por ser una reacción habitual en varias latitudes. La política migratoria europea ha apostado por financiar a países de origen y tránsito para delegar en ellos el control de fronteras lo más lejos posible de territorio europeo. El pacto milmillonario con Turquía, tras la llamada crisis de los refugiados de 2015, inauguró una forma de gestionar los flujos migratorios que riega de millones a Libia, Marruecos o Túnez, todos ellos señalados por las violaciones de derechos humanos a las que someten a los migrantes y refugiados. Esos acuerdos con países clave en el tránsito de los migrantes hacen que otros, con menos peso en el tablero migratorio, reclamen su sitio en el reparto. Es ahora el caso de Mauritania, también señalada por la detención y expulsión sumaria de extranjeros. “No es la manera de atajar el problema, es una vía abierta al chantaje. Cuando quieren dinero, abren el grifo [de la salida de migrantes]. Hay que buscar otras soluciones”, lamenta una fuente policial.
Gestión de su propia crisis
Mauritania se enfrenta en la actualidad a su propia crisis de refugiados. La inestabilidad del Sahel y el recrudecimiento de la violencia en el norte y centro de Malí, donde se ha reactivado el conflicto con los independentistas tuaregs, han provocado un incremento sin precedentes de la cifra de refugiados procedentes de este país. El campo de Mbera, cerca de la frontera, ronda ya las 100.000 personas, muy por encima de su capacidad, y se calcula que en los últimos meses han llegado entre 50.000 y 60.000 personas al país huyendo de la guerra. Oficialmente, Mauritania acoge a unos 150.000 refugiados y solicitantes de asilo. Al mismo tiempo, es el socio más fiable que le queda a la UE en el Sahel tras los golpes de Estado en Malí, Burkina Faso y Níger y el acercamiento a Rusia de las juntas militares de estos tres países. “El rol de Mauritania es crucial para contribuir a la estabilidad”, mantienen fuentes comunitarias.
Pero los fondos necesarios para cubrir las crecientes necesidades de atención humanitaria no aumentan al mismo ritmo. En 2023, ACNUR (la agencia de la ONU para los refugiados) requirió de 30 millones de euros para atender a todas estas personas y los donantes solo cubrieron dos terceras partes. En 2024, las necesidades se han disparado hasta los 41 millones. Para hacer frente a la urgencia, Naciones Unidas y el Gobierno mauritano aprobaron el pasado 11 de enero un plan de contingencia de 11,4 millones de euros. Las autoridades mauritanas confían en una mayor implicación financiera de la Unión Europea.
Los migrantes que llegan a Canarias desde territorio mauritano no proceden, en su mayor parte, del norte y centro de Malí castigado por el conflicto: estos refugiados se suelen instalar en las zonas fronterizas o en las ciudades mauritanas. Los migrantes que cogen los cayucos y parten hacia el archipiélago español son, sobre todo, malienses del oeste y el sur del país y cada vez más mauritanos (procedentes, muchos de ellos, de la región de Guidimakha). Otro aspecto novedoso está los puntos de salida: los cayucos ya no sólo zarpan de la zona de Nuadibú sino también de diferentes enclaves de la línea costera que une a esta ciudad con la capital, Nuakchot, lo que complica las tareas de vigilancia. “Sin duda, la inestabilidad en los países vecinos contribuye a la decisión de correr el riesgo de emprender un viaje apremiante e incierto. Y la limitada oferta de rutas migratorias regulares es una causa adicional”, explica Boubacar Seybou, jefe de misión de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) en Mauritania. Este organismo “continúa abogando por el establecimiento de rutas migratorias seguras y regulares”, remarca.
La OIM participa regularmente, pero no siempre, en la asistencia a migrantes interceptados por la Gendarmería mauritana en sus aguas. Entre diciembre de 2023 y enero de 2024 intervino en 13 ocasiones, y 11 de dichos cayucos habían zarpado de la propia Mauritania, lo que indica el cambio de tendencia. “En 2023, las capacidades de todos los actores (organizaciones humanitarias y autoridades mauritanas) se vieron sobrepasadas por las cifras de desembarcos (...) El número de migrantes llegados a Canarias o interceptados en Mauritania en enero de 2024 ha sido muy alto comparado con el mismo periodo del año pasado”, concluye el jefe de misión de la OIM.