Feijóo inflama su discurso para salvar el ‘match ball’ de las gallegas

El PP coquetea con la deslegitimación de las instituciones para elevar la tensión y dejar sin espacio a Vox en Galicia

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo (derecha), y el presidente del PP de Galicia, Alfonso Rueda, el 21 de enero, durante la clausura la XXVI jornada interparlamentaria del PP en Ourense.BRAIS LORENZO (EFE)

Era un día fácil, de los de solo rematar a gol. El Gobierno se había enredado en el laberinto de la amnistía, argumentando que se puede diferenciar entre un tipo de terrorismo amnistiable y otro que no, por la enmienda pactada con Junts para blindar la aplicación de la medida de gracia al expresidente catalán Carles Puigdemont y la secretaria general de ERC, Marta Rovira, que están acusados de terrorismo. Pero a primera hora de la tarde, el martes en Barcelona, el vicesecretario Institucional del PP, Esteban González Pons, figura de la máxima confianza de Alberto Núñez Feijóo, ...

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Era un día fácil, de los de solo rematar a gol. El Gobierno se había enredado en el laberinto de la amnistía, argumentando que se puede diferenciar entre un tipo de terrorismo amnistiable y otro que no, por la enmienda pactada con Junts para blindar la aplicación de la medida de gracia al expresidente catalán Carles Puigdemont y la secretaria general de ERC, Marta Rovira, que están acusados de terrorismo. Pero a primera hora de la tarde, el martes en Barcelona, el vicesecretario Institucional del PP, Esteban González Pons, figura de la máxima confianza de Alberto Núñez Feijóo, lanzó una declaración de alto voltaje político que suponía la deslegitimación total de una de las máximas instituciones del Estado.

“El cáncer del Estado de derecho en España”, dijo Pons, “se llama Tribunal Constitucional, presidido por Cándido Conde-Pumpido”. El dirigente del PP sugirió que los magistrados progresistas del tribunal de garantías prevarican porque, afirmó, actúan “con disciplina de voto” bajo las órdenes de un presidente “en conexión política con el Gobierno”, y avisó de que el partido se planteaba dejar de presentar recursos de inconstitucionalidad, incluido el de la amnistía. Después de haber criticado al Gobierno por cuestionar a los jueces, el PP tropezaba con la misma piedra. Pons se vio obligado a rectificar y nadie marcó el gol, pese a que el día había amanecido apuntando a una victoria asegurada.

El vicesecretario de Asuntos Institucionales del PP, Esteban González Pons, en un acto en Barcelona el 23 de enero. DAVID ZORRAKINO - EUROPA PRESS (Europa Press)

En el comunicado que el PP difundió en nombre de González Pons para arreglar el patinazo, el partido añadía un mensaje importante. El PP, subrayaba el texto, considera que “una de sus principales funciones, más si cabe en esta legislatura, es preservar el máximo respeto a las instituciones”. Es decir, Feijóo reveló que le preocupa ser acusado de deslegitimar las instituciones del Estado, una línea de separación que hasta ahora los populares habían mantenido con Vox. Sin embargo, el propio Feijóo ha decidido desdibujarla. La clave de ese cambio, interpretan en el PP, está en que necesita superar el match ball (punto de partido) que suponen para él las elecciones gallegas.

“Lo de Pons fue un comentario muy desafortunado porque estamos centrando el discurso en cuestionar las acusaciones de lawfare a los jueces por parte del Gobierno y sus socios”, lamenta un miembro del núcleo duro de Feijóo. Sin embargo, la melodía de deslegitimación de las instituciones encaja a la perfección con otras declaraciones del líder del PP de las últimas semanas.

Este mes de enero, Feijóo ha defendido que “la soberanía nacional ya no reside en las Cortes”, aun reconociendo que decir eso “supone restarle legitimidad al Congreso”. Además, ha comparado la Cámara baja con el Parlament en los tiempos del procés, y ha terminado poniendo en duda que en España la Constitución esté vigente. “Un país donde los ciudadanos no son iguales ante la ley da igual la Constitución que tenga. No tiene Constitución”, ha llegado a decir sobre la situación española.

Feijóo ha inflamado el discurso del PP, ayudado por sus principales escuderos, como Pons (aunque al final rectificara), y sobre todo por su portavoz parlamentario, Miguel Tellado. La semana pasada, Tellado situó al Gobierno de Sánchez fuera de la democracia. Un Ejecutivo “que ampara terroristas, y que al mismo tiempo ataca a los jueces, no tiene cabida en una democracia moderna”, dijo.

La diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo y su compañero de formación Miguel Tellado, en una reunión en el Congreso el 24 de enero. J.P.GANDUL (EFE)

El primer efecto de la estrategia de la hipérbole es dejar sin espacio político a Vox. El partido ultra se ha visto obligado a contorsiones argumentales para justificar que se oponía a la supresión del término “disminuidos” de la Constitución —una reforma que ha aunado el respaldo de todo el arco parlamentario— porque necesitaba diferenciarse del PP. Además del discurso exaltado, Feijóo se ha impuesto también a los ultras en la agitación de la calle. Después de meses de manifestaciones contra la amnistía, los populares volvieron este domingo a la calle con una concentración en la plaza de España de Madrid, de asistencia multitudinaria (45.000 personas, según la Delegación del Gobierno). El partido había fletado autobuses gratuitos procedentes de toda España ante el temor en la dirección de que “la amnistía no tiene la pujanza ya de hace unos meses”, admiten algunas fuentes internas.

La estrategia está en el manual de cualquier campaña electoral. Por un lado, el partido defiende que el líder del PP endurece su discurso por la polémica negociación del Gobierno con los independentistas, además de por la “inercia política, en la que decir algo sensato es muy difícil”, y por la propia presión de la derecha. “Los medios afines nos piden más madera, y el Gobierno no para de provocar”, apunta un dirigente. “En el PP todo el mundo es partidario de endurecer el discurso. No damos crédito a lo que está pasando”, defiende otro miembro del núcleo duro del líder.

Pero el tema de fondo, admiten también distintas fuentes, son las elecciones gallegas del próximo 18 de febrero. El PP necesita elevar la tensión ambiental para activar a su electorado porque todas las encuestas prevén que va a ganar. Demasiada calma juega en contra y, además, al PP le hace falta elevar la participación en Galicia —no llegó al 50% en 2020— y tiene que reducir al máximo el voto a Vox. “Hay que bajarles de ese 3% que, aunque no es suficiente para que consigan representación, puede ser un mordisco decisivo para Alfonso Rueda [el candidato del PP]”, advierte un presidente autonómico del PP.

“Todo lo que está pasando es por Galicia. Todo”, resume este barón sobre los últimos movimientos del líder del PP. “Feijóo se la juega en estas elecciones. Después del fiasco de las generales, este es su match ball”, analiza. “Él sabe que si ganamos, habrá ganado Alfonso Rueda; pero si perdemos, habrá perdido él. No puedo ni imaginar qué escenario se abriría si perdemos Galicia”.

Crisis de los pellets

Nadie en el PP espera, hoy por hoy, una derrota en Galicia —la apuesta más extendida es que hay un 80% de probabilidades de conservar la mayoría absoluta, aunque sea bajando varios escaños—, pero la catástrofe medioambiental de los pellets puso al partido en alerta. “Esta crisis es lo mejor que nos ha podido pasar, porque en Galicia se han acojonado y se han dedicado de verdad a trabajar para ganar las elecciones”, sostiene un presidente del PP.

El primero, Feijóo, que ha nacionalizado la campaña con la nueva protesta en la calle contra Pedro Sánchez y una gira del partido por todo el país, que el PP lanzará las próximas semanas, contra los acuerdos con los independentistas. “Feijóo está buscando ponerse también la medalla de la victoria gallega”, apunta este presidente autonómico. El líder necesita una victoria en su tierra para sobrellevar el trago amargo, del que todavía se sigue recuperando, de no haber podido gobernar el país, como esperaba. “La oposición es muy dura”, se escucha como lamento en el PP. “El problema para Feijóo es que si perdemos, se abriría una crisis importante; pero si conservamos el poder, en realidad nos quedamos igual”, resume otro dirigente sobre el escenario al que se enfrenta el líder popular, que está obligado a ganar en Galicia.

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