Sevilla prometió frenar la turistificación, pero sus licencias para pisos vacacionales siguen al alza
El alcalde, José Luis Sanz (PP), admitió en la campaña electoral que el turismo “se había ido de las manos” pero tras llegar al cargo ha concedido permiso para 16 nuevos edificios
Sevilla se ha puesto una venda en los ojos para no ver el problema de la turistificación. El alcalde, José Luis Sanz (PP), alertó el pasado mayo sobre que el turismo se les había “ido de las manos” tras “desbordarse”, y fue tajante sobre el tope alcanzado: “En Sevilla no cabe ni un apartamento turístico más, ni mucho menos, viviendas con fines turísticos (…) Me obsesiona alcanzar el equilibrio necesario con l...
Sevilla se ha puesto una venda en los ojos para no ver el problema de la turistificación. El alcalde, José Luis Sanz (PP), alertó el pasado mayo sobre que el turismo se les había “ido de las manos” tras “desbordarse”, y fue tajante sobre el tope alcanzado: “En Sevilla no cabe ni un apartamento turístico más, ni mucho menos, viviendas con fines turísticos (…) Me obsesiona alcanzar el equilibrio necesario con los vecinos porque en algunas zonas el turismo masivo está descontrolado y es un problema”, dijo justo antes de lograr la Alcaldía en las últimas elecciones municipales.
Solo dos meses después, el Ayuntamiento concedió en julio 16 nuevas licencias de obra para reformar edificios con apartamentos turísticos, la mayoría ubicados en el casco histórico de la capital andaluza. La deriva para que el turismo masivo siga creciendo se ha comido las promesas de Sanz y de momento el centro seguirá perdiendo vecinos: en la última década se han ido 3.400 ciudadanos y la población ha bajado de 60.000 a 57.000 vecinos en el corazón de la tercera ciudad española que más turistas recibió en 2022 con 3,4 millones, según un estudio con datos del INE.
“La ocupación del espacio por los turistas es bestial, insoportable y disparatada. Es el encarecimiento de la vivienda y el ruido, pero también los patinetes, los veladores, las bicicletas y las comparsas de mariachis. Es verdaderamente un parque temático. ¿Por qué no se pone pie en pared si sabemos que el modelo está abocado al fracaso?”, inquiere David López, portavoz de Iniciativa Ciudadana Sevillana, plataforma que el pasado jueves, Día Mundial del Turismo, convocó a un centenar de vecinos para protestar por la inacción municipal ante una pancarta con el lema “Sevilla se muere”.
El turismo voraz es un problema que atraviesa el país y la especulación inmobiliaria corroe los centros de Barcelona, San Sebastián, Málaga o Palma, pero la mutación habitacional y comercial que deforma las identidades de las ciudades es más acuciante en Sevilla, con uno de los centros históricos más grandes de Europa. Esta radical transformación de habitantes, usos y costumbres está dejando una estampa desconocida, con nada menos que 45.000 plazas en pisos y viviendas turísticas y 29.000 plazas hoteleras en una ciudad de apenas 700.000 habitantes.
El nuevo alcalde hizo bandera de la lucha contra la turistificación para desbancar a su rival socialista, Antonio Muñoz, pero ahora sigue sus pasos y agranda la alfombra roja para hoteles y pisos turísticos, que crecen como setas. El problema también radica en el espacio público, cada vez más copado por los veladores. En 2020 el Ayuntamiento permitió a los bares y restaurantes ampliar sus mesas en las calles y plazas por las pérdidas económicas de la pandemia, ocupación que se ha ido prolongando durante tres años y ahora Sanz pospone hasta el próximo febrero, tras la petición del sector de la restauración. La gerencia de Urbanismo alega que las inversiones de los hosteleros aún no han sido amortizadas, por “circunstancias de índole económica y social de interés general”.
Pese al bum turístico, Sevilla encabeza la desigualdad: el histórico barrio de Santa Cruz —en el distrito centro— se ha convertido en el primero de España con más viviendas de uso turístico que las destinadas a residentes, pero la pobreza está enquistada y la ciudad arrastra seis de los 15 barrios con menor renta neta media anual por persona, según datos oficiales.
Para justificar las 16 nuevas licencias concedidas este verano que aumentan la presión turística, el Ayuntamiento alega que incurriría en prevaricación si las limitara o denegara, dada la ley andaluza en vigor. El Consistorio asegura que una vez que la Junta renueve la ley que regula los pisos turísticos, previsiblemente a finales de año, abordará las medidas para “limitar o, en su caso, suspender las nuevas autorizaciones de establecimientos turísticos”, según fuentes municipales. En paralelo, diseña “un plan de choque” con medidas para reforzar el control de las viviendas turísticas “consideradas ilegales”.
La plataforma vecinal critica que con voluntad política Sevilla podría esquivar la norma autonómica, como hizo el anterior Ayuntamiento de Cádiz, que modificó su plan urbanístico para limitar las viviendas turísticas, y tras un recurso de la Junta ante el Tribunal Superior andaluz, los jueces le dieron la razón a la ciudad costera. El alcalde sevillano ha optado por esperar a la nueva norma que prevé la Junta (PP) y no se apoyará en la reforma de su PGOU.
Desde 2015 el aumento de la presión turística se disparó con Antonio Muñoz (PSOE) como delegado de Hábitat Urbano y luego alcalde, pero ahora los socialistas critican al PP por no ponerle freno. “Con la trayectoria de Muñoz, la gente se indigna al oír ahora esas críticas”, censura López. Preguntado el PSOE municipal para aclarar su punto de vista sobre el problema, un portavoz rechazó la oferta de este diario.
Mientras, las pintadas en el centro con la frase Tourists go home se repiten cada cierto tiempo y el pasado abril aparecieron candados para llaves de los apartamentos turísticos sellados con silicona y pegamento, muestra del hartazgo vecinal, acompañados de la frase “Esto antes era un hogar”. Carlos Pérez-Lanzac, presidente de la asociación andaluza de profesionales de viviendas y apartamentos turísticos AVVA, niega la mayor: “No hay una presión turística ni saturación, sino zonas de concentración especial (…) La turistificación es un factor más en el mercado inmobiliario y la propia CNMC [Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia] nombra otros como la falta de oferta, el volumen de los hogares, y que a Sevilla llegan teletrabajadores con mayor presupuesto que el sevillano”.
Desde la misma acera, el presidente de los hoteleros sevillanos, Manuel Cornax, añade: “El sector no está sobredimensionado, podemos absorber más turistas, pero fuera del centro. Hay que gestionar mejor los flujos turísticos. Entendemos los argumentos de los vecinos y hay que corregir algo, pero tienen que hablar con el Ayuntamiento”. Solo en el último año Sevilla ha crecido en 900 plazas hoteleras, según la patronal.
La turistificación de Sevilla, Málaga, Cádiz, Córdoba y Granada ha sido abordada en un libro por los docentes de la Universidad de Sevilla María Barrero e Ibán Díaz. Barrero, profesora de Urbanística y Ordenación del Territorio, es muy crítica con la deriva de la capital andaluza: “El modelo de gobernanza es profundamente neoliberal, con una sobreinversión en el centro y desinversiones en la periferia. El discurso de que la ciudad vive del turismo es hegemónico, pero no se sostiene con datos”. La profesora recuerda cómo en 2019 el Ayuntamiento organizó el encuentro del lobby turístico mundial —el World Travel & Tourism Council— con un millón de euros que detrajo del presupuesto destinado a viviendas para mujeres víctimas de violencia machista, mejoras en los barrios y programas para jóvenes.
Díaz, profesor de Geografía Humana, censura la regulación “muy laxa” vigente en Andalucía: “No sé si hay límite, pero cuando se intensifica tanto, laminas esa autenticidad de la ciudad, matas la gallina de los huevos de oro (…) Nos hemos vuelto cínicos, buscamos sitios auténticos, pero consumiendo simulaciones”. Ambos autores consideran que la solución para atajar el problema de la turistificación pasa por revisar “de raíz” el sector turístico, reformar la ley estatal de arrendamientos urbanos, que debería recuperar la potestad en manos de los gobiernos autonómicos, y políticas de “reajuste” entre el centro y la periferia de las ciudades.
La pasada primavera el grupo de pop Vera Fauna lanzó el vídeo de su canción Casa Carreras, que acaparó 30.000 visualizaciones en poco tiempo al resumir con ironía el problema. “Denunciamos la venta de la ciudad y la precarización de la mano de obra. Todos hemos vivido cómo cierran nuestras salas y bares tradicionales como vectores de la comunidad y espacios de convivencia, que se trasmutan en espacios para el consumo. Vivimos un duelo, la ciudad se nos ha expropiado y ya no es nuestra”, dice con acritud. “Da igual si gobierna el PP o el PSOE, el Ayuntamiento se ha empresarializado y ya no es para los ciudadanos, es administrador de un capital que gestiona para los fondos de inversión y las empresas hoteleras”.