El exjefe etarra Ata, condenado a 30 años de cárcel por el asesinato del popular Giménez Abad en 2001

El tribunal absuelve por falta de pruebas a Miren Itxaso Zaldúa, acusada de dar cobertura a su compañero durante el crimen cometido en Zaragoza

Mikel Carrera y Miren Itxaso Zaldúa, durante el juicio por el asesinato de Giménez Abad, este julio.FERNANDO VILLAR (EFE)

El pasado 4 de julio, una frase de Borja Giménez Larraz resonó con fuerza en una sala de juicios ubicada en el segundo sótano de la Audiencia Nacional. “Ese señor fue el que disparó contra mi padre el 6 de mayo de 2001”, insistió desde una habitación habilitada para testigos protegidos, señalando así al etarra Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe, alias Ata, que lo escuchaba a solo unos metros, sentado en el banquill...

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El pasado 4 de julio, una frase de Borja Giménez Larraz resonó con fuerza en una sala de juicios ubicada en el segundo sótano de la Audiencia Nacional. “Ese señor fue el que disparó contra mi padre el 6 de mayo de 2001”, insistió desde una habitación habilitada para testigos protegidos, señalando así al etarra Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe, alias Ata, que lo escuchaba a solo unos metros, sentado en el banquillo de los acusados por asesinar por la espalda a su progenitor, Manuel Giménez Abad, expresidente del PP de Aragón. Esta semana, dos meses después de aquella vista oral y más de 22 años después del crimen, el tribunal ha dado la razón al hijo de la víctima y ha condenado al terrorista a 30 años de cárcel. Giménez Larraz, que tenía 17 años en el momento del atentado, presenció en primera línea el crimen: cuando tirotearon a su padre, caminaba junto a él hacia el estadio de La Romareda (Zaragoza) para ver un partido de fútbol.

Paralelamente, el tribunal ha absuelto por falta de pruebas a la etarra Miren Itxaso Zaldúa, a la que se acusaba de dar cobertura a su compañero en el asesinato. Tras el juicio, el tribunal ya dejó en libertad a Zaldúa, a la que se le atribuye el apodo de Sahatsa. Ata, que llego a la jefatura de ETA, se encuentra actualmente encarcelado, ya que Francia lo condenó a cadena perpetua por asesinar a dos guardias civiles desarmados en Capbreton en 2007 (Fernando Trapero y Raúl Centeno); y al policía francés Jean-Serge Nérin, en 2010.

Con esta sentencia, comunicada este viernes y rubricada por dos de los tres jueces que compusieron el tribunal, la Audiencia Nacional considera aclarado uno de los crímenes de ETA que permanecía sin resolver. El relato del fallo resulta sobrecogedor: “El 6 de mayo de 2001, Ata se encontraba en Zaragoza en su calidad de miembro de la banda terrorista, con la finalidad de atentar contra la vida de Giménez Abad”, arranca la parte del texto dedicada a los “hechos probados”. Sobre las 18.30, después de que el político saliera de su casa camino del fútbol con su hijo adolescente, el terrorista se “acercó a ellos por la espalda y disparó dos tiros a bocajarro [a su objetivo]”. Con la víctima ya en el suelo, indefensa, le descerrajó un tercer tiro. En la cabeza. “Presenciando [Giménez Larraz] toda la escena”, remacha el fallo.

En el momento del crimen, además de presidente del PP de Aragón, el popular era senador y diputado autonómico. Tenía 53 años. Dejó mujer y dos hijos, Borja y Manuel. Este último, tras conocer la condena de 30 años a Ata, se ha pronunciado así este viernes en Radio Zaragoza: “No atenúa el dolor por la pérdida de mi padre, pero reconforta. [Ha sido] un camino largo, de muchos años y con muchas incertidumbres. Es una sentencia que refuerza, más si cabe, la confianza que como ciudadanos tenemos que tener en nuestra democracia, que es por lo que pelearon mi padre y otras víctimas del terrorismo”. La abogada de la familia, Carmen Ladrón de Guevara, también ha mostrado su satisfacción por “tachar un caso más de la lista de casos sin resolver”: “Aunque 20 años después, se hace justicia”.

La mayoría del tribunal —los magistrados Francisco Viera y María Riera— concluyen que existen pruebas “absolutamente convincentes” para condenar a Carrera como autor material. Entre otras, los jueces otorgan un gran valor a la declaración del hijo, que vio la cara del asesino; a los informes balísticos; y al relato de tres testigos protegidos que se encontraban en el lugar del atentado y que situaron allí a Ata, al que identificaron. Todas sus declaraciones “armonizan plenamente”, explica la resolución, fechada el pasado lunes: “Y su valor radica en que todas son coincidentes en la identificación, pero partiendo de relatos muy personales que desmienten cualquier riesgo o contagio, entre otras cosas, porque dichas testigos no se conocen entre sí”.

Sin embargo, el juez José Ricardo de Prada ha emitido un voto discrepante, al considerar que no se han presentado suficientes pruebas contra Carrera. El magistrado afirma que, pese a que existen indicios contra él, estos no tienen la “suficiente entidad y consistencia” para considerarlo el autor material del atentado “más allá de toda duda razonable”. La identificación de Ata como el tirador no se produjo hasta más de una década después del asesinato. En 2001, cuando se cometió el crimen, las fuerzas de seguridad no tenían constancia de que el etarra formara parte de la banda y, por ello, nunca mostraron su fotografía a los testigos. Esa circunstancia cambió años después. En 2014, la Guardia Civil llamó a Borja Giménez para mostrarle una batería de imágenes de sospechosos, entre las que estaba la de Ata —capturado en 2010—. El hijo de la víctima asegura que no sabía quién era en ese momento, pero lo identificó “sin duda”: “Ahí reconozco a la persona que disparó contra mi padre”, dijo en el juicio.

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