Análisis

Los porqués de la iniciativa política y preelectoral de Urkullu

La propuesta del PNV de reforma del Estatuto de Gernika de 1979 es muy similar a la presentada el jueves por Urkullu

290823 URKULLU San Sebastian El Ejecutivo Vasco reanuda mañana su actividad tras las vacaciones de verano con la tradicional reunión de su Consejo de Gobierno en el Palacio Miramar de San Sebastián. El lehendakari, Iñigo Urkullu, comparece en rueda de prensa tras el primer Consejo de Gobierno con el que el Ejecutivo pone fin a las vacaciones estivales. foto Javier HernandezJavier Herández

Que el PNV iba a poner sobre la mesa la cuestión territorial en la negociación de investidura no era una sorpresa. Su propio presidente, Andoni Ortuzar, lo había anunciado justo después de las elecciones del 23-J. Era ineludible para el PNV teniendo en cuenta que los partidos nacionalistas catalanes y vascos son decisivos para elegir presidente del Gobierno tras el 23-J. Lo que ha sorprendido es la propuesta del lehendakari Urkullu, publicada en El País, por el carácter de hito histórico que le ha dado y por su pretensión...

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Que el PNV iba a poner sobre la mesa la cuestión territorial en la negociación de investidura no era una sorpresa. Su propio presidente, Andoni Ortuzar, lo había anunciado justo después de las elecciones del 23-J. Era ineludible para el PNV teniendo en cuenta que los partidos nacionalistas catalanes y vascos son decisivos para elegir presidente del Gobierno tras el 23-J. Lo que ha sorprendido es la propuesta del lehendakari Urkullu, publicada en El País, por el carácter de hito histórico que le ha dado y por su pretensión indisimulada de liderar el bloque nacionalista. Pero apenas por su contenido.

La propuesta del PNV de reforma del Estatuto de Gernika de 1979, pendiente de renovación tras el fracaso del plan confederal del lehendakari Ibarretxe en 2005, es muy similar a la presentada el jueves por Urkullu. La novedad más llamativa es una cuestión de método, la convención constitucional que pretende extenderla a las llamadas comunidades históricas, las que tuvieron Estatuto en la República.

Además de la oportunidad que se le presenta al PNV cuenta, y mucho, en su toma de iniciativa la situación interna de Euskadi a menos de un año de las elecciones autonómicas. El 23-J, el PNV sufrió un duro varapalo y hoy Bildu compite casi en pie de igualdad por el primer puesto. La sociedad vasca cambió en el posterrorismo y el debate sobre los problemas económicos y sociales, el debate izquierda-derecha, ha desplazado al territorial que centró durante décadas la vida pública vasca.

Bildu ha sabido capitalizar el debate izquierda-derecha así como enganchar con la juventud vasca y ha dejado descolocado al PNV, desgastado, también, por décadas de gobierno con el breve paréntesis del Ejecutivo de Patxi López. Bildu se ha beneficiado, todo hay que decirlo, de que en Euskadi se ha pasado muy rápido página del pasado violento, a lo que la izquierda abertzale ha contribuido con su drástico cambio de discurso.

Con la propuesta de Urkullu, el PNV pretende cambiar esta dinámica al aparecer como líder nacionalista de una propuesta para una futura España plurinacional. Fue muy revelador que el viernes, su líder, Ortuzar, expresara su rechazo al “falso eje izquierda-derecha” y abogara por el “interés de Euskadi”. Con ello, pretende llevar el debate en Euskadi a un terreno más favorable en su rivalidad con Bildu.

En estas condiciones se despliega el proceso negociador para la investidura. El PNV ha aclarado por activa y por pasiva su rechazo al bloque PP-Vox. El nacionalismo vasco tiene muy interiorizado el rechazo a la extrema derecha y a quienes acuerdan con ella lo que Núñez Feijoo parece no entender. De cara a su negociación para investir a Pedro Sánchez, en medios peneuvistas insisten en que su propuesta es básicamente de método para reabrir el debate territorial. Admiten que sus contenidos —los más polémicos como los referentes a la bilateralidad— son discutibles como los de otras fuerzas políticas y consideran que no requiere una reforma constitucional, hoy imposible por la polarización política existente y apuntan a un año como plazo para ponerlo en marcha. Lo consideran un nuevo pacto territorial, alejado del derecho de autodeterminación.

El PNV argumenta a favor de su propuesta territorial que el Estatuto de Gernika de 1979 está sin renovar a diferencia de las comunidades autónomas que lo hicieron entre 2.005 y 2.010. La otra excepción fue Cataluña, a la que el Tribunal Constitucional recortó una parte de su

Estatuto refrendado. La negociación no será fácil, pero hay un campo de entendimiento porque el PSOE reconoce que hay márgenes para mejorar el autogobierno, la financiación, para compartir la gobernación con las comunidades autónomas en España y Europa, para reformar sus estatutos y la Constitución en su sentido federal. Ayer lo recordaba Ramón Jáuregui, autor del programa territorial del PSOE, la declaración de Granada, con Alfredo Pérez Rubalcaba. También señalaba que si los nacionalistas trataban de imponer el derecho a la autodeterminación, el PSOE no debía temer la repetición electoral. Pero, al menos el nacionalismo vasco, no parece querer ni imponer la autodeterminación ni repetir elecciones.

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