Los huesos hallados en un pozo de Manzanares son de Jesús González, el segundo empresario desaparecido en la zona
Uno de los dos implicados en los presuntos crímenes de Jesús González y Juan Miguel Isla señaló a los investigadores de la UCO el lugar donde arrojaron sus cuerpos
Tras cinco días buscando cómo llegar al fondo del pozo de una finca de Manzanares (Ciudad Real), los agentes de la Guardia Civil lograron extraer poco a poco “restos óseos sueltos” el martes por la tarde, “sorteando tapones e innumerables estreche...
Tras cinco días buscando cómo llegar al fondo del pozo de una finca de Manzanares (Ciudad Real), los agentes de la Guardia Civil lograron extraer poco a poco “restos óseos sueltos” el martes por la tarde, “sorteando tapones e innumerables estrecheces en el recorrido”, explican. Los análisis forenses han confirmado, según fuentes de la familia, que los huesos son del empresario Jesús González Borrajo, de 54 años, desaparecido en Manzanares el 19 de junio de 2019. La última vez que fue visto se encontraba realizando una venta de uno de sus vehículos a un conocido de Antonio Caba, amigo suyo y afamado tratante de fincas en la zona. Caba, de 48 años, está detenido desde mediados de marzo. Ahora, tras este último hallazgo, se le acusa de la muerte de dos empresarios, Jesús González y Juan Miguel Isla, de 59 años, que desapareció el 22 de julio pasado en la misma zona, en el marco de una compraventa de fincas organizada también por Caba. Los restos de Isla fueron hallados en otro pozo propiedad del intermediario ese 14 de marzo.
La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha acorralado al presunto cómplice de Caba, un jubilado del pueblo llamado Gaspar Rivera, quien confesó ante la titular del juzgado número 2 de Manzanares, que instruye la causa, que le había ayudado a deshacerse primero de un cuerpo y después de otro, tirándolos a sendos pozos. La declaración de Rivera, que presuntamente participó en los hechos a cambio de dinero, ha sido crucial para localizar los cuerpos de ambos empresarios, a quienes sus familiares buscaban desesperadamente.
La investigación se precipitó en enero, cuando los investigadores de la UCO lanzaron una solicitud de ayuda ciudadana para localizar el vehículo del empresario Juan Miguel Isla. Ese llamamiento a la colaboración ciudadana puso nerviosos a los dos principales acusados por las desapariciones, el corredor de Fincas, Caba, y su presunto cómplice, Rivera, que comenzaron a cometer errores, encontrándose en sitios para ponerse de acuerdo en caso de que el foco se pusiera sobre ellos; y acudiendo a los lugares que, temían, podrían ser inspeccionados por los agentes. Para entonces, los agentes de la UCO ya les seguían muy de cerca los pasos que les llevaron hasta el primer cadáver.
Esta semana la Guardia Civil ha desplazado a una finca de viñas de Manzanares varios equipos de rescate para revisar varios pozos. Los restos se hallaban en un pozo de sondeo de 45 metros de profundidad, muy estrecho, en el que ha sido difícil introducir materiales para extraer los huesos. Estos han sido recuperados con una pinza mecánica accionada por cable. El instituto armado ha revisado también pozos y zanjas de registro, hasta el punto de tener que retirar una inmensa losa que tapaba una zanja artesiana para revisar si había otros restos. Estos fueron avistados previamente con una minicámara, introducida por la estrechísima boca a ras de tierra del pozo..
A Antonio Caba lo persigue una estela de estafas, engaños y muerte de más de una década. Los lugareños y algunos de sus conocidos le definen como aficionado a codearse “con gente con dinero”, “con políticos” (durante un tiempo estuvo vinculado al PP local) y “con guardias civiles” —”entraba y salía de la comandancia de la Guardia Civil de Manzanares como Pedro por su casa”, explican fuentes que conocen al individuo desde hace años—. Aficionado a la caza no ocultaba su gusto por las armas y tiene fama de “arrimarse siempre al árbol que más sombra da”.
“Caba se hacía amigo de quien sabía que manejaba dinero, lo embaucaba para meterse con él en algún negocio, luego le pedía dinero prestado y no se lo devolvía, o lo hacía parcialmente, después de haber engañado a otro, y así”, cuenta un familiar de los fallecidos. “En cuestión de meses se hicieron íntimos, se fue de viaje con él de viaje a Paraguay, donde Jesús tenía unas explotaciones agrícolas y de donde se traía los coches, su gran afición; iban juntos a todas partes, a comer, al Club de Pádel…”, relata un familiar de González.
El caso de la desaparición de Jesús González fue sorprendentemente archivado tras una investigación de la Guardia Civil de Manzanares. Según consta en el atestado de los agentes de la policía judicial de Manzanares, el interrogatorio al que fue sometido Caba en su día, por ser la última persona que había estado con González justo antes de su desaparición, es más el relato de un viaje que habían hecho juntos a Paraguay que una declaración relacionada con una sospechosa ausencia del empresario.
Ha sido el empeño de los familiares de Jesús González, que siempre sospecharon de Caba, y el hecho de que se registrara una desaparición similar y en circunstancias tan parecidas en la misma zona, lo que puso a los agentes de la UCO sobre la pista de este doble caso de desaparición que parece quedar resuelto. Pero siempre quedará la duda de si una investigación más concienzuda de la desaparición de Jesús González en 2019 habría podido evitar que se repitiera el mismo patrón con Juan Miguel Isla el año pasado.
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