Si hay dinero criminal, ‘Ogro’ lo encuentra
Un golden labrador condecorado por la Guardia Civil ha localizado más de 30 millones de euros en su labor de apoyo a diferentes unidades durante operaciones contra el narcotráfico y el blanqueo de capitales
A Ogro le basta un simple gesto para buscar lo invisible. Bajo un mueble, en la pared, en una fosa séptica, entre pienso para animales, en cualquier rincón de un vehículo. Con precisión, sin dudas, de repente se queda congelado. Su cabeza señala hacia un punto en el que, con seguridad, habrá dinero. Otras veces rasca y rasca hasta encontrarlo. Los billetes son la especialidad de este perro, un golden labrador que en los ocho años que lleva en el servicio cinológico de la Guardia Civil ha localizado más de 30 millones de euros durante sus...
A Ogro le basta un simple gesto para buscar lo invisible. Bajo un mueble, en la pared, en una fosa séptica, entre pienso para animales, en cualquier rincón de un vehículo. Con precisión, sin dudas, de repente se queda congelado. Su cabeza señala hacia un punto en el que, con seguridad, habrá dinero. Otras veces rasca y rasca hasta encontrarlo. Los billetes son la especialidad de este perro, un golden labrador que en los ocho años que lleva en el servicio cinológico de la Guardia Civil ha localizado más de 30 millones de euros durante sus misiones de apoyo en operaciones contra el narcotráfico y el blanqueo de capitales. El animal fue condecorado en la pasada festividad de la Virgen del Pilar en Mijas, donde paseó orgulloso junto a su guía, Paco. Su demarcación, Andalucía Oriental, incluye las provincias de Jaén, Almería, Granada y Málaga, pero es uno de los canes más requeridos por todas las unidades del instituto armado en la comunidad autónoma. Allá donde es requerido, va. Ha llegado a encontrar cinco millones en una sola operación.
De color canela, juguetón, simpático, Ogro tiene una suave capa de pelo corto y liso. Sus orejas tienen bordes redondeados que cuelgan con gracia. Nació en Madrid hace casi nueve años en una camada de ocho cachorros que fue donada para su entrenamiento. Pasó los primeros ocho meses de su vida junto a una familia dentro del plan Aurora —programa de socialización del animal, que es adoptado temporalmente mientras se le cubren los gastos de manutención y de cuidados veterinarios— y más tarde superó con éxito las pruebas para ser Guardia Civil. Igual que otros ejemplares se dedican a descubrir restos humanos, drogas, explosivos o cebos envenenados, él fue entrenado para localizar dinero, una de las especialidades más complejas por el escaso olor del papel moneda. “Presentó interés y vimos que lo detectaba con bastante facilidad. Tiene unas cualidades increíbles”, explica su guía, que relata que los primeros trabajos del animal fueron en el Campo de Gibraltar. Para él la búsqueda es un juego y, cuando tiene éxito, consigue un premio, ya sea un juguete, una caricia u otro tipo de estímulo. “Su instinto de cobro está muy acentuado y eso es bueno para su labor” insiste el agente Paco.
El perro se mueve inquieto en cuanto ve aparecer a su compañero de trabajo. No hay día igual, cada jornada la rutina cambia. Hoy toca una práctica en el Puerto de Málaga. Ogro mete el hocico entre las ruedas de un camión, luego se acerca a los faros traseros y mira curioso a todas partes con su pequeño chaleco de la Guardia Civil en el lomo. El movimiento de la cola o la posición de su oreja evidencia que está trabajando hasta que se detiene para apuntar hacia donde, escondido, hay un rodillo de papel moneda triturado. Es el momento de la recompensa y lo celebra.
“Es un hacha”
Este animal ha llegado a trabajar más de 11 horas seguidas en el registro de 30 domicilios. “Somos una unidad de apoyo y hacemos muchas horas de viaje, muchos kilómetros. Ayudamos a los compañeros a salir airosos, pero la base del trabajo la hacen ellos desde las diferentes unidades que se rompen la cabeza para encontrar a los malos”, destaca Paco, quien subraya que, en ocasiones, los grupos criminales ponen dificultades al can incluso escondiendo los billetes en sacos de pienso, usando perfumes, comidas y otras artimañas para despistar. No lo consiguen: el historial de logros de este perro —que ya podría jubilarse, pero que no lo hace por sus buenas cualidades y que tiene dos hermanos, Oso y Orcol, especialistas en la búsqueda de drogas— es enorme.
Ogro ha encontrado dinero en los lugares más insospechados: tras los rodapiés de una pared, en una olla exprés, dentro de una bombona, en el interior de cojines y colchones, en el hueco del aire acondicionado, en una tubería, bajo tierra, tras un enchufe, en cajas fuertes escondidas en la pared, envasado al vacío. El mal olor no le despistó para marcar una cañería del baño a la que los delincuentes habían arrojado tacos de billetes. En otra actuación señaló una baldosa que sólo se podía extraer mediante un chupón y tras la que había muchos miles de euros, algunos tan húmedos y olvidados que se deshacían al tocarlos. En la Operación Maskoke encontró una fortuna.
Cada vez que los agentes descubren un nuevo método para esconder sustancias ilegales o dinero negro, los delincuentes dan una vuelta de tuerca para inventar algo aún más sofisticado. En una empresa de aguacates de Málaga el agente canino halló muchos miles de euros en efectivo en una operación conjunta con la Policía Nacional. Parte de los billetes estaban bajo los muebles, en sobres. Otra parte se hallaba tan oculta que a pesar de que el perro marcaba con insistencia, nadie encontraba nada. Finalmente se halló en el interior de varios archivadores guardados en una buhardilla, en paquetes de plástico, tal y como salen del banco. Ni los habían tocado. “Es un hacha, pero también lo es su guía”, reconocen fuentes del Órgano de Coordinación contra el Narcotráfico (OCON) Sur, donde indican que para estos perros la clave no es el pedigrí, sino que cualquier ejemplar con buen entrenamiento puede ejercer bien las funciones policiales. Lo demuestra, por ejemplo, el perro Hermes, que entró recientemente a la Policía Local de Granada a pesar de su mestizaje o la unidad de Majadahonda compuesta por animales procedentes de centros de acogida.
Ogro, eso sí, tiene un don especial. El pasado febrero halló 136.000 euros en un doble fondo del coche en el que viajaba uno de los 14 detenidos de la Operación Friying Pan-Dehesa. Los vehículos son también uno de los escondites más utilizados por la delincuencia. Hay infinitas fórmulas. “Y cada vez más sofisticadas”, dice el guía canino. Ambos participan igual en controles de seguridad ciudadana que en actuaciones de la policía judicial, la Unidad Central Operativa (UCO), el Grupo de Acción Rápida (Gar) o en las fases de explotación de las operaciones. Incluso más tarde. Hace poco encontró varios fajos de billetes de 50 euros escondidos mediante un sistema hidráulico en el asiento trasero de un vehículo que llevaba dos años y medio en el depósito. También 200.000 euros en un Seat Ibiza tras una chapa que pasaba perfectamente desapercibida y varios miles en el doble fondo de un BMW X3. “Existen numerosas formas de modificar el mismo coche con diferentes técnicas e incluso piezas originales. No hay patrón. Y los malos son cada vez más perfeccionistas y especializados. He visto cosas que ni en las mejores películas”, cuenta el agente de la Guardia Civil justo antes de recibir una llamada en la que una unidad le requiere mañana mismo para participar en una operación. Otro día más en la oficina para Ogro.