La coalición llega cuarteada a la moción de censura

Sánchez y Díaz afianzan su alianza en una semana tan señalada mientras Podemos advierte de que “urge corregir el rumbo” del Gobierno

Madrid -
La ministra portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, charlando con los periodistas tras su última comparecencia en La Moncloa, el lunes.Samuel Sanchez

La moción de censura a ninguna parte de Vox, condenada al fracaso al contar solamente con el respaldo de la extrema derecha, se ha convertido en una bombona de oxígeno para el Gobierno y en un incordio para el PP. La Moncloa, baqueteada en una legislatura del diablo con una pandemia y la guerra de Ucrania, se ha acostumbrado a ver las crisis como oportunidades y cuenta las horas para el inicio del debate mientras cruza los dedos atenta ...

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La moción de censura a ninguna parte de Vox, condenada al fracaso al contar solamente con el respaldo de la extrema derecha, se ha convertido en una bombona de oxígeno para el Gobierno y en un incordio para el PP. La Moncloa, baqueteada en una legislatura del diablo con una pandemia y la guerra de Ucrania, se ha acostumbrado a ver las crisis como oportunidades y cuenta las horas para el inicio del debate mientras cruza los dedos atenta al torbellino bancario a los dos lados del Atlántico. Pero la dicha en la primera coalición de Gobierno desde la II República no es completa. El cierre de filas esperable a las puertas de un instrumento constitucional como el de la moción, tan excepcional que será la sexta que se celebre desde el final de la dictadura —y solo una tuvo éxito, la de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy en 2018—, no será completo. La coalición llega cuarteada a una cita tan señalada, con el presidente y Yolanda Díaz reforzando su vínculo y con Podemos descolgado, remarcando su perfil y sin rebajar los decibelios.

El PSOE aspiraba a darse una tregua con su socio minoritario, pero Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, ha decidido aprovechar la coyuntura para no relajar la presión de las últimas semanas sobre los socialistas. “Esta semana se celebrará la moción de censura de Vox en el Congreso. Tenemos la oportunidad de demostrar que este Gobierno no se pliega a los intereses de los que no se presentan a las elecciones con hechos. Urge aprobar la ley de vivienda. Urge corregir el rumbo”, escribió este lunes en redes sociales tras el Consejo de Ministros. “Valentía no es precisamente lo que le ha faltado a este Gobierno, sino todo lo contrario”, salió al paso la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez.

Lejos de calmar las aguas con el PSOE, revueltas desde las discrepancias por la reforma de la ley del solo sí es sí, replicadas en fiascos como el fracaso de la modificación parlamentaria de la Ley de Seguridad Ciudadana o ley mordaza, Podemos no ha parado de removerlas los últimos días como si la semana fuese anodina y no existiese la moción. “Para el PSOE la vivienda es un bien de mercado y para nosotros es un derecho esencial”, afirmó el domingo Pablo Fernández, portavoz de Podemos. Ya entonces Belarra insistió en la idea de que la moción “es una buena oportunidad para que el PSOE mire hacia la izquierda” y demostrase con la aprobación de la ley de vivienda o limitando el precio de la cesta de la compra que el Gobierno “no se inclina ante los poderosos”. Casualidad o no, el día anterior Sánchez reivindicó las políticas del Gobierno empleando las mismas palabras que Belarra.

La prioridad legislativa del Gobierno es aprobar la ley de vivienda antes de las elecciones de mayo. El PSOE ha incorporado entre sus compromisos para el 28-M “convertir de forma efectiva a la vivienda en el quinto pilar del Estado de bienestar”, desarrollando la norma y ampliando ayudas o bonos a jóvenes para la emancipación. Su impacto entre el electorado más joven y precario podría resultar clave, pero para las autonómicas y municipales aún faltan dos meses. El presente inmediato lo copa la moción de censura que defenderá Ramón Tamames, un antiguo miembro del PCE. El Gobierno quiere emplearla, si Podemos lo permite, para contrastar modelos y repasar la respuesta a la covid y la inflación por la guerra de Ucrania frente a los recortes y recetas neoliberales del PP en la Gran Recesión.

La Moncloa se resiste a dar la menor pista y aclarar qué formato seguirá durante el debate. La sorpresa sería que Yolanda Díaz no interviniera además del presidente. Distintas fuentes dan por seguro que así será y recuerdan el precedente de la moción de otoño de 2020, en la que Pablo Iglesias tuvo su espacio. La vicepresidenta segunda confirmó precisamente este lunes que el 2 de abril anunciará formalmente su candidatura a las elecciones generales, por lo que la moción es un plus para amplificar su visibilidad. Y más en plena pugna con Podemos por el papel que tendría en Sumar, el proyecto político que Díaz está construyendo.

Lo que La Moncloa no contempla es que intervengan Belarra y la ministra de Igualdad, Irene Montero. Fuentes del Gobierno remarcan que el Ejecutivo “se toma muy en serio y con toda la solemnidad la moción de censura”, ya que fue precisamente el instrumento legal mediante el que Sánchez llegó a la presidencia del Gobierno hace cinco años. Los estrategas que buscan una respuesta a una moción “tan singular”, con un candidato “interpuesto”, recalcan que Tamames “recibirá el trato que corresponde, con absoluto respeto”.

El Gobierno concentrará las dianas en Vox pero sobre todo en Alberto Núñez Feijóo. El líder del PP será el gran ausente de la moción. Sánchez pondrá el foco en el silencio deliberado de Feijóo respecto a la moción y su contradictoria relación con la extrema derecha: aparenta marcar las distancias pero, a falta de saber si los números darían para cogobernar, no ha rechazado pactar con ella tras el 28-M ni en las elecciones generales. “Feijóo está ligando su futuro político a Vox, lo cual es revelador por parte de alguien que decía que es moderado”, cargó Isabel Rodríguez. “Su primera decisión [al frente del PP] fue pactar con la extrema derecha en Castilla y León y ahora la culmina con esto”, enfatizó sobre la anunciada abstención de los populares.

La decisión de Feijóo de evitar el Congreso los dos días de debate y fijar una agenda paralela refleja la desazón en el PP para justificar su voto en blanco en la anterior moción de la legislatura, con Pablo Casado al timón, en la que votaron en contra de la moción de Santiago Abascal. En La Moncloa confían en que la moción desgaste a Feijóo y cruzan los dedos para que Podemos y el PSOE se den un respiro. Aunque sea de 48 horas.

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