Sánchez y Díaz se conjuran para convertir la moción en una censura al modelo de la derecha
El Gobierno aprovechará el debate para identificar al PP con Vox por la coincidencia en sus recetas económicas y su predisposición a ampliar sus pactos el 28-M
La segunda moción de censura de la legislatura —ambas presentadas por Vox— y sexta desde la restauración de la democracia se ha convertido en una oportunidad única, e impensable hace unas semanas, para el Gobierno. La iniciativa, que defenderá el excomunista Ramón Tamames, parte únicamente con el respaldo de la ultraderecha y está condenada al fracaso. La filtración el miércoles de un borrador del discurso del candidato ha sido otra ventaja con la que no contaban en La Moncloa. La...
La segunda moción de censura de la legislatura —ambas presentadas por Vox— y sexta desde la restauración de la democracia se ha convertido en una oportunidad única, e impensable hace unas semanas, para el Gobierno. La iniciativa, que defenderá el excomunista Ramón Tamames, parte únicamente con el respaldo de la ultraderecha y está condenada al fracaso. La filtración el miércoles de un borrador del discurso del candidato ha sido otra ventaja con la que no contaban en La Moncloa. La celebración de la moción que comienza mañana martes, a dos meses de las elecciones autonómicas y municipales, no solo forzará una tregua entre el PSOE y Podemos en la tramitación de la reforma de la ley del solo sí es sí y en otros frentes abiertos por la falta de acuerdo con la ley mordaza. Los dos referentes de la coalición progresista, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, se han conjurado para convertir la moción de Vox en una censura al modelo político de la derecha.
Las fuentes gubernamentales consultadas adelantan que aprovecharán la moción para martillear con la idea de que el PP y Vox “son lo mismo”, como quedará probado en los pactos postelectorales “allá donde sumen”. El presidente del Gobierno, que mantiene el suspense sobre el formato que empleará en la moción —la fórmula más probable es que intervengan él y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, a semejanza de la moción de 2020, en la que subieron a la tribuna Sánchez y Pablo Iglesias— identificará a la derecha con la ultraderecha y contrapondrá el escudo social de su modelo con los recortes neoliberales y la privatización de servicios que aplicó el Gobierno de Mariano Rajoy o la política fiscal que defienden las baronías del PP en Madrid y Andalucía.
“Vamos a tener una moción que, más allá de la capacidad de innovación del candidato, el único objetivo que persigue es que quiere que nos vayamos del Gobierno. No es ninguna broma. Eso supone un deterioro de la democracia. Nos la debemos tomar en serio para esbozar los modelos de sociedad que defiende cada uno”, enfatizó el domingo Díaz. La ministra de Trabajo puso el acento en el PP: “No solo no tiene ninguna propuesta política, sino que combate todo lo que hacemos [en el Ejecutivo], un PP que ante el gran acuerdo de las pensiones se coloca al margen de la Constitución española”, aseveró en Sevilla en un mitin con la marca Sumar.
“La moción de censura es una gran oportunidad para que el Gobierno explique lo que está haciendo esta legislatura, primero en la pandemia y ahora con la guerra en Ucrania, apostando por las subidas de becas, salarios dignos y pensiones garantizadas. Estamos deseando que empiece el debate y que los españoles puedan comprobar las dos ideas de España que existen”, anticipó Félix Bolaños en un acto del PSOE en Cuenca. Siguiendo la estela de Sánchez en el comité federal, el ministro de la Presidencia señaló el contrasentido que tendrá que gestionar el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo: el partido se abstendrá, pese sus reparos a la moción. Sin embargo, en 2020 votó en contra de la moción, que defendió Santiago Abascal, en la que Pablo Casado fue durísimo. “¡No somos como usted!”, rebatió el predecesor de Feijóo a Abascal.
El coordinador general del PP, Elías Bendodo, dejó patente la incomodidad con que la formación encara la moción. Tanta, que Feijóo —que no es diputado pero podría asistir como invitado— no la seguirá en el Congreso. “El partido proponente de la moción se ha marcado un gol en propia puerta y le ha regalado una victoria en tiempo de descuento” a Sánchez, manifestó el número tres de Feijóo en un acto en Málaga. “El PP está en contra de esta moción de censura, porque no se va a ganar y Sánchez va a salir reforzado”, abundó.
Pero, aun así, el PP se abstendrá. Y esa es la constatación, según el PSOE, de la predisposición de Feijóo a pactar con Vox donde se pueda y reeditar la relación estrenada hace un año en la Junta de Castilla y León. “¿Cómo es posible que Feijóo viva de rodillas ante Vox? El 28 de mayo intentará formar gobiernos de extrema derecha y derecha extrema que irán contra la clase media, las mujeres y contra todo aquel que no piense como ellos”, criticó Bolaños.
El interés que ha despertado la figura de Tamames, un candidato de 89 años que ha renegado de algunos de los mantras de Vox reconociendo la existencia —y gravedad— del cambio climático, rechazando la prohibición de los partidos independentistas o defendiendo el Estado autonómico, hará que personas que habitualmente no siguen la política hagan una excepción. El Ejecutivo quiere aprovechar esa expectación para distinguirse de la derecha. Por ejemplo, Sánchez incidirá en que el PP critica la reforma de las pensiones, sin ajustes, que el Gobierno ha pactado con Bruselas y los sindicatos, mientras que Feijóo no ha explicado qué haría para garantizarlas. “Supongamos que la moción saliera adelante y que se convocasen elecciones anticipadas. ¿Cuál sería el primer resultado? La anulación de la reforma de las pensiones. ¿Quién saldría ganando? Todos sabemos que no serían los pensionistas”, observó en el comité federal. Sánchez remachó que, de haber prosperado la moción de 2020, la reforma laboral no habría sido posible, el salario mínimo no habría subido a 1.080 euros y tampoco se habrían aprobado los impuestos a las grandes eléctricas, la banca y a las grandes fortunas.