La renuncia de una auxiliar destapa las tensiones en la Embajada española en La Haya

El personal laboral denuncia “autoritarismo” y Exteriores hará una inspección “que ya estaba programada”

Sede del Ministerio de Asuntos Exteriores en la plaza Marqués de Salamanca, en una imagen oficial.

La dimisión de una auxiliar administrativa de la embajada española en Países Bajos ha destapado las tensiones en su seno entre los empleados y la cúpula de la legación diplomática, encabezada por la embajadora y el ministro consejero. La empleada, de nacionalidad francesa, que llevaba cinco años trabajando en la Embajada de España en La Haya, presentó su renuncia voluntaria al puesto el pasado 31 de octubre, tras haber reclamado...

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La dimisión de una auxiliar administrativa de la embajada española en Países Bajos ha destapado las tensiones en su seno entre los empleados y la cúpula de la legación diplomática, encabezada por la embajadora y el ministro consejero. La empleada, de nacionalidad francesa, que llevaba cinco años trabajando en la Embajada de España en La Haya, presentó su renuncia voluntaria al puesto el pasado 31 de octubre, tras haber reclamado repetidamente a sus jefes que no la enviasen a reuniones de alto nivel de organismos internacionales —como el Consejo Ejecutivo de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ)—, por considerarlas de carácter político y fuera de sus competencias profesionales.

El personal laboral de la legación diplomática —unas 15 personas de la veintena de empleados— suscribió por unanimidad una carta en la que se solidarizaba con su compañera, y mostraba su “profundo malestar” por el “autoritarismo anacrónico” y la falta de respeto y consideración en las relaciones laborales.

Según la misiva, el año pasado renunciaron a su puesto otros tres empleados y, en el momento de remitirla, había cuatro de baja —dos por fatiga o motivos psicológicos— de los que varios siguen en esta situación. La falta de personal, en una legación con cuatro vacantes sin cubrir contribuye a aumentar la presión.

El Ministerio de Asuntos Exteriores tiene previsto enviar en las próximas semanas un inspector a la Embajada, pero un portavoz de dicho departamento ha subrayado a EL PAÍS que se trata de una “inspección ordinaria, que ya estaba programada desde el año pasado e incluida en el plan de inspecciones para 2023″. En La Haya, alega, lleva más de diez años sin hacerse, ya que la última fue en 2009.

La actual embajadora es Consuelo Femenía, anterior embajadora en Letonia y en Malta, que ha declinado hacer declaraciones a EL PAÍS. Su número dos, el ministro consejero Jorge Ávila, no ha atendido la llamada de este periódico. Según fuentes de la legación diplomática, la embajadora ha subrayado “el carácter ordinario de la inspección” y ha llamado a “la tranquilidad” al personal.

El conflicto con la auxiliar, contratada como personal laboral local, se inició en julio pasado. Aunque la afectada prefiere mantener el anonimato, ha proporcionado documentos que avalan su versión y relata así lo sucedido: “Mi categoría profesional es de auxiliar administrativo. No soy diplomática ni [tengo la condición de] representante de España para estar sentada en el Consejo Ejecutivo de la OPAQ sustituyéndoles [a los diplomáticos]. Estoy para ayudar, no para hacer su trabajo”. El pasado 8 julio, remitió una nota a Femenía y a Ávila, en la que señalaba que preferiría no asistir a este tipo de reuniones porque no eran responsabilidad suya. Ese mismo día, la embajadora le respondió por escrito que “para seguir los temas, no hay más remedio que a veces tenga que ir a escuchar”. “No se trata de tomar ninguna decisión, ni de opinar, ni hacer ninguna intervención, que eso, sí, no es su nivel”, añadió. Ávila estaba entonces de vacaciones y se puso también en contacto con la auxiliar. “Me dijo que detallase cuáles eran, en mi opinión, mis funciones, y que no aceptaría más faltas de respeto. Pero no era una falta de respeto ni una opinión: tengo un estatuto. El caso es que mis atribuciones se actualizaron en agosto para incluir, textualmente, ‘la asistencia a reuniones que se determinen”, explica.

En octubre pasado, y en otra reunión de la OPAQ, se planteó una votación no prevista. “Estaba allí y envíe mensajes de WhatsApp a la embajadora y al ministro consejero. Habían empezado ya, y Femenía me dijo que no creía que España debiese votar [solo debían hacerlo los 41 Estados miembros del Consejo Ejecutivo, que rotan cada dos años, y España ya no estaba entonces]. Pero añadió que, de tener que votar España, yo debía seguir la tendencia de la mayoría de los países europeos. España no tuvo que votar, pero no era mi categoría. Allí había embajadores de múltiples países”, recuerda la afectada. Tras esa reunión, explica, el ministro consejero vio su mensaje y le echó “una bronca”, reprochándole cómo se le había ocurrido “molestar a la embajadora” por un asunto así. “Siempre me hablaba de ese modo, y a partir de entonces cortó la comunicación conmigo y se comunicaba a través de otra compañera”.

Carta de solidaridad

Sintiéndose incapaz de soportar más esta situación, la auxiliar renunció a su empleo pocos días después, el pasado 31 de octubre de 2022, sin saber que tenía derecho a pedir una excedencia. El 8 de noviembre, el personal laboral, por unanimidad, remitió la carta de solidaridad con ella a la Subdirección General de Personal de la Dirección del Servicio Exterior. No ha tenido ninguna respuesta.

Aunque ahora tiene otro empleo, la auxiliar ha denunciado su situación a la Central Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF), UGT y CCOO; y al Ministerio de Asuntos Exteriores. Sebastián Trenado, secretario general de UGT de Servicios Públicos de Exterior, subraya que “ha sido expuesta a condiciones laborales inasumibles en tareas de trascendencia estratégica internacional, y se le afeado deslealtad y poco menos que insumisión”. Según él, la normativa holandesa prevé que una renuncia causada por perjuicio emocional y estrés “pueda ser revocada por la propia interesada si invoca esa situación”. “Esa segunda instancia no ha sido tenida en cuenta por la embajadora. Por otro lado, la carrera diplomática no exige una formación en prevención de riesgos laborales, resolución de conflictos o participación, y eso causa problemas en el manejo de las relaciones laborales en las embajadas”.

Luis Tejero, consejero cultural de la Embajada en La Haya, es uno de los que está de baja. En conversación telefónica, señala que la embajadora quiso que se “ocupase de la política interior holandesa”. Y añade: “me negué: soy consejero cultural y científico. Hice de consejero político, incluso de encargado de negocios interino durante la pandemia, por falta de personal. Me negué a hacerlo en condiciones de normalidad porque no es mi nombramiento. Hubo acoso laboral y estoy de baja psicológica”. Tejero describe el problema actual en la sede diplomática como “una situación autoritaria y arbitraria con humillaciones al personal, con rasgos de los malos hábitos de la carrera diplomática”. “Ni este gobierno progresista, ni ninguno de los anteriores democráticos, han querido poner coto a esos hábitos”, concluye.

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