Feijóo lleva al máximo la tensión con Vox y deja en sus manos la decisión de romper el Gobierno en Castilla y León
El líder del PP anticipa el marco de relación con la extrema derecha en gobiernos conjuntos en el nuevo ciclo electoral
La tensión entre los dos socios de Gobierno en Castilla y León ha escalado hasta cotas máximas, pero la dirección nacional del PP no contempla en estos momentos una ruptura con Vox en su único Ejecutivo conjunto. Génova opta por una estrategia de desgaste hacia la extrema derecha, y que sean los de Santiago Abascal los que decidan si quieren o no seguir compartiendo el gabinete a pesar ...
La tensión entre los dos socios de Gobierno en Castilla y León ha escalado hasta cotas máximas, pero la dirección nacional del PP no contempla en estos momentos una ruptura con Vox en su único Ejecutivo conjunto. Génova opta por una estrategia de desgaste hacia la extrema derecha, y que sean los de Santiago Abascal los que decidan si quieren o no seguir compartiendo el gabinete a pesar de las desautorizaciones públicas de Alberto Núñez Feijóo y Alfonso Fernández Mañueco a su agenda antiabortista. El líder del PP insistió este miércoles en que “no va a haber ningún cambio en ningún protocolo de seguimiento de las mujeres embarazadas”, afirmó en Cuenca. “Ningún cambio, punto”, enfatizó. Fuentes de su entorno más directo añaden que, siendo eso así, “si Vox se quiere marchar del Gobierno, que se marche, es una decisión suya”. Feijóo descarta que exista un debate acerca de un adelanto electoral en Castilla y León, con riesgos para Mañueco.
El líder del PP defiende que la Junta de Castilla y León no pondrá en marcha ningún nuevo protocolo de atención a las embarazadas, aunque portavoces del área de sanidad de Castilla y León dijeron el martes a EL PAÍS que sí entrarán en vigor las nuevas medidas que se pondrán a disposición de los médicos —atención psicológica preferente, escuchar el latido fetal o una ecografía 4D del feto— sin que sea “obligatorio”, como insistía Vox, que el facultativo se las ofrezca a las mujeres. El protocolo de interrupciones voluntarias del embarazo, en cambio, se mantendrá tal y como está, según destacaron esos portavoces.
En sus declaraciones públicas, Feijóo no diferencia entre el protocolo para los abortos o para todas las embarazadas, y descarta cualquier cambio en general, acogiéndose a la carta que Mañueco envió el martes al Gobierno de Pedro Sánchez en respuesta a su requerimiento por este asunto. “Lo único que le puedo asegurar es lo que el presidente de la Junta ha escrito y contestado al Gobierno. Que no hay ningún protocolo nuevo, que no se atenta hacia las mujeres que quieran interrumpir su embarazo, y que no hay ninguna coacción ahora, ni la puede haber, a ninguna mujer que quiera interrumpir su embarazo. Es un problema inexistente”.
No obstante, en la carta que remitió al Gobierno, Mañueco sí especifica que no habrá ninguna modificación “en el protocolo de atención a la interrupción del embarazo”. Del protocolo para todas las embarazadas no dice nada. El equipo de Feijóo argumenta que, en todo caso, “no se va a obligar a nada a los médicos”, aunque si estos son antiabortistas podrían ofrecer a una mujer embarazada que quisiera abortar esas nuevas medidas.
Pero una cosa es el detalle y otra el relato. En el discurso, el PP es claro desautorizando a Gallardo y a Vox, lo que políticamente deja a sus socios de Gobierno a los pies de los caballos. El juego es ese: presionarles y que sean ellos los que decidan si transigen o si optan por abandonar el Ejecutivo, con el consiguiente coste. Génova sostiene que no necesita romper con la extrema derecha porque en Castilla y León Vox está pasando por el aro. “Nos preocuparía si nos marcara la agenda política Vox. Pero lo que nos trasladan en la Junta es que la actuación política la determina el PP”, subrayan en el equipo directo de Feijóo. La decisión es marcar el terreno de juego al partido de Santiago Abascal también como aviso a navegantes, es decir, lanzando el mensaje de que así será la actitud del PP en todos los gobiernos que compartan tras las elecciones de mayo.
Feijóo opta por asegurar la estabilidad política en Castilla y León a pesar de mantener dentro del Gobierno a la extrema derecha, frente a un escenario de adelanto electoral que él mismo descartó ayer. “Las elecciones son una cosa muy seria y es una competencia exclusiva del presidente de una comunidad autónoma. No tengo ningún indicio sobre este asunto ni me corresponde contestar, ni honradamente creo que eso sea un debate que se esté dando en Castilla y León”, sostuvo Feijóo. Castilla y León celebró elecciones hace menos de un año, el 13 de febrero de 2022, y en Génova no ven un anticipo. Fuentes de la dirección popular insisten en que “no se baraja”.
El debate que sí está abierto y es visto con buenos ojos por algunos dirigentes de la cúpula es el de que Mañueco destituya a Gallardo y pida a Vox que lo reemplace por otro miembro de su partido, sin romper el Gobierno conjunto. “Si Mañueco cesa a Gallardo, le respaldaremos”, afirman en el entorno directo de Feijóo. No se contempla, sin embargo, como una posibilidad inmediata, y solo en el caso de que Gallardo vuelva a provocar problemas. La estrategia ahora es dejar que el vicepresidente de Castilla y León “sufra” después de las desautorizaciones del PP y con las críticas de medios de comunicación conservadores, que en general se han alineado en contra de su iniciativa antiabortista. “Hay coincidencia en la inmensa torpeza de este chico, ha quedado como un chisgarabís”, subrayan en el PP. Gallardo guarda silencio desde el lunes, así que el PP no tiene ninguna prisa. Los populares creen que han salvado la partida y que la polémica morirá esta semana. “La que viene estará olvidada”, confían.
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