El verano como punto de inflexión

En un contexto tan complejo, con la inflación y la dependencia energética como principales preocupaciones, es la cuestión del clima la única que, de forma significativa, avanza posiciones desde julio

La laguna de Santa Olalla, en Doñana, este septiembre.EBD/CSIC/EFE

El verano nos ha dado de bruces con la gravedad de la crisis climática. La combinación de olas de calor extremo, sequías e incendios han supuesto un punto de inflexión en la conciencia de la emergencia climática. El barómetro de 40dB. para EL PAÍS y Cadena SER muestra más inquietud ciudadana por este asunto: en un contexto tan complejo, con la inflación y la dependencia energética como principales preocupaciones, es la cuest...

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El verano nos ha dado de bruces con la gravedad de la crisis climática. La combinación de olas de calor extremo, sequías e incendios han supuesto un punto de inflexión en la conciencia de la emergencia climática. El barómetro de 40dB. para EL PAÍS y Cadena SER muestra más inquietud ciudadana por este asunto: en un contexto tan complejo, con la inflación y la dependencia energética como principales preocupaciones, es la cuestión del clima la única que, de forma significativa, avanza posiciones desde julio: si entonces el 46% de los entrevistados calificaba de muy importante el problema climático, ahora es el 54%, una subida de ocho puntos en pocas semanas.

Llama la atención, sin embargo, que esta mayor concienciación ciudadana no se traduzca en un amplio consenso entre los electorados de los distintos partidos: de hecho, si hay un asunto que divide a los españoles es la percepción de la crisis climática, más que otros tradicionalmente divisivos como la inmigración. Así, si entre los votantes de Unidas Podemos y el PSOE más de 6 de cada 10 creen que la crisis climática es un problema muy importante (sin incluir los que dicen “bastante”), entre los del PP y Vox lo señalan 4 y 3 de cada 10, respectivamente. Algo similar ocurre con la creencia de que los fenómenos extremos de este verano se deben al cambio climático, más extendida entre los progresistas que entre los conservadores.

Con esto no se quiere decir que a la mayor parte de las personas de derechas no les importe la crisis climática. Es más una cuestión de intensidad: entre los conservadores son menos quienes creen que estamos ante una situación de emergencia. Por lo demás, los negacionistas se concentran sobre todo en Vox. Estas fisuras, lógicamente, no son positivas para la lucha contra el cambio climático. En un escenario de incertidumbre política como el actual, la experiencia directa de fenómenos extremos podría tener consecuencias en el voto de los ciudadanos. En este ámbito, las derechas cuentan con dos desventajas. Por un lado, de todo el elenco de políticas públicas (con la única excepción de la igualdad entre hombres y mujeres), es en la cuestión del clima donde se detecta más distancia en la capacidad que los ciudadanos atribuyen a los partidos de izquierdas frente a los de derechas. La gente piensa que el PSOE es más capaz que el PP de luchar contra este problema. Por otro lado, la cuestión climática divide al electorado conservador: entre los votantes del PP, los que creen que es un asunto muy importante no llegan a la mitad y entre los de Vox cerca del 40% opina que importa poco o nada.

Es posible que las catástrofes veraniegas hayan contribuido, junto a otros factores, a frenar el ascenso del PP que se observaba desde que Feijóo asumió la dirección del partido. Los populares vuelven a aventajar a los socialistas en la estimación de voto (por 1,5 puntos), pero en voto directo y en simpatía vuelve a ganar el PSOE. El escenario político sigue siendo imprevisible, como lo es el momento que vivimos.

Belén Barreiro es directora de 40dB.

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