El paraguas de la OTAN extenderá su protección a Ceuta y Melilla
El Concepto Estratégico de Madrid incluirá la defensa de “la soberanía e integridad territorial” de los aliados como misión de la Alianza
El Concepto Estratégico de Madrid, la hoja de ruta de la OTAN para la próxima década, incluirá por vez primera la defensa de “la soberanía e integridad territorial” de los países aliados como misión fundamental de la organización, según fuentes que han tenido acceso a los últimos borradores del documento que se aprobará en la cumbre que se celebra esta semana en Madrid. La inclusión de este principio en el Concepto Estratégico, el segundo texto más impo...
El Concepto Estratégico de Madrid, la hoja de ruta de la OTAN para la próxima década, incluirá por vez primera la defensa de “la soberanía e integridad territorial” de los países aliados como misión fundamental de la organización, según fuentes que han tenido acceso a los últimos borradores del documento que se aprobará en la cumbre que se celebra esta semana en Madrid. La inclusión de este principio en el Concepto Estratégico, el segundo texto más importante de la Alianza Atlántica, supone que las ciudades de Ceuta y Melilla pasarán a estar protegidas, a partir de ahora, por el paraguas de la OTAN.
El artículo 5º del Tratado de Washington, de 1949, señala que el ataque contra cualquier miembro de la OTAN se considerará un ataque contra todos, pero restringe este compromiso al denominado espacio euroatlántico, limitado al territorio de los países aliados en Europa, Norteamérica, la parte asiática de Turquía y las islas situadas al norte del trópico de Cáncer, lo que incluye a Canarias pero excluye a Ceuta y a Melilla. El nuevo Concepto Estratégico cambia esta situación ya que, aunque no puede modificar un tratado, lanza un mensaje políticamente contundente al comprometer a la OTAN en la defensa de “cada pulgada de su territorio”, en palabras de su secretario general, Jens Stoltenberg.
La inclusión de la defensa de la “integridad territorial” no ha sido una cesión a España, por más que España la apoye, sino otra consecuencia de la guerra de Ucrania, en la que Rusia no ha ocultado su objetivo de arrebatar partes del territorio de su vecino, primero con la anexión de Crimea y luego con la ocupación de amplias zonas del este del país. La OTAN ha advertido a Vladímir Putin que considerará casus belli cualquier incursión rusa sobre un palmo de suelo aliado.
La invasión de Ucrania, que ha alterado el equilibrio estratégico mundial, polarizará la cumbre de Madrid. Los 30 jefes de Estado y Gobierno debatirán el ingreso de Suecia y Finlandia, dos socios de la UE a quienes la agresividad rusa ha empujado a llamar a la puerta de la OTAN. La luz verde a los dos países nórdicos, cuyos mandatarios acuden como invitados a la capital española, está pendiente de que Turquía levante el veto y pueda alcanzarse la unanimidad.
Otros dos asuntos llegan aún abiertos a la cumbre de Madrid. El primero es el refuerzo del despliegue militar en la OTAN en el este de Europa. Los aliados vecinos de Rusia quieren que la Alianza Atlántica eleve a la categoría de brigadas los grupos de combate ya desplegados en las tres repúblicas bálticas y en Polonia, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria. Eso supone más que doblar sus actuales efectivos, de unos 1.200 a 3.500 cada uno, hasta 28.000 en total. Muchos países occidentales creen que los actuales batallones reforzados son suficientes y no hay que aumentarlos, si cuentan con las estructuras necesarias para crecer rápidamente en caso de necesidad. La cuestión está en si se pasa de una presencia militar simbólica —una forma de enseñar la bandera de la OTAN junto a la frontera rusa— a un despliegue militar masivo, de carácter permanente y muy costoso, como quieren los aliados del Este.
El otro asunto que llega sin acuerdo, según las fuentes consultadas, es el aumento de los llamados fondos comunes, unos 2.500 millones anuales con los que se financia la organización. La Alianza Atlántica presiona para aumentar sustancialmente esta cantidad, lo que le permitiría tener manos libres para actuar en caso de urgencia sin esperar a las contribuciones nacionales; y acometer, además, las obras de infraestructura necesarias para reforzar la defensa de los países del Este. Aunque no hay una cifra cerrada, algunas fuentes señalan que el objetivo es elevar los fondos comunes hasta los 30.000 millones anuales en una década. El plan tropieza con la oposición de aliados como Francia, que se niegan a “firmar un cheque en blanco” y exigen conocer los proyectos antes.
Lo que no se discutirá es el objetivo de llegar al 2% del PIB en gasto militar. A dos años de que se cumpla el plazo fijado en la cumbre de Gales (2014) para alcanzar este porcentaje, menos de la mitad de los socios de la OTAN lo cumplen, pero la invasión de Ucrania ha servido de aldabonazo y ya nadie lo cuestiona. Se espera que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en alguna de sus intervenciones públicas, reafirme el compromiso de llegar al 2% en 2030, y tal vez anticipe algún aumento del presupuesto de Defensa a corto plazo.
El Concepto Estratégico consagrará a Rusia como la principal amenaza para la seguridad de los aliados y reafirmará el concepto de OTAN 360 grados, en alusión a la necesidad de prestar atención a los riesgos procedentes del sur, donde el Sahel se ha convertido en epicentro de organizaciones terroristas como el Estado Islámico y Al Qaeda.
Junto a las amenazas convencionales (incluida la nuclear, química y biológica) se destacará la necesidad de hacer frente a las amenazas híbridas: ciberataques, desinformación, emigración irregular o suministros energéticos utilizados como instrumentos de presión. Y el calentamiento global como factor multiplicador de todos estos riesgos, sobre todo en el sur.
Además, la cumbre de Madrid dará luz verde al Nuevo Modelo de Fuerza, que implicará una disponibilidad mayor de las unidades y un acortamiento de los periodos de reacción, lo que supondrá un nivel de alistamiento y equipamiento mucho más exigente y costoso. Es decir, más presupuesto militar.