Llega a Terranova el buque canadiense con dos de los fallecidos en el naufragio del ‘Villa de Pitanxo’

El tripulante peruano Rogelio Franco es el único identificado, según fuentes familiares, mientras el barco que traslada a los supervivientes y el resto de los cadáveres tiene previsto llegar este sábado

San Juan de Terranova (Enviada especial) -
El buque 'Nexus', atracado en el puerto de San Juan de Terranova.M. A. S. V.

A las siete de la mañana de este viernes, con la primera luz del día, el buque canadiense Nexus ha enfilado la bocana del puerto de San Juan de Terranova (Canadá). A bordo viajaban dos de los cuerpos sin vida de los nueve recuperados tras el naufragio del arrastrero gallego Villa de Pitanxo, que zozobró en la madrugada del martes en aguas internacionales del Gran Banco de Terranova. Los tres supervivientes —el patrón, Juan Enrique Padín Costas...

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A las siete de la mañana de este viernes, con la primera luz del día, el buque canadiense Nexus ha enfilado la bocana del puerto de San Juan de Terranova (Canadá). A bordo viajaban dos de los cuerpos sin vida de los nueve recuperados tras el naufragio del arrastrero gallego Villa de Pitanxo, que zozobró en la madrugada del martes en aguas internacionales del Gran Banco de Terranova. Los tres supervivientes —el patrón, Juan Enrique Padín Costas; su sobrino Eduardo Rial Padín, y el marinero ghanés Samuel Kwesi Koufie— y el resto de los cadáveres son trasladados por el pesquero Playa de Menduiña II, que llegará a tierra a primera hora de la mañana de este sábado, 24 horas después de lo previsto a causa de los trámites administrativos.

En las inmediaciones del puerto de San Juan, una inabarcable ensenada protegida del mar abierto, nada hacía sospechar la excepcionalidad del momento. Sólo la presencia de un vehículo de la autoridad portuaria, con las señales luminosas encendidas, y la posterior llegada de un coche fúnebre rompían la cotidianidad de una ciudad de poco más de 100.000 habitantes taciturna y sombría, pese a las fachadas de incontables colores de sus casas, con la actividad al ralentí en sus calles y los pesqueros amarrados en el muelle por el mal tiempo.

“San Juan vive de este puerto, es nuestro corazón, nuestro alimento. Por eso sentimos enormemente la pérdida de tantas vidas en el mar, estamos consternados y enviamos nuestro más sentido pésame a las familias de las víctimas y a toda España”, decía sin ser preguntado John, un marinero jubilado, llevándose la mano al corazón, enfrente de la dársena 15 del puerto, en la que quedó atracado el Nexus. Otros curiosos seguían la llegada en silencio, guarecidos en sus automóviles de las bajas temperaturas. Las cámaras no pudieron captar el momento en que los restos mortales fueron introducidos en el furgón: un minibús de la autoridad portuaria, colocado delante, cegó cualquier ángulo de visión. Un gesto de debido respeto a la dignidad de los muertos, y de clemencia para los allegados.

La furgoneta abandonó la dársena pasadas las nueve y media de la mañana (hora local, cuatro horas y media más en la Península) en dirección a la morgue del principal hospital de la ciudad. La identificación se completará este sábado, con el resto de los cuerpos, tras el reconocimiento por parte del forense y la expedición del certificado de defunción por las autoridades canadienses competentes, ha informado este viernes el Ministerio de Exteriores español. El objetivo del plan de asistencia, a cargo del cónsul general en Montreal, Luis Calvo, es repatriar los cuerpos y a los supervivientes tan pronto como sea posible.

Adelantándose a la identificación oficial, la familia de uno de los dos fallecidos confirmó en Marín que se trata del tripulante peruano Rogelio Franco, cuyos restos serán repatriados a su país de origen, informa la agencia Europa Press. Kevin, hijo de la pareja de Franco, dijo haber sido convocado a las oficinas del armador en Marín, donde le fue notificado que Rogelio Franco había sido reconocido en el proceso de identificación en curso en San Juan. Las autoridades canadienses mantienen un mutismo absoluto.

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María José de Pazo, hija del maquinista del 'Villa de Pitanxo', Francisco de Pazo, desaparecido en el naufragio, pide más información durante una protesta a las puertas de la Subdelegación del Gobierno en Pontevedra.Beatriz Ciscar - Europa Press (Europa Press)

El naufragio del Villa de Pitanxo ha despertado un sentimiento siempre a flor de piel, el de la solidaridad entre las gentes del mar, da igual que sean canadienses o gallegos. También del Gobierno de Canadá, que ha mostrado su voluntad de retomar la búsqueda de los 12 desaparecidos tan pronto como las condiciones meteorológicas lo permitan, dado que en torno a la isla de Terranova -el naufragio se produjo a 460 kilómetros al este de San Juan- se registran ahora rachas de viento huracanado de hasta 120 kilómetros por hora y fuertes lluvias. No obstante, no hay confirmación oficial por parte de Canadá de que las tareas de búsqueda vayan a reanudarse. A las labores de vigilancia en la zona del naufragio podrían sumarse, a instancias de la secretaría general de Pesca del Ministerio de Agricultura, tres pesqueros españoles, dos de Cangas y uno de Vigo, que faenan en las inmediaciones.

Dado que el naufragio ocurrió en aguas internacionales, la investigación “correría a cargo del país donde está registrado el barco”, han reiterado este viernes las autoridades canadienses. La policía del país (la Real Policía Montada de Canadá, RCMP, en sus siglas inglesas) sí se encarga de las labores en tierra, en coordinación con las aduaneras y las forenses. La unidad especializada en medicina legal de la Policía Montada colabora con la oficina del forense para facilitar los trámites y acelerar, en lo posible, la identificación de los cadáveres y su repatriación, como desea el Ministerio de Exteriores español.

Zozobra, ese término tan marinero, describe bien el estado de ánimo reinante. “San Juan, la isla de Terranova entera, que es uno de los asentamientos más antiguos de América del Norte, tiene memoria marítima. Su historia está ligada a la pesca, ha sido su prosperidad y también su infortunio cuando el mar, como en este caso, se convierte en una tumba. Así que [el naufragio del pesquero español] lo vivimos también como algo propio, no es ninguna retórica”, explica Denis, dueño de un negocio de pesca deportiva. La presencia de varios medios canadienses, locales y de ámbito nacional, confirma que la triste suerte del Villa de Pitanxo no es en absoluto ajena a una ciudad y un país que han sido, sin querer, testigos de su último viaje..

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