Amnistía “de todos para todos”: la piedra angular de la reconciliación

El deseo de iniciar una nueva etapa de convivencia democrática reunió el consenso de los constituyentes en torno a la necesidad de olvidar

El presidente del Gobierno, Adolfo Suárez (a la derecha), y los vicepresidentes Enrique Fuentes Quintana (a la izquierda)y el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado, aplauden en pie desde sus escaños, junto al resto de diputados, tras la aprobación de la Ley de Amnistía el 14 de octubre de 1977.César Lucas

La necesidad de superar la profunda división que la Guerra Civil y el franquismo abrieron en la sociedad española llevó al Gobierno de Adolfo Suárez a aprobar, el 30 de julio de 1976, una amnistía parcial que perdonaba los delitos de intencionalidad política y de opinión que no hubieran puesto en peligro o lesionado la vida. Gracias a ella, salieron a la calle la gran mayoría de presos políticos. Casi 300, según algunos estudios. “Al dirigirse España a una plena normalidad democrática, ha llegado el momento de ultimar este proceso con el olvido de cualquier legado discriminatorio”, rezaba la m...

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La necesidad de superar la profunda división que la Guerra Civil y el franquismo abrieron en la sociedad española llevó al Gobierno de Adolfo Suárez a aprobar, el 30 de julio de 1976, una amnistía parcial que perdonaba los delitos de intencionalidad política y de opinión que no hubieran puesto en peligro o lesionado la vida. Gracias a ella, salieron a la calle la gran mayoría de presos políticos. Casi 300, según algunos estudios. “Al dirigirse España a una plena normalidad democrática, ha llegado el momento de ultimar este proceso con el olvido de cualquier legado discriminatorio”, rezaba la motivación del texto.

La reconciliación, sin embargo, necesitó de una dosis de olvido mucho mayor y definitiva: la amnistía total para todos los delitos políticos con independencia de su resultado, es decir, incluidos los delitos de sangre. Una larga reivindicación de las fuerzas de izquierda dotada de gran arraigo popular que convocó finalmente el consenso de los constituyentes el 14 de octubre del año siguiente. Fue la primera ley del primer Parlamento elegido democráticamente tras la dictadura.

El amplio acuerdo que cosechó (296 votos a favor, 2 en contra, 18 abstenciones y 1 nulo) dejó fuera a Alianza Popular, que se abstuvo, y cuyo portavoz, Antonio Carro, fue el único que intervino en contra de la concesión de la medida de gracia.

El resto de partidos hizo concesiones con el resultado final para obtener un resultado conjunto, elaborado y presentado por seis grupos de la Cámara, lo que permitió la salida de otros 89 presos. Se trató de una amnistía “de todos para todos”, en palabras del diputado del PNV Xabier Arzalluz. Prueba de ello fue la inclusión de los actos llevados a cabo “en reivindicación de autonomías de los pueblos de España”, en referencia implícita a los crímenes cometidos por ETA; y de “los delitos de las autoridades, funcionarios y agentes del orden público” guiados por el mandato franquista. Un pacto de mutuo olvido que marcó el inicio definitivo de una nueva etapa.

Lo que sigue es un pequeño extracto, en orden de intervención, de lo que se escuchó en el hemiciclo aquel día.

Antonio Carro (AP): “Una democracia responsable no puede estar amnistiando continuamente a sus propios destructores”. “Nuestro grupo acepta y reconoce la institución de la amnistía. [...] Cuando cambia un régimen político, y en España es evidente que se ha producido este cambio, la amnistía es una consecuencia justa. [...] Pero llegados a este punto [tras el 15 de junio], en España ya no hay posibilidad de delitos políticos. [...] Con la aprobación de esta enésima amnistía estamos deslizándonos por el plano inclinado del menosprecio de las leyes [...]. Si ofrecierais al país una garantía de que esta es la última y después aplicaréis la ley sin tolerancias [...], estaría dispuesto a sacrificar mis dudas y temores en aras del unánime consenso parlamentario. [...] Una democracia responsable no puede estar amnistiando continuamente a sus propios destructores.”

Marcelino Camacho (PCE-PSUC): “La pieza capital de esta política de reconciliación nacional tenía que ser la amnistía”. “¿Cómo podríamos reconciliarnos los que nos habíamos estado matando los unos a los otros, si no borrábamos ese pasado de una vez para siempre? [...] La amnistía es la única [política] consecuente que puede cerrar ese pasado de guerras civiles y de cruzadas. Queremos abrir la vía a la paz y a la libertad. [...] Nosotros, precisamente, los comunistas, que tantas heridas tenemos, que tanto hemos sufrido, hemos enterrado nuestros muertos y nuestros rencores. Estamos resueltos a marchar hacia adelante. [...] Pedimos amnistía para todos, sin exclusión del lugar en que hubiera estado nadie. Creo que esta propuesta nuestra será, sin duda, para mí, el mejor recuerdo que guardaré toda mi vida de este Parlamento. [...] Con la amnistía la democracia se acercará a los pueblos y a los centros de trabajo.”

Donato Fuejo Lago (PSP-Grupo Mixto): “Las amnistías han sido un instrumento de paz, clemencia y justicia”. “En la situación española actual, la amnistía por la que tanto tiempo hemos luchado alcanza su máximo sentido: reconciliación nacional, paz entre los españoles, entendimiento pleno entre los pueblos de España y el Estado. [...] “Supondrá [...] la superación de la dictadura, que tenía enfrentadas a las ideologías políticas puestas en paralelo de enemigos violentos, para acceder a la categoría de adversarios políticos. [...] La transacción ha surgido de dos posiciones, y no simplemente por evitar conflictos parlamentarios; hay algo más profundo. No podemos poner en peligro la libertad y el afianzamiento definitivo de la democracia. [...] Hubiera sido necesario que esta proposición de ley contemplara una reparación moral que saldara de una vez y para siempre el abismo que rompió en dos a nuestra sociedad.”

Josep María Triginer (PSC): “La amnistía es el inicio de una nueva era de confianza en el futuro”. “Confianza en poder resolver en el Parlamento las diferencias políticas, y confianza en la adopción de fórmulas que fortalezcan el entendimiento y la solidaridad entre los pueblos de España, sin que ello suponga restar autonomía e identidad propia a las regiones y nacionalidades que pretendan asumirlas. [...] La amnistía no solo cierra una etapa de un régimen que agotó todas sus posibilidades, sino que da paso a la etapa de transformación democrática que ya vivimos [...] y, como tal, se presenta al Congreso y al pueblo con el apoyo más o menos entusiasta de casi todos los Grupos políticos. [...] Esto es lo que da más fuerza al contenido de esta amnistía, por encima de sus limitaciones, por encima de los temores.”

Txiki Benegas (PSOE): “Ninguna democracia se puede construir manteniendo presos, exiliados y represaliados producto de una dictadura que se pretende superar”. “La gestación de esta amnistía ha sido larga, lenta, enormemente laboriosa. [...] No quiero recordar el número de movilizaciones populares, de violencias, de muertos que la propia consecución de la amnistía ha producido hasta llegar a la fecha de hoy, en que, por fin, se va a enterrar la guerra civil. [...] Si alguna insuficiencia tiene, posee el indudable valor de que casi todas las fuerzas políticas de esta Cámara —¡ojalá fueran todas!— tienen la voluntad de enterrar un pasado triste y de construir otro diferente. [...] Para que la amnistía sea una realidad, es necesario que se controle a los grupos incontrolados que pretenden desestabilizar el proceso democrático.

Xabier Arzalluz (PNV-Minorías vasca y catalana): “Una amnistía de todos para todos, un olvido de todos para todos”. “Ningún vasco quedará en la cárcel o en el exilio. Nuestro pueblo ha luchado en vanguardia por la amnistía, a costa hasta de muertos. [...] Es simplemente un olvido, una amnistía de todos para todos, un olvido de todos para todos. Porque hay que recordar, aunque sea por última vez, que [...] esto que pasa en este hemiciclo, donde se sientan gentes que han padecido largos años de cárcel y de exilio junto a otros que han compartido responsabilidades de gobierno y de Gobiernos que causaron esos exilios o esas cárceles, es la imagen de la realidad de nuestra sociedad. [...] Olvidemos, pues, todo. [...] Una ley puede establecer el olvido, pero ese olvido ha de bajar a las personas [...]. No es solo sacar presos de la cárcel [...], sino que vayamos profundizando en esta democratización.”

Francisco Letamendia (EIA), que se abstuvo y explicó su voto particular: “La amnistía no es un perdón vergonzante de personas a quienes se sigue considerando delincuentes comunes”. “Tengo el mandato de un sector del pueblo vasco que tiene una concepción y una filosofía de la amnistía distinta de aquella que el Congreso va a votar. [...] Este sector del pueblo está por una pacificación de Euskadi [...]. Pero para este sector la amnistía no es un perdón vergonzante de personas a quienes se sigue considerando delincuentes comunes. Por el contrario, es el reconocimiento del derecho de un pueblo a haber utilizado todos los medios que tenía a su alcance para defenderse de la agresión de la dictadura. [...] El 15 de junio [día de las elecciones] es una fecha puramente formal, no revestida de contenido democrático; una amnistía total sí supone el comienzo de la democracia.”

Hipólito Gómez de las Roces (Partido Aragonés), que se abstuvo y explicó su voto particular: “Estamos trasladando a los tribunales de Justicia una competencia que es de las Cámaras o del Gobierno”. Se abstuvo porque se acortó el tiempo de introducción de enmiendas y consideró que la ley contenía muchas imprecisiones jurídicas.

Rafael Arias Salgado (UCD): “La amnistía nos permite a todos, absolutamente a todos, mirar al futuro con dignidad”. “La amnistía es necesaria siempre que se persiga construir algo nuevo, sentar las bases de una nueva convivencia. [...] Es el presupuesto ético-político de la democracia a la que aspiramos, que no mira hacia atrás, sino que, fervientemente, quiere superar y trascender las divisiones que nos enfrentaron en el pasado. Queremos que la democracia no sea de nadie en particular, sino de todos los españoles, para que todos puedan sentirse partícipes en su alumbramiento. [...] Es posible que precisamente por ser común a la inmensa mayoría de los Grupos de esta Cámara deje en algunos un rescoldo último de insatisfacción, pero creemos que es tal su amplitud, que permite superar el pasado y empezar a construir aquello que realmente necesitamos.”

Los “delitos de la mujer” quedaron fuera

A pesar del amplio alcance de la Ley de Amnistía, los delitos considerados específicamente “de la mujer”, como el adulterio o la prostitución, quedaron fuera de ella por no entrar en la categoría de delitos políticos. Algunos diputados los mencionaron en su intervención: 

Marcelino Camacho: “A las mujeres de nuestro país queremos indicarles que si hoy no se discute este problema, que si en esta ley faltara la amnistía para los llamados “delitos de la mujer”: adulterio, etcétera, les queremos recordar que el Grupo Parlamentario Comunista presentó una proposición de ley el 14 de julio que creemos que es urgente discutir y que vamos naturalmente a discutir.”

Txiki Benegas: “La amnistía debe ser garantizada en su aplicación mediante las medidas necesarias que establezcan y defiendan [...] la desaparición de toda discriminación sufrida por la mujer, la despenalización de los delitos que afectan a la mujer.”

Francisco Letamendia: “Una amnistía debe alcanzar a aquellos delitos específicamente femeninos que suponen vejación para la mujer. No olvidemos que si por algo se caracteriza una sociedad fascista es por ser una sociedad masculinista.”

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