Análisis

Vuelta al reformismo, fuera aspavientos

Sánchez abre el foco de su proyecto y se mira en los principales referentes del pasado

Felipe González, Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero, el sábado en el 40º Congreso del PSOE, en Valencia.Mònica Torres

Habrá opiniones fundadas que achaquen escasa producción programática al 40º congreso del PSOE. No ha salido un programa electoral, pero sí el apunte de las principales carencias de España y otros más sobre por dónde hay que caminar para superarlas, siempre imbricados en el proyecto europeo. Con la acción del Gobierno y las propuestas que han aprobado los delegados hay materia para marcar hacia dónde va el PSOE, al menos, hasta las elecciones municipales y autonómicas de...

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Habrá opiniones fundadas que achaquen escasa producción programática al 40º congreso del PSOE. No ha salido un programa electoral, pero sí el apunte de las principales carencias de España y otros más sobre por dónde hay que caminar para superarlas, siempre imbricados en el proyecto europeo. Con la acción del Gobierno y las propuestas que han aprobado los delegados hay materia para marcar hacia dónde va el PSOE, al menos, hasta las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023 y las generales previstas para siete meses después. Se han reiterado compromisos de derogaciones de leyes del Gobierno del PP.

La cita congresual del PSOE en este octubre de 2021 tenía como objetivo inexcusable superar las consecuencias del anterior congreso. En 2017 se apuntaló la división fratricida, una guerra en la que Pedro Sánchez ganó. Los derrotados, a casa. Ante tanto encono, unos por derribar a Sánchez y los suyos por hacerse fuertes, no había espacio para la convivencia. La necesidad, tras el fracaso de un acuerdo con Ciudadanos, de pactar con Unidas Podemos para sustentar el Gobierno reafirmó a quienes justificaron la batalla contra Sánchez por su proclividad a entenderse con el grupo de Pablo Iglesias, más los independentistas y nacionalistas, sin los cuales la suma no daba.

Con el PSOE en el Gobierno llegó el silencio. La mayoría, no todos, dejó la crítica a Sánchez para la intimidad. Vencedores y vencidos de 2017 han dado pasos para la reconciliación, ya sea sentida o necesaria, para que su partido recupere la primera línea de apoyo ciudadano. El poder de los socialistas está en juego en media España y en muchos ayuntamientos; su continuidad en el Gobierno de la nación está más que en entredicho.

El PSOE está necesitado de todos sus referentes pasados; todos son importantes, junto a la renovación que ha entrado en la nueva comisión ejecutiva. Todos son necesarios para atraer a una mayoría social. Es el PSOE “reformista”, que sí se proclama de izquierda, pero que atrae al centro más progresista, concluyen diferentes interlocutores socialistas. De los documentos del congreso sale el compromiso por revitalizar el Estado de bienestar y por dar la batalla contra la desigualdad creciente. Ahora los socialistas no creen necesario mantener el lema del anterior congreso, Somos la izquierda. El reelegido líder del PSOE ha abierto el foco en el proyecto y en quienes lo han encarnado antes, como Felipe González. Sánchez ha hecho gestos y el expresidente lo ha agradecido con su presencia. No solo estaba pendiente la reconciliación interna, sino el ajuste de los problemas surgidos entre La Moncloa y Ferraz. Los cambios gubernamentales del mes de julio se han rematado en este congreso y el hilo entre ambos es ahora de acero. La militancia ha demostrado que anhelaba la unidad. Las muestras inequívocas de apoyo a los apartados, como Carmen Calvo y José Luis Ábalos, denotaban tanto afecto como pesar, pero lo primero es el partido

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