Ione Belarra, una negociadora ante el reto de la bicefalia

La nueva secretaria general llegó al partido hace siete años animada por Irene Montero y ahora deberá coordinar un liderazgo con la vicepresidenta Yolanda Díaz

Ione Belarra alza el puño durante la asamblea de Unidas Podemos en Alcorcón, Madrid, este domingo.Vídeo: OSCAR DEL POZO / AFP

Antes de entrar en Podemos, Ione Belarra (Pamplona, 33 años) no había militado en ningún otro partido político. Cuando decidió embarcarse en el proyecto, animada por la actual ministra de Igualdad, Irene Montero, a quien le une una estrecha amistad desde los tiempos de la facultad, aterrizó en el círculo de Migraciones y Cooperación Internacional.

La recién nombrada secretaria general del partido conocía bien el área por su experiencia como investigadora en la universida...

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Antes de entrar en Podemos, Ione Belarra (Pamplona, 33 años) no había militado en ningún otro partido político. Cuando decidió embarcarse en el proyecto, animada por la actual ministra de Igualdad, Irene Montero, a quien le une una estrecha amistad desde los tiempos de la facultad, aterrizó en el círculo de Migraciones y Cooperación Internacional.

La recién nombrada secretaria general del partido conocía bien el área por su experiencia como investigadora en la universidad y el trabajo desarrollado en Cruz Roja y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Era entonces el año 2014, Podemos acababa de nacer unos meses antes y la formación ya había dado la campanada en las elecciones europeas que convirtieron a un popular Pablo Iglesias y a otros cuatro integrantes de su candidatura en eurodiputados.

Poco más de un año después, en las generales de 2015, obtuvo un escaño por Navarra. “Se le da bien y se siente cómoda” en la práctica parlamentaria, señala una fuente próxima a Belarra, actividad que vuelve a ejercer ahora en primera línea cuando tiene que comparecer en las Cortes como ministra de Derechos Sociales, cargo en el que sucedió a Pablo Iglesias. Antes de su renuncia, y en un segundo plano, se desempeñó como una de las principales negociadoras de Podemos con el PSOE. Primero en 2018, cuando coordinó el grupo parlamentario al sustituir a Montero durante su baja de maternidad. En aquel período trazó con los socialistas un acuerdo de presupuestos que incluía ambiciosas mejoras sociales para la época —subida del salario mínimo hasta los 900 euros y la ampliación de la baja de paternidad hasta las 16 semanas—, aunque las cuentas nunca salieron adelante y hubo elecciones. Más adelante participó en las negociaciones para el pacto de Gobierno y también en las que decidieron la composición de la coalición. Ya en el Ejecutivo, Belarra fue nombrada secretaria de Estado para la Agenda 2030 y desde esa posición reivindicó en público y en privado el desarrollo de una ley de vivienda estatal para poner techo al precio de los alquileres, aún hoy en la lista de tareas pendientes del acuerdo.

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Su beligerancia en las redes llegó a enfrentarla a la titular de Defensa, Margarita Robles, a cuenta del decreto antidesahucios durante la pandemia. Después de un tiempo de declaraciones más discretas, el jueves pasado una entrevista en una emisora catalana en la que defendió la vuelta de Puigdemont a España sin ser detenido volvió a ponerla en el centro de la polémica.

Juan Carlos Monedero, fundador del partido, define a Belarra como una mujer “valiente, que asume que si la política no sirve para cambiar las cosas, prefiere estar fuera”, alguien que “no se olvida de cuando se sentaba en las plazas”.

Para José Pablo Ferrándiz, doctor en Sociología y profesor de la Universidad Carlos III, uno de los grandes retos de la nueva secretaria general será el de lograr estar a la altura del “liderazgo carismático de Iglesias”. El analista destaca el hecho de que la ministra sea menos conocida que el exvicepresidente y apunta, además, al elemento añadido de gestionar una bicefalia con Yolanda Díaz, ajena al partido, que resulte “cooperativa, y no competitiva”. Ella misma ha defendido esa nueva forma de mando feminista y colectivo. “Somos un equipo”, dijo a EL PAÍS hace unas semanas.

La ministra, que fue madre el año pasado, se formó en psicología, la profesión de su padre, y es hija de una abogada. Desde la marcha de Iglesias, el ritmo de trabajo ha aumentado de manera exponencial. Tanto, que aún no ha tenido tiempo de configurar las contraseñas y sigue conectada al wifi del ministerio con el usuario de “invitada”.

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