Iván Redondo: “Yo me tiro a un barranco por Sánchez. Estaré con él hasta el final”
El director del gabinete del presidente elogia el “liderazgo valiente” de este por afrontar los indultos a los líderes del ‘procés’
La derecha ha hecho de Iván Redondo, el director del gabinete del presidente del Gobierno, uno de sus blancos predilectos y este jueves tuvo la ocasión de enfrentarse cara a cara con él en el Congreso de los Diputados. Redondo, acostumbrado a trabajar lejos de los focos, no se arredró ante la virulencia de la oposición ni rehuyó los ataques y proclamó su fidelidad absoluta a Pedro Sánchez: “Un asesor se tira a un barranco por s...
La derecha ha hecho de Iván Redondo, el director del gabinete del presidente del Gobierno, uno de sus blancos predilectos y este jueves tuvo la ocasión de enfrentarse cara a cara con él en el Congreso de los Diputados. Redondo, acostumbrado a trabajar lejos de los focos, no se arredró ante la virulencia de la oposición ni rehuyó los ataques y proclamó su fidelidad absoluta a Pedro Sánchez: “Un asesor se tira a un barranco por su presidente. Yo me tiro por él. Ahí estaré con él hasta el final”.
A Redondo siempre se le antepone el calificativo “todopoderoso” por las numerosas competencias que ha ido acumulando como mano derecha del presidente del Gobierno. Tampoco es que él se reste relevancia, como evidenció en el inicio de su comparecencia ante la Comisión de Seguridad Nacional del Congreso. “Soy consciente de la importancia de mis palabras y de mis silencios”, advirtió el alto cargo de La Moncloa casi a modo de preámbulo.
Más adelante, cuando arreciaron los ataques de la oposición, Redondo dijo a sus críticos que lo podían tratar indistintamente “como asesor o como político”. Él no resistió la tentación de actuar como lo primero cuando fue valorando las intervenciones de sus contrincantes más bravos. A Isidro Martínez Oblanca, de Foro Asturias, le afeó: “El mitin ha sido malo”. A Iván Espinosa de los Monteros, de Vox, le dijo que lo había visto “flojo”. Y al popular Juan Antonio Callejas lo reconvino: “Hay que prepararse mejor las cosas”.
Redondo comparecía en su condición de secretario de la Comisión de Seguridad Nacional, un organismo que desde La Moncloa coordina todas las informaciones y estrategias para identificar y combatir las amenazas a España. El motivo de la comparecencia era explicar el último informe del organismo sobre 2020. Y Redondo habló con detalle de la pandemia, a la que “el mundo llegó tarde, Europa llegó tarde y España llegó tarde”. Se extendió sobre cuestiones de ciberseguridad, sobre la inmigración, sobre estrategias geopolíticas. Hasta hizo algún anuncio, como la creación de la Agencia Espacial Española. Pero la derecha había venido a hablar de su libro: del papel de Redondo como el gran gurú de Sánchez y, sobre todo, de los posibles indultos a los condenados por el procés.
El primero que sacó el asunto a relucir fue el asturiano Oblanca, entre denuncias de que el Gobierno se ha convertido en “un peligro para la seguridad nacional”. Redondo no se echó para atrás. Sin dar por hechos los indultos, afirmó: “Para arreglar lo que ha sucedido en la última década en Cataluña se necesita un liderazgo valiente”. Y ese justamente es el que encarna Sánchez, según su jefe de gabinete, cuando apuesta por la “concordia” y por “soluciones que no son fáciles”.
El tono subió con el popular Callejas, quien dedicó buena parte de su discurso a impugnar los posibles indultos, que llegó a calificar de “ilícito penal cercano a la traición”. El diputado intentó incomodar a Redondo dedicando irónicos elogios a su trabajo con Sánchez y con reiteradas citas a la frase del Poema del mío Cid “qué buen vasallo si hubiese buen señor”. El alto cargo de La Moncloa se revolvió. Acusó a Callejas de convertir el debate en un “caso Dreyfuss, una comisión Redondo” y fue entonces cuando proclamó su fe ciega en Sánchez, además de declarar que siente “orgullo” por la “determinación” del presidente. “España necesita un poquito de estabilidad y este presidente se la va a dar”, aseguró.
También se las tuvo que ver con Espinosa de los Monteros, quien consideró que no es “ético ni estético” compatibilizar el diseño de las campañas del PSOE con los asuntos de seguridad nacional. “Usted no vive en una burbuja, vive en un algoritmo”, le replicó Redondo. “Ustedes viven con miedo a cómo es y cómo será España”.
Golpe de efecto con el euskera
Especialista en golpes de efecto, Redondo no se resistió a una pequeña muestra en el Congreso. El comienzo de su intervención fue bilingüe, intercalando párrafos en castellano y en euskera, el idioma de su tierra. Oblanca se lo tomó un poco a guasa y, cuando le tocó hablar, saludó al “señor compareciente políglota”. “No es cuestión de políglota, se trata de un idioma constitucional”, le retrucó el alto cargo.
En esos párrafos en ambas lenguas, Redondo emitió un mensaje que pretendía ser conciliador: “España se construye con el Gobierno y con la oposición”. No encontró el menor eco. Entre la avalancha de críticas, abundaron las referencias a la reciente sentencia del Tribunal Constitucional que anuló su nombramiento y el del exvicepresidente Pablo Iglesias para integrar la comisión que supervisa el CNI. El tribunal consideró que no estaba justificado que para ello se utilizase, el pasado año, la vía de un decreto ley que versaba principalmente sobre medidas de emergencia contra la pandemia. La derecha exigió dimisiones por este asunto, pero Redondo le restó toda importancia e insistió en que el Constitucional solo cuestionó la forma en que se produjo su nombramiento y no el hecho de que el director del gabinete del presidente pueda integrarse en ese organismo, “como sucede”, subrayó, “desde hace 10 años”.
Una de las cuestiones que más incomodaron a Redondo fue que el popular Callejas le restregase las críticas al Gobierno y a él mismo del histórico socialista Alfonso Guerra. “Usar esas cosas es política vieja”, le reprochó el alto cargo, sin dejar de lanzar un mensaje al que fue vicepresidente en la época de Felipe González: “Lo digo desde el reconocimiento, pero todo tiene su tiempo y ahora hay otro tiempo con otras personas”. Ahí dejó además un último consejo al PP: “Echen estas cosas al olvido y cambien el chip”. Para entonces, los populares se revolvían en sus asientos y Callejas pidió la palabra para que constase su malestar por la “arrogancia” del superasesor de Sánchez.