Los 23 del ‘brazo armado’ catalán no se entienden en Madrid
El acuerdo entre ERC y Junts tiene muy difícil traslación al Congreso
ERC y Junts han tardado 90 días para labrar un acuerdo para gobernar en la Generalitat de Cataluña pero esa entente tiene muy difícil su traslación en Madrid al Congreso y con el Gobierno central. Las relaciones políticas entre los portavoces embajadores de esas formaciones en la capital son pésimas, pese a que en los últimos días se han hecho esfuerzos ímprobos por disimular su total falta de entendimiento. Junts lleva tiempo ...
ERC y Junts han tardado 90 días para labrar un acuerdo para gobernar en la Generalitat de Cataluña pero esa entente tiene muy difícil su traslación en Madrid al Congreso y con el Gobierno central. Las relaciones políticas entre los portavoces embajadores de esas formaciones en la capital son pésimas, pese a que en los últimos días se han hecho esfuerzos ímprobos por disimular su total falta de entendimiento. Junts lleva tiempo reclamando una coordinación de todas las fuerzas separatistas en lo que Joan Tardá, uno de los tótems del independentismo republicano, soñó como “el brazo armado del Govern de Cataluña en Madrid”. Ese objetivo parece ahora un imposible.
El casi siempre ácido portavoz parlamentario de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, las pasó canutas este martes al intentar explicar a la prensa su opinión real sobre sus socios de JuntsxCat en la Generalitat. El problema estaba en la hemeroteca y en lo fresca que aún permanecía en la memoria de los periodistas su intervención de tan solo una semana antes cuando les había descalificado duramente como “independentistas de derechas”. Interrogado de nuevo siete días después tuvo que marear las palabras para buscar una salida: “Junts no es tan de derechas”. Luego agregó que en esa formación “hay muchas familias”, precisó que algunas son “liberales, de centroderecha y conservadores” y hasta llegó más lejos: “ojalá aquí en el Congreso hubiera una derecha de ese tipo”.
Ante la sorpresa por sus giros dialécticos de los informadores, Rufián tuvo que reconocer que “el contexto” ahora ha cambiado y es muy distinto. La semana anterior las negociaciones en Barcelona se habían atascado y Junts permanecía intransigente en sus exigencias para apoyar la investidura de Pere Aragonés. Rufián estalló entonces, harto de unas reclamaciones que no entendía y jugó su papel: “ERC no es la criada de nadie. A ERC ni se la domestica ni se la tutela. Los resultados son los que son, los diputados y diputadas que hay aquí y en otras instituciones son los que son. Pedimos a todo el mundo que acepte la realidad”. Y reprochó a Junts sus alianzas con el PSC en la Diputación de Barcelona.
Una semana después, Rufián ensalzó que la nueva política, en Madrid y en Cataluña, consistirá en pactos entre formaciones “con ideologías diferentes” aunque en ocasiones supongan “contradicciones”. Cuando en los meses anteriores, desde que se impulsó la legislatura, Junts proponía en el Congreso un frente nacionalista común o iniciativas conjuntas, desde ERC se mantenían las distancias y se pregonaba su interlocución directa con el Ejecutivo de Pedro Sánchez, en el que no necesitaban siquiera la mediación de Podemos. Ahora Rufián sostiene que esa coordinación con Junts “existía antes, existe y existirá” y ha estirado su perfil posibilista.
Uno de los escollos más complejos será, a partir de ahora, cómo manejar esas relaciones del “trío separatista catalán” con el Gobierno del PSOE. ERC fue socio “fiable” de investidura, de legislatura y del estado de alarma de la pandemia. Y reivindica esa función práctica de dialogar y negociar, sobre todo ante un escenario tan crítico como el actual. Los socialistas quieren que esa interlocución se mantenga “intacta” y la diferencian de la suya con Junts.
Fuentes de la dirección de Junts niegan haber tenido nunca coordinación de estrategias en Madrid con ERC, aunque algo mejor con los radicales de la CUP. Y sostienen que la culpa de que los 23 diputados independentistas catalanes no funcionen como “un brazo armado” es de ERC “que regala sus votos por unas migajas”.