El complejo horizonte tras la pandemia
Andalucía busca fórmulas para acelerar la recuperación del aliento tras el desplome económico sufrido en 2020, que ha dejado un desempleo del 22% y una grave fractura social
Vista la luz al final del túnel gracias a las vacunas, las preguntas que Andalucía debe responder tras el año de pandemia son mayúsculas: ¿Servirá el batacazo socioeconómico como revulsivo para levantarse rápido o las graves heridas harán mella y la recuperación del ritmo será lenta, incluso muy lenta? ¿Será capaz la región de corregir sus debilidades históricas tras este punto de inflexión que ha cambiado la mirada y prioridades de tanta gent...
Vista la luz al final del túnel gracias a las vacunas, las preguntas que Andalucía debe responder tras el año de pandemia son mayúsculas: ¿Servirá el batacazo socioeconómico como revulsivo para levantarse rápido o las graves heridas harán mella y la recuperación del ritmo será lenta, incluso muy lenta? ¿Será capaz la región de corregir sus debilidades históricas tras este punto de inflexión que ha cambiado la mirada y prioridades de tanta gente? ¿Está preparada para resistir con más fortaleza otra pandemia en los próximos años o décadas?
Después de hundirse la economía un 10,3% el año pasado —según la Junta de Andalucía— y un desempleo del 22,7%, pero sobre todo tras 8.000 fallecidos por coronavirus, casi medio millón de contagiados, tres olas agotadoras y una factura psicológica pendiente de pago, la tarea de recuperación es titánica. Un tortuoso camino que sin embargo podría acortarse si se aprovechan los estímulos económicos de Bruselas y las vacunas combaten las nuevas variantes del virus para que la movilidad, la economía y la rutina vuelvan a fluir tras el verano.
”La población está deseando volver a abrazarse y tocarse, necesita una compensación psicológica por todo lo que está padeciendo, una compensación de la misma magnitud. Esto dará soltura a los viajes, se disparará el gasto y la recuperación se parecerá mucho a la de los felices años 20. Eso sí, la subida prevista es del 6%, por lo que necesitaremos al menos dos años para recuperar el nivel de 2019″, vaticina José Manuel Cansino, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla.
Con este panorama, el desplome del 77% del sector turismo —14% del PIB regional, 32 millones de visitantes en 2019— ante la expansión del virus puede recuperarse de manera súbita, porque los hoteles y los restaurantes no han sufrido un deterioro excesivo, y tienen una apertura más elástica que por ejemplo una fábrica de coches. Sin embargo, sectores como la construcción y la industria pueden retrasar su vuelo cuando acaben las ayudas de autónomos por cese y los ERTE, que benefician a 143.000 trabajadores andaluces.
Tras el sobrecoste de la factura sanitaria y cuando se logre la inmunidad de rebaño, llegará el reto de engrasar de nuevo la maltrecha economía y acelerar su remontada. La Junta, con un presupuesto anual de 40.000 millones de euros, estima que recibirá unos 21.000 millones de los fondos Next Generation de la Unión Europea, una lluvia de dinero que cuadriplica el de periodos anteriores y que habrá que gastar con presteza, algo en lo que no anda ducha la Administración andaluza. “2021 será el año de la planificación. El reto que comienza ahora es mayúsculo. Gastar bien, pero también rápido”, resume José Ignacio Castillo, secretario general de Economía.
Al margen de los cuatro fondos estructurales y de inversión habituales (FEDER, FSE, FEADER y FEMP), Bruselas tiene dos prioridades para subvencionar proyectos con los Next Generation: las energías renovables y la digitalización, dos facetas en las que Andalucía arrastra un fuerte déficit. La Junta remitió en diciembre al Gobierno central 151 proyectos por 35.480 millones, pero también 2.168 ideas de Diputaciones y Ayuntamientos por 52.079 millones, unas cifras desorbitadas para la cantidad de dinero disponible estimada, cuatro veces menor. “Es el momento de hacer una apuesta arriesgada por el desarrollo y la innovación, para cambiar la mentalidad cortoplacista y rentista del empresario andaluz, y que haga por fin inversiones a medio y largo plazo”, exige Nuria López, secretaria general de CC OO en Andalucía.
La eterna canción del cambio de modelo económico —para dejar atrás la dependencia de la construcción y los servicios— está en un cajón sin visos de que la Junta la rescate. “La apuesta es potenciar las actividades donde somos punteros para abrir mercados. Con nuestra tasa de paro del 23% no puedes menospreciar nada”, replica Castillo. Dos años después del cambio de Gobierno, la Junta prevé por fin presentar su estrategia general para la economía (ETEA) para marcar la senda de hacia dónde debe caminar la región. Javier González de Lara, presidente de la patronal, opina sobre el turismo: “Debemos seguir haciendo lo que hacemos mejor, teniendo la medalla de plata mundial tras Francia. El cambio de modelo genera cierta melancolía porque eso no se diseña en un ministerio”.
Más allá de los números fríos que devuelven una fotografía gris y dolorosa, la pandemia ha dejado al descubierto las graves carencias de la sanidad y la educación andaluzas, con la inversión per cápita en el furgón de cola del país. Ambas resultaron muy dañadas por la austeridad posterior a la crisis de 2008 y solo el tsunami del virus y el cierre de aulas ha hecho recuperar sus niveles de gasto. A estas carencias se suma la mala salud que soporta la investigación y la ciencia en Andalucía, a pesar de que la pandemia ha demostrado su papel vital para encajar golpes socioeconómicos tan graves en el futuro, máxime en una región tan expuesta a las crisis mundiales. “Cada 20 años suele haber una epidemia y cada 30 ó 40 una bastante fuerte, siempre con el origen repetido de la convivencia de humanos con animales y virus híbridos, con patologías de animales y la transmisión de humanos”, recuerda Vicente Larraga, virólogo que desarrolla una de las vacunas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
La Junta quiere multiplicar la Investigación y Desarrollo (I+D) interna andaluza del 0,92% del PIB en 2018 —según el Instituto Nacional de Estadística— hasta el 2%, pero solo es un objetivo sin una inversión concreta detrás. El retraso histórico lo revela que País Vasco casi duplica la tasa andaluza con un 1,9% y que la media en España es del 1,24%. “No vale un sistema mediocre y que inventen ellos, hay que ponerse las pilas de verdad. Pero no solo con el conocimiento biotecnológico como aliado para solucionar el problema, también con el conocimiento social, para saber qué está pasando: la transformación del mercado de trabajo y cuánta gente padece pobreza energética”, reclama Manuel Pérez Yruela, exdirector del IESA y profesor emérito de investigación de la sociología del CSIC. Y censura: “Deberíamos saber mejor qué está pasando con la calidad de los servicios públicos. Sabemos que hay muchas quejas por las citas telefónicas en sanidad, pero no hay encuestas, estamos faltos de conocimiento”.
A gran distancia de la dialéctica política, la Fundación Cotec señala en su informe de 2020 el camino para una región próspera: “Una empresa o territorio que no sea capaz de ofrecer soluciones innovadoras a retos como la crisis climática, el envejecimiento poblacional o la desigualdad, serán cada vez menos competitivos”. Antonia Aránega, vicepresidenta de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia y profesora emérita en terapia celular en la Universidad de Granada, incide en esa senda: “El porcentaje de la financiación de la investigación en biomedicina es alto para Madrid y Cataluña, pero los resultados de investigación en Andalucía demuestran que con menor dotación económica se publican resultados muy cualificados y con utilidad social”.
Un impacto positivo de la pandemia
Un efecto positivo que ha traído la pandemia es la atracción que ejerce la comunidad para teletrabajadores nómadas en busca de buen clima y que han optado o barajan huir de las grandes urbes a otras intermedias o incluso al entorno rural. En Málaga, donde el Parque Tecnológico de Andalucía que aglutina a 20.000 trabajadores prevé duplicar su extensión en la próxima década, ya palpan esta tendencia. “Elegir el lugar donde vivir antes era de ricos, pero ahora lugares con buena temperatura, servicios de valor y culturales, son un imán para los nómadas digitales talentosos de empresas con sede en Madrid o Nueva York. La pandemia ha acelerado ese proceso cinco años y la tecnología digital será el sector económico que más crezca”, augura el director de la tecnópolis, Felipe Romera. A su optimismo su suma el reciente anuncio de Google para instalar en la ciudad un centro de excelencia para la ciberseguridad o del gigante alemán Dekra para establecer un centro de operaciones de tecnologías de la información. “¿Ocurrirá esto en Jaén o Almería? Creo que sí, porque toda Andalucía es una referencia climática mundial”, abunda.