El viaje sin billete de vuelta del rey emérito
Juan Carlos I ha dicho a sus amigos que su salida de España es “un paréntesis”, pero el horizonte judicial no facilita su pronto regreso
El periodista Raúl del Pozo ha revelado que el viernes 31 de julio le llamó Juan Carlos I y le dijo que iba a salir de España. “Yo entendí que se iba de vacaciones”, confesó en Antena 3. El periodista, amigo del rey emérito, lo encontró “un poco triste y muy tranquilo”.
Los compañeros de regata que cenaron con el padre del Rey el domingo pasado en Sanxenxo (Pontevedra) tampoco tuvieron la sensación de asistir a una despedida. En la sobremesa hablaron de vela, de próximos cam...
El periodista Raúl del Pozo ha revelado que el viernes 31 de julio le llamó Juan Carlos I y le dijo que iba a salir de España. “Yo entendí que se iba de vacaciones”, confesó en Antena 3. El periodista, amigo del rey emérito, lo encontró “un poco triste y muy tranquilo”.
Los compañeros de regata que cenaron con el padre del Rey el domingo pasado en Sanxenxo (Pontevedra) tampoco tuvieron la sensación de asistir a una despedida. En la sobremesa hablaron de vela, de próximos campeonatos, de proyectos inmediatos. Juan Carlos I les instó a permanecer en contacto ante futuros eventos, siempre que la covid-19 no lo trastoque todo de nuevo.
El rey emérito y su equipo del nuevo Bribón de la clase 6mR se fijaron una meta inmediata. Los próximos 11, 12 y 13 de septiembre se debe celebrar en el Real Club Náutico de Sanxenxo la VI edición de la regata Rey Juan Carlos I, con cinco categorías en disputa. A partir del día 14 se disputa el campeonato de Europa de la clase 6mR, en la que el rey emérito compite en los últimos años, ya que estos barcos —en los que el patrón puede ir cómodamente encajonado— se adaptan a su estado físico. Juan Carlos I mostró interés por participar, pues el campeonato aún no se ha suspendido, y nadie quiso advertirle de que hay más razones, además de la pandemia, que lo hacen improbable.
Cuando Juan Carlos I dejó el chalet de su amigo Pedro Campos en Areas, a las 7.30 del lunes, se perdió su rastro. Sus anfitriones creían que se dirigía a Portugal y el diario Abc publicó inicialmente que había tomado un avión en Oporto y estaba ya en la República Dominicana, invitado por el rey del azúcar, Pepe Fanjul.
El mismo diario reveló el viernes que, en realidad, había tomado el lunes por la mañana un jet privado en Vigo (un Global 6500, con matrícula 9H-VBIG, alquilado a la compañía TAG Aviation) que le llevó al aeropuerto AZI de Abu Dabi, la capital de Emiratos Árabes Unidos. El digital Nius, de Mediaset, publicó el sábado una imagen en la que se ve a Juan Carlos I bajando con mascarilla la escalerilla de un jet y aseguró que fue tomada el lunes en Abu Dabi.
La Casa del Rey y el Gobierno guardan mutismo sobre el paradero de Juan Carlos I, que habría decidido por sí mismo su ruta de viaje, sin que se sepa cuánto durará ni cuáles son sus escalas o su destino definitivo.
El columnista Alfonso Ussía asegura que le envió un SMS de ánimo al rey emérito y que este le contestó dándole las gracias y precisando: “Esto es un paréntesis, no unas vacaciones”. Los paréntesis y las vacaciones tienen algo en común: se abren y se cierran, empiezan y terminan.
El “en estos momentos” de la carta que Juan Carlos I dirigió a su hijo es un presente indefinido. Puede durar tanto cuanto quiera quien se ha marchado sin que nadie le obligara a irse ni le impida regresar.
La duración de su estancia en el extranjero dependerá, según fuentes de su entorno, de que se cumpla el objetivo expreso de su salida: contribuir a que Felipe VI pueda cumplir sus funciones “desde la tranquilidad y el sosiego”. Y mientras esté abierta en los tribunales la investigación sobre la fortuna del rey emérito en el extranjero su presencia en España aparece como un elemento perturbador.
El 8 de septiembre, el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón tomará declaración, como investigada y por videoconferencia, a la examante del rey emérito Corinna Larsen. El objetivo del interrogatorio es aclarar si la exprincesa alemana contrató al comisario jubilado José Manuel Villarejo (en prisión provisional desde 2017 y epicentro de una macrotrama de corrupción que ha salpicado a las altas esferas del Estado) para espiar a una asistente suya. El encargo se deduce de las grabaciones que en 2015 hizo el policía a Larsen, en las que esta hablaba de las supuestas comisiones del AVE a La Meca, por lo que el juez podría preguntarle por ese asunto, aunque si hallara indicios contra Juan Carlos I debería elevar una exposición razonada al Supremo.
En dicho tribunal investiga ya, desde el 8 de junio, el fiscal Juan Ignacio Campos. En medios judiciales se espera que antes de que acabe septiembre decida si el material que le ha remitido la Fiscalía suiza es suficiente para presentar una querella contra don Juan Carlos. Pero este calendario tropieza con el rechazo de la exprincesa alemana a que se envíe a España la declaración en la que aseguró que los 65 millones de euros que le transfirió Juan Carlos I eran un regalo. La negativa de Larsen podría derivar en un pleito en Suiza que demorase la remisión a España de su declaración, obligando al fiscal Campos a retrasar su decisión o tomarla sin tener todos los elementos en su mano, informa Reyes Rincón.
La perspectiva más optimista para Juan Carlos I es que a finales de septiembre su horizonte judicial aparezca ya despejado: tras las declaraciones de Corinna y otros implicados, el juez García-Castellón podría encauzar su investigación en una dirección que no le afectara; mientras que el fiscal Campos podría archivar la suya y descartar la presentación de una querella. Pero incluso este panorama presenta nubarrones: la existencia de una investigación en España es el mejor blindaje de Juan Carlos I ante la justicia suiza. Si la investigación española se archivara antes de iniciarse, el fiscal de Ginebra podría considerar que tiene cancha libre para investigar al rey emérito, puesto que su propio país no lo hace.
Juan Carlos I quiere volver a España y así se lo ha hecho saber a sus amigos, pero el paréntesis que se ha abierto con su marcha al extranjero puede no ser tan fácil de cerrar.