La sauna, una religión en Finlandia: 3,3 millones para 5,5 millones de habitantes
Desde los que ofrecen una experiencia sublime en un hotel de lujo hasta los que se disfrutan cerveza en mano y entre cuerpos sudorosos, estos baños son sagrados en su país de origen. Cuando se prueban, se entiende el porqué
Es domingo por la tarde y Helsinki, visto desde el taxi que me trae desde el aeropuerto, está envuelto en el sopor universal del día festivo. A la hora del check in en el icónico Grand Central Hotel, la recepcionista me informa de que hoy el restaurante está cerrado para cenas, pero, eso sí, la sauna está abierta. Esto, en Finlandia, lejos de ser una simple anécdota, es toda una declaración de principios. Un país que tiene unos 5,5 millones de habitantes y 3,3 millones de saunas tiene...
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Es domingo por la tarde y Helsinki, visto desde el taxi que me trae desde el aeropuerto, está envuelto en el sopor universal del día festivo. A la hora del check in en el icónico Grand Central Hotel, la recepcionista me informa de que hoy el restaurante está cerrado para cenas, pero, eso sí, la sauna está abierta. Esto, en Finlandia, lejos de ser una simple anécdota, es toda una declaración de principios. Un país que tiene unos 5,5 millones de habitantes y 3,3 millones de saunas tiene claro cuáles son sus prioridades.
Aquí la sauna es una religión practicada a diario por millones de feligreses, que encuentran en estas capillas su lugar sagrado. En las saunas se cierran negocios, se fraguan amistades y se cimentan los lazos familiares. Hace dos generaciones, los partos tenían lugar en las saunas de las casas, por ser la habitación más higiénica, e incluso el último adiós a los muertos se daba en ellas, porque se consideraba la puerta de entrada a la vida y de salida a la muerte. Mucha información que digerir mientras me desnudo en la coqueta casita de madera de Furuvik Beach Sauna, al borde del mar.
Mi introducción al universo de la sauna finlandesa viene de la mano de Anna, una mujer ataviada con un vestido de lino crudo, un tocado y unas ramitas de abedul recién cortadas. Ella es parte de Terhen, una comunidad que ha elevado el concepto tradicional de la sauna a la categoría de experiencia holística. En el íntimo espacio, la única luz es la natural que se cuela por una pequeña ventana. Las piedras calientes en el centro cobran vida con cada cazo de agua que Anna derrama con delicadeza. “El vapor creado se llama löyly y es el espíritu de la sauna que te abraza y se convierte en parte de ti”, asegura.
El ramillete de abedul y de enebro, llamados vasta o vihta, se usará más tarde para dar ligeros masajes, impregnando la piel de un reconfortante aroma a bosque. Tras una experiencia así me pregunto si no habré empezado demasiado arriba. Sí, y no, porque si bien la experiencia de la mano de Terhen es sublime, el mundo de la sauna también se disfruta de otra forma en los barrios, en las saunas públicas atiborradas de cuerpos sudorosos, con una cerveza en la mano y animadas conversaciones. Helsinki, como si de una película de Kaurismäki se tratase, tiene mucho de eso. A principio de siglo había 40 de estas saunas y, actualmente, la que mejor representa aquel espíritu comunal es Kotiharjun Sauna, abierta en 1928 en el antiguo barrio obrero de Kallio, hoy el lugar bohemio por excelencia.
Las letras gigantes Finlandia
En estos baños se cierran negocios, se fraguan amistades y se cimentan los lazos familiares de neón rojo con la palabra sauna y el grupo de hombres desnudos charlando y bebiendo, cubriendo sus partes solo con una toalla en la gélida noche, dejan claro que uno ha llegado. En el vetusto vestuario con taquillas de madera, dos hombres juegan desnudos al ajedrez. Tras la puerta, la sauna propiamente dicha es una habitación de cemento con una gran caldera donde arde la leña. En los pequeños graderíos de madera nos hacinamos hombro con hombro, mientras que algún voluntario rocía la caldera con agua produciendo el vapor que envuelve la habitación y sube de forma súbita la temperatura. Llama la atención que una gente tan celosa del espacio personal disfrute de la proximidad de otros cuerpos tan desnudos y sudados como el suyo.
Modernizar la tradición
Frente a la tradición, una nueva hornada de saunas en edificios modernos, con piscinas al aire libre, jacuzzis y restaurantes, como la espectacular Löyly, son la garantía de que la cultura de la sauna sigue viva en las nuevas generaciones. En otra de estas, Allas Sea Pool, en pleno corazón de Helsinki, tras la sesión de sauna espera un tonificante baño en la piscina exterior con agua del mar Báltico. En este mismo complejo, la Original SkySauna está dentro de la cabina de una inmensa noria, donde darse una sesión con vistas.
Es hora de seguir explorando otras regiones siguiendo el rastro del vapor. La siguiente parada es Tampere, considerada la capital mundial de la sauna y a unos 180 kilómetros de la capital. El día gris y el cielo encapotado le viene al pelo para acentuar su pedigrí industrial con enormes fábricas y almacenes de ladrillo rojo y desafiantes chimeneas apuntando al cielo. Conocida también como “la Manchester de Finlandia”, exhibe orgullosa su pasado proletario.
En pleno corazón de la ciudad, la mastodóntica antigua factoría de algodón Finlayson acoge en sus naves museos, galerías de arte, restaurantes, cafés y tiendas. En lo que respecta a las saunas, cuenta con 50 repartidas por la ciudad. Aquí está Rajaportti, la sauna pública en uso más antigua del país, de 1906. En las afueras está Rauhaniemi Folk Spa, a orillas del lago Näsijärvi. Bajo el temporal de lluvia y viento, el lago se disfraza de mar, batiendo poderosas olas contra un pequeño muelle al que se aferran los usuarios, que con la piel enrojecida por el calor y rezumando vapor se zambullen en el agua helada para regresar al trote al reconfortante calor de la sauna.
Este viaje continúa en la región de Jyväskylä, a solo dos horas en tren. Otra razón de peso para venir aquí es el recientemente inaugurado centro museístico Aalto2, dedicado a la obra del arquitecto Alvar Aalto y sus dos esposas (no al mismo tiempo), las arquitectas Aino Aalto y Elissa Aalto, padre y madres del modernismo finlandés. Con la idea de la belleza en mi cabeza, me acerco hasta la increíble iglesia vieja de Petäjävesi. Construida íntegramente en madera, es una de las pocas que han sobrevivido a los incendios durante sus casi tres siglos de historia y patrimonio de la Unesco desde 1994.
La siguiente parada es Kivitasku, una granja taller que parece salida de Hansel y Gretel. Aquí es posible alojarse o solo venir al taller donde la entrañable Mella confecciona a mano los tradicionales gorros de sauna hechos con lana de sus propias ovejas. Otro lugar obligado es la Sauna Village, un proyecto familiar nacido del tesón de las hermanas Saija y Elissa Silen, que han recuperado 20 saunas históricas de madera a lo largo de todo el país, creando una especie de museo vivo al aire libre para los amantes del calor con historia.
Cae la tarde y llegamos a Hankasalmi. El lago a esta hora es un festival de colores ocres y rojizos de los árboles reflejados en sus aguas. En el Revontuli Northern Lights Resort espera el último circuito de saunas del viaje, alternando la de vapor en una yurta, el calor seco en una cabaña y una sauna iglú de cristal frente al lago. Por la noche, acostado en la cabaña de madera con techo transparente, reclino mi cama, activo el dispositivo que desempaña los cristales y espero a que el cielo se tiña de colores desde un privilegiado mirador de auroras boreales.
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