Qué hacer 24 horas en Llerena, un tesoro en el sur de Badajoz
Obras de Zurbarán y preciosos patios mudéjares cautivan a quien recorre esta blanca ciudad conocida como “la pequeña Atenas de Extremadura”. Cerca de ella, otros dos descubrimientos: la mina La Jayona y las ruinas romanas de Regina Turdulorum
En el sur de Badajoz hay toda una ciudad, Llerena, que en su día fue uno de los principales enclaves de la Orden de Santiago, sede de maestres e inquisidores. El municipio cuenta con un buen puñado de palacios, iglesias, conventos, hospitales y talleres de artistas, tantos que a esta población pacense se la conocía como “la pequeña Atenas de Extremadura”. Quien tuvo, retuvo. Y Llerena tuvo. Vaya si tuvo que 24 horas parecen insuficientes.
Desde las 7.30 huele que alimenta en Churrete ...
En el sur de Badajoz hay toda una ciudad, Llerena, que en su día fue uno de los principales enclaves de la Orden de Santiago, sede de maestres e inquisidores. El municipio cuenta con un buen puñado de palacios, iglesias, conventos, hospitales y talleres de artistas, tantos que a esta población pacense se la conocía como “la pequeña Atenas de Extremadura”. Quien tuvo, retuvo. Y Llerena tuvo. Vaya si tuvo que 24 horas parecen insuficientes.
8.30 ‘Jeringos’ y manteca ‘colorá'
Desde las 7.30 huele que alimenta en Churrete (1), en el mercado de Abastos. Allí José Manuel Rubias, churrero de sexta generación, elabora unos fabulosos jeringos, unas porras mágicas que no se ponen duras ni correosas aunque pasen varios días. En la misma calle de Santiago se alza la antigua iglesia del hospital de San Juan de Dios, hoy una de las bibliotecas más singulares de España, la municipal Arturo Gazul (2), que está forrada de libros hasta el arranque de las bóvedas.
Para acabar de matar el gusanillo mañanero, y dejarlo bien enterrado, luego se puede ir a la plaza de España y tomar la típica tostada de manteca colorá en el Café Bar La Casineta (3), bajo los arcos del Portal del Pan, viendo cómo el primer sol ilumina la alta torre de la iglesia de Nuestra Señora de Granada (4).
10.00 Recuerdos de Zurbarán
Al pie de la iglesia, una escultura evoca a Zurbarán, que de joven vivió y tuvo su casa-taller a pocos pasos de aquí, en el Portal de Morales, junto a una fuente diseñada por el propio artista. Un Cristo Crucificado, en el interior del templo, recuerda también los 15 años que vivió el pintor de Fuente de Cantos (Badajoz) en Llerena, donde se casó dos veces y tuvo tres hijos, antes de marchar a Sevilla. Cerca de la plaza de España está la Casa Maestral (5), que en su día fue residencia de los maestres de la Orden de Santiago y sede del Tribunal de la Inquisición. Tiene un precioso patio mudéjar, al igual que los que pueden admirarse en el Palacio Episcopal (hoy Museo Histórico Ciudad de Llerena) (6) y en el Palacio de los Zapata (actual Juzgado de Primera Instancia de la comarca extremeña) (7).
12.00 Mina La Jayona
Hora de descubrir otro tesoro oculto en el sur de Badajoz: la mina La Jayona (8). Situada unos 20 kilómetros al sur de Llerena, en las primeras estribaciones de Sierra Morena, se encuentra esta antigua mina de hierro, de principios del siglo XX, donde unos pocos hombres (430, en el momento de mayor actividad) cavaron a pura mano kilómetros de galerías y salas tan gigantescas y deslumbrantes como la de las Columnas, de más de 100 metros de longitud y otros tantos de profundidad. Se visita a las 10.00 y a las 12.00, siempre con guía y con reserva anticipada en fuentedelarco.org.
En el mismo municipio que la mina, Fuente del Arco, se halla la ermita de Nuestra Señora del Ara (9), mudéjar, del siglo XV, por sus frescos conocida como “la Capilla Sixtina de la Baja Extremadura”. También se ha dicho de este tesoro que es “un diamante perdido en la sierra”.
14.30 Comida en el Mirador
De vuelta en Llerena, se come bien en El Bodegón (666 99 69 77) (10), a cien metros escasos de la plaza de España: carnes a la brasa (el abanico ibérico, lo mejor) y atún rojo, también a la brasa. En un lugar más céntrico aún, frente a la Oficina de Turismo (924 87 05 51), está Doña Mariana (924 87 05 97) (11), donde el broche a una comida notable lo pone la sobresaliente torrija con dulce de leche. Este es el restaurante de la Hospedería Mirador de Llerena, un palacete novecentista con vidrieras de colores y con un mirador que domina entera, a vista de cigüeña, la blanca ciudad. Buen lugar para dormir también.
16.00 De la alcazaba de Reina a Regina Turdulorum
Otro mirador excepcional es la alcazaba de Reina (12), a 10 kilómetros de Llerena, que fue plaza fuerte de los musulmanes hasta 1246 y luego de los caballeros de Santiago. Desde el cerro de 825 metros de altura sobre el que descuella esta fortaleza, se atalaya, por un lado, la inmensidad llana y rubia de la Campiña Sur y, por otro, la masa ondulada y verdinegra de encinas y alcornoques de Sierra Morena.
Después, de vuelta a Llerena, una parada obligada en Casas de Reina para admirar las ruinas de la ciudad romana de Regina Turdulorum (13), que fue fundada para controlar la calzada que unía Augusta Emerita (Mérida) y Corduba (Córdoba). Y para controlar también a los túrdulos, los indígenas que vivían a caballo entre el Guadiana y el Guadalquivir. Lo más vistoso y mejor conservado es el teatro, donde todos los veranos se celebra el festival Noches de Regina.
18.00 Dulces de monjas y chocolate ‘bean to bar’
De los ocho conventos que hubo en Llerena solo ha llegado vivo hasta nuestros días el de Santa Clara (14), donde se puede comprar hojaldrada y corazones de almendra para merendar en su claustro, que es el cielo hecho patio. A tres minutos de paseo, en la calle de Santiago, Fernando Moro elabora artesanalmente en su obrador Chocolate Moro (15) chocolates bean to bar (del grano a la tableta) con cacaos de distintos orígenes, los mejores del mundo: Madagascar, Costa Rica, Papúa-Nueva Guinea, Uganda… El Alto Beni, procedente de Bolivia, es adictivo. Otra delicia que engancha son los bombones de higo. Un buen lugar para saborearlos es el parque de Cieza de León (16), donde se conservan un largo tramo de las antiguas murallas y el portillo del Sol. Allí veremos tumbado a la bartola, en escultura, a Pedro Cieza de León, que, además de escribir la Crónica del Perú a mitades del siglo XVI, fue el que trajo la patata a Europa. Otro llerenense, García López de Cárdenas, descubrió el Gran Cañón del Colorado.
21.00 Hospedarse en el siglo XIV
En el cogollo histórico de Llerena, a un paso de la fuente Pellejera (17) y la antigua judería, acaba de abrir sus puertas Alquitara Gastro Lounge (18), que presume de ser la mejor parrilla del lugar y de ofrecer a precios contenidos platos de una finura y una calidad extraordinarias, como el milhojas de berenjena con crema de mar y tierra y camarones crujientes. Tampoco es mala elección para cenar, ni para hospedarse, la Posada de Llerena (19), que ocupa una casa noble del siglo XIV, bajo un cielo rebosante de campanas y cigüeñas, todas las de la torre de la iglesia de Nuestra Señora de Granada, que se yergue imponente a 50 metros justos.
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