Tony Wheeler, fundador de Lonely Planet: “La primera guía fue un accidente”

Aunque ya no le une ningún vínculo con la editorial viajera, el 50º aniversario de la publicación de su primer libro le ha traído hasta Madrid. Hoy mantiene ese mismo espíritu de trotamundos, según sus cuentas la mitad del último año ha dormido en hoteles

Tony Wheeler, fundador de las guías de Lonely Planet, el 5 de junio en el hotel de Las Letras, en Madrid.Samuel Sánchez

La casualidad hizo que Tony y Maureen Wheeler se sentaran en el mismo banco de Regent’s Park, en Londres, un día de octubre de 1970. Un año después contraían matrimonio, y 12 meses más tarde, en 1972, cruzaban Europa y Asia en coche hasta Afganistán, y desde allí en avión hasta Sídney, capital australiana a la que llegaron con unos pocos centavos en su bolsillo. De su aventura nació ...

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La casualidad hizo que Tony y Maureen Wheeler se sentaran en el mismo banco de Regent’s Park, en Londres, un día de octubre de 1970. Un año después contraían matrimonio, y 12 meses más tarde, en 1972, cruzaban Europa y Asia en coche hasta Afganistán, y desde allí en avión hasta Sídney, capital australiana a la que llegaron con unos pocos centavos en su bolsillo. De su aventura nació Atravesar Asia con poco dinero, la que está considerada como la primera guía de Lonely Planet, libro del que se cumplen ahora 50 años. Vendieron 1.500 ejemplares en una semana; 50.000 copias en un mes. Un aniversario que ha traído a Tony Wheeler (76 años, Bournemouth, Reino Unido) a Madrid.

Él ya no mantiene ningún tipo de vínculo con la editorial viajera. En 2007, el matrimonio vendió el 75% de su empresa a la BBC, que cuatro años después se haría con el total tras desembolsar en toda la operación unos 130 millones de libras esterlinas (más de 151 millones de euros). En diciembre de 2020, Lonely Planet pasaría a manos de Red Venture, que se la compró a NC2 Media. A Ric Elias, dueño actual del sello, dice que espera conocerle en su próximo viaje a Nueva York. Pero su nombre siempre estará asociado a la creación de unas guías que revolucionaron el sector, de las que en estas cinco décadas se han publicado más de 1.000 títulos cubriendo 200 destinos de todo el globo. La agenda de Tony Wheeler, para quien en la era preinternet existía más improvisación en los viajes, quita el hipo. Antes, fuera donde fuera, siempre le mandaba una postal a su madre y otra a la tía de su esposa. Ahora eso ya no lo hace, y no es lo único que ha cambiado en sus viajes.

Pregunta. Se cumplen 50 años de la primera guía. ¿Mantiene el mismo espíritu viajero?

Respuesta. La cosa de hacer un gran viaje como el que hicimos cuando éramos jóvenes es que no puedes volver a hacerlo nunca más. No vuelves a ser joven nunca más, no vuelves a tener ese tiempo. Si alguien me pregunta: “¿Cuál es el mejor viaje que has hecho?”, fue ese. No voy a decir que otros no hayan sido fantásticos, pero no fueron como el primero.

P. En ese tiempo no existían ni internet ni las redes sociales… ¿Cómo planearon esa aventura?

R. Había un poco de información, pero nada que ver con lo que hay ahora. Ahora lo encuentras todo en 10 minutos en Google. Entonces cogías la poca información que tenías, y mucha parte del viaje era conocer a otras personas durante el camino.

Tony y Maureen Wheeler retratados en noviembre de 1973 con la segunda guía Lonely Planet ‘Across Asia on the Cheap’, publicada en castellano como ‘El Sureste asiático para presupuestos reducidos’ y conocida como ‘La Biblia amarilla del viajero’.The Sydney Morning Herald / Fairfax Media / Getty Images

P. Escribió el primer libro por las peticiones de recomendaciones de amigos y familiares. ¿De haber existido internet, habrían contado su viaje en un blog o en Instagram?

R. Sí, hubiera hecho un blog. Lo que hago ahora.

P. ¿Por qué cree que la gente sigue comprando guías de viaje físicas?

R. Mucha gente lo hace, pero muchos otros no. Estaba en Suiza hace dos semanas, en un curso de turismo en la universidad, y les pregunté a los alumnos si usaban las guías. Ninguno lo hacía.

P. ¿Usted las utiliza?

R. Sí, y siguen funcionando. Tengo muchas experiencias divertidas gracias a ellas. El año pasado estaba en América con un periodista británico, conduciendo a través de Wisconsin y Minnesota, y decidimos quedarnos en una ciudad que la guía decía que era una ciudad interesante, que se había puesto de moda, y recomendaba un hotel. Y en su web decía: “Tiene un aire hípster” y “Descuento para mayores”. Cuando encuentras esos dos conceptos juntos… para eso merece la pena tener una guía. Así que las sigo utilizando, nunca se les acaba la batería y no te fallan al conectarse al wifi.

P. Vivió la transformación digital como responsable de la editorial viajera… ¿Cuándo se dio cuenta de ese cambio?

R. Muy pronto. La primera vez que hicimos algo digital fue en 1994, hace 30 años. Cuando existía la web, pero no tenía nada que ver con lo que es ahora. Nuestra oficina en California estaba muy cerca de la de O’Reilly [Tim O’Reilly, quien acuñó el concepto Web 2.0], y por entonces él creó la página web GNN [Global Network Navigator], que luego vendió por mucho dinero. Con mi mujer y mis hijos íbamos a cruzar América, desde San Francisco por la Ruta 66 hasta Boston, y luego volver. Me dijo: “Escribe algo cada día y mándalo”. Y así lo hicimos, aunque de una manera muy primitiva. Fueron de las primeras cosas de ese estilo. Y desarrollamos la web de Lonely Planet entre 1994 y 1995.

P. ¿Cuándo se dio cuenta de que Lonely Planet iba a ser un éxito?

R. Fue instantáneo. Tan pronto como hicimos el primer libro, a la gente le gustó. Y el segundo era mejor [Sudeste asiático para mochileros, conocido como La Biblia amarilla del viajero por el color de la portada con el que se publicó en 1974]. El primero fue un accidente. No nos fuimos de Europa para viajar por Asia con planes de hacerlo. Así que quedó muy fino, sin mucha información. El segundo lo planeamos, investigamos… ¡De eso hace 48 años! [ríe]. Cuando empezó Lonely Planet nadie sabía lo que era, lo teníamos que explicar. Y después, todo el mundo lo conocía y tenía guías. Ahora, cuando digo que fui uno de los fundadores, la respuesta es: “Ah, sí. Mis padres solían usar esas guías”. Y pronto será: “Mis abuelos…”.

P. ¿Por qué decidió vender la compañía a la BBC?

R. Nuestros hijos no se iban a quedar con ello, no se iban a poner al frente. Y el mundo se estaba convirtiendo en algo mucho más digital. Y si haces algo, tienes que ser realmente un entusiasta. Y no era la cosa que más nos entusiasmaba. Nos estábamos haciendo mayores… decidimos que era el momento de irnos y hacer otra cosa.

P. ¿Lo que le interesaba era The Planet Wheeler Foundation?

R. Ya teníamos la fundación, se llamaba Lonely Planet Foundation. Es algo que nació de los escritores de las guías, que nos decían que habían visto ciertas cosas en los destinos, y decidimos dar un porcentaje de los beneficios a la fundación. Así que una parte del dinero que ganamos cuando vendimos Lonely Planet lo invertimos en ella [en 2008 pasó a ser The Planet Wheeler Foundation]. Los últimos años en lo que nos hemos centrado es en hacer menos proyectos, pero más grandes, y trabajamos con Human Rights Watch.

Entre los destinos que le gustaría conocer a Tony Wheeler están el Camino de Santiago, Paraguay, Uruguay y Argelia.Samuel Sánchez

P. ¿Es posible el turismo sostenible?

R. ¡Oh, no lo sé! Tenía que ir de Suiza a Londres hace, creo, una semana, y lo fácil era ir en avión hasta Milán y luego otro a Londres. Y pensé que iba a ir en tren. Esa es una de las cosas que se pueden hacer. Pero es difícil, porque no todo está bien conectado para hacerlo en tren, por ejemplo, si vives en Corea del Sur o Australia. Creo que viajar aporta muchas cosas buenas, pero también malas. Y los viajes no solo tienen un impacto negativo en el cambio climático, también sobredesarrollamos algunas zonas, y hay zonas con turismo masivo.

P. ¿Es optimista con el futuro?

R. Durante la pandemia cambiaron muchas cosas. Pensamos que podíamos cambiar, que si queríamos dejar de volar, podíamos hacerlo. Que no necesitábamos cruceros. En cuanto se acabó la pandemia, los cruceros y los vuelos regresaron como si nada hubiera pasado. Aunque algunas cosas han cambiado… la gente ahora es más consciente de los viajes en tren en contraposición a los vuelos.

P. ¿Sabe si pasa más tiempo en casa que viajando?

R. Sí, lo apunto. Puedo decirte los días que he pasado en hoteles en los 12 meses. En el último año, 150 noches en hoteles. Tengo una casa en Londres y otra en Melbourne, y le digo a la gente que paso seis meses en el Reino Unido, seis en Australia y otros seis en cualquier otra parte cada año.

P. Dijo en una entrevista que el único sitio al que no volvería es a Maldivas

R. Sí [ríe]. No me sedujo… aunque lo hicimos mal, debimos movernos de sitio. Si fuera otra vez lo haría diferente. Pero las Maldivas no son para mí, no necesito volver nunca más.

P. ¿Sus imprescindibles en la maleta?

R. Quizá perder la maleta de vez en cuando es algo bueno, porque te das cuenta de lo que necesitas de verdad. Yo diría que son el pasaporte, la tarjeta de crédito y el teléfono, que tiene cámara, te puedes comunicar, correos electrónicos… pero no me gusta escribir en el móvil, así que prefiero llevar un portátil. Y siempre suelo viajar con una maleta de cabina, es raro que facture. Me ahorro el check in, esperar la maleta… se pierde mucho tiempo y es más fácil.

P. ¿Aún hay algún destino al que le gustaría ir?

R. Me quedan muchos sitios a los que no he ido. Nunca he hecho el Camino de Santiago, es terrible. He visto la plaza de la catedral, pero no he hecho el Camino. Y justo antes de la pandemia iba a ir a Paraguay y Uruguay. Quizá lo haga este año. Y tampoco he estado en Argelia.

P. ¿Dónde viajará tras irse de Madrid?

R. A Barcelona, después a Bélgica para hablar en una librería, más tarde iré en tren hasta el sur de Francia, donde con un grupo haré un viaje en canoa de tres días por un río. Después a Génova y a Milán, donde me encontraré con mi mujer, que le encanta la ópera. Y luego volaremos juntos a Londres. Y quizá a Paraguay y Uruguay.

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