¿Quedan playas salvajes en España? En estas 12 es posible sentirse como un solitario bañista
Torimbia, Gulpiyuri, Papagayo, Aiguablava… Una selección de arenales casi vírgenes donde pasear, nadar o jugar con las olas. Enclaves que han conservado su belleza natural a pesar de la presión turística
Papagayo (Lanzarote). No es una sino varias: un conjunto de playas de arenas doradas rodeadas de grandiosos acantilados calcinados por el sol. Se encuentra en el sur de la isla de Lanzarote, a los pies del monumento natural de Los Ajaches. Lo que hace especiales a estas playas del Papagayo es su estado natural: siete kilómetros de arenas doradas vírgenes, entre Playa Blanca y Punta del Papagayo, a resguardo de los vientos alisios y bañadas por aguas tranquilas, absolutamente fotogénicas. Desde aquí se avistan la vecina isla de Fuerteventura y el islote de Lobos, formando un horizonte abrumador que invita a dejarse llevar por los sueños del viento. La más popular de todas las playas es la que da nombre al lugar, con forma de herradura y arena dorada. Pero hay otras playas del Papagayo, como la de Mujeres, la de la Cera, la del Pozo y la caleta del Congrio. Y todavía quedan los pequeñísimos caletones del Cobre o San Marcial.Francesco Riccardo Iacomino (Getty Images)Torimbia (Llanes). Esta es una de las playas más salvajes de Asturias, donde la fuerza del mar y la tranquilidad de los helechos crean un paisaje colosal que se prolonga hacia unos horizontes de verdes lomas. Este arenal de Llanes forma una concha de arena realmente espectacular, recogida por los acantilados y batida por los vientos. Tiene una larga tradición nudista; de hecho, es uno de los arenales naturistas mejor considerados de España.Iñigo Fdz de Pinedo (Getty Images)Playa Larga de Calblanque (Cartagena). No es que su nombre deje mucho a la imaginación, aunque para los que no conozcan estas costas de Calblanque, en Cartagena (Región de Murcia), es de rigor decir que se trata de uno de los ecosistemas más portentosos de todo el Mediterráneo. Tres kilómetros de arenas soleadas y conectadas con una cadena de playas forman un espacio natural protegido y frágil en el que uno puede mostrar fácilmente su empatía con el entorno. A Calblanque conviene ir fuera de temporada: la originalidad de sus arenales solitarios resistiendo frente a la invasión del ladrillo en la zona ha hecho que en los últimos años el interés se desborde y se haga difícil acceder entre tantos coches que lo intentan. La Larga es la playa más popular de todas, con su arenal dorado en medio de un paisaje virgen sin construcciones a la vista. Pero también hay otras alternativas, como la cercana playa de Parreño, más alejada y salvaje (y también menos concurrida), o la cala Arturo, la playa más abierta de Calblanque, con acceso por pasarela de madera, frecuentada por surfistas y con unas vistas espectaculares.Alamy Stock Photo
Playa del Silencio (Cudillero). Abrazada por un alto acantilado en el que reverbera el sonido de las olas golpeando el arenal, y en un entorno salvaje y abrupto, este resulta ser un lugar realmente especial. Es una playa de fácil acceso, pero poco transitada. Sin duda, una de las muestras más bellas del modelado del Cantábrico, salvaje como toda la costa asturiana, y hasta hace poco bastante secreta, aunque la democratización de la fotografía la han convertido en un destino imprescindible que acaba en miles de cuentas de Instagram, folletos turísticos y catálogos de fotógrafos aficionados. Moles rocosas de impresión protegen su concha, como una fortaleza natural que salvaguarda sus aguas tranquilas y su brisa silenciosa. Está en Castañeras, entre el cabo Vidio (otro lugar espectacular) y el cabo Busto, presidido por su faro y con unas vistas extraordinarias. Alamy Stock PhotoCofete (Fuerteventura). Es uno de los puntos de peregrinación de todo visitante a la isla canaria y también una de las playas más valoradas por los viajeros por su idílica imagen. Impresiona su longitud: 12 kilómetros parapetados por el macizo montañoso de Jandía, en un paisaje de naturaleza salvaje que contrasta con la enigmática casa de los Winter y el pequeño pueblo de aire ‘hippie’. Ocupa una ubicación privilegiada dentro del parque natural de Jandía, y su entorno y sus finas arenas de tonos anaranjados consiguen transmitir una gran sensación de paz y tranquilidad.Alamy Stock PhotoAiguablava (Begur). Entre las playas más salvajes y más bonitas de la península Ibérica no podían faltar las calas de la Costa Brava, en Girona. Son pequeñas y de aguas turquesas, y lo más conveniente es ir fuera de temporada. La de Aiguablava, la más septentrional, es de una belleza minimalista, y está considerada una de las playas más bonitas de Cataluña. Su topónimo se queda corto a la hora de describir estas aguas deslumbrantes que bañan fondos poco profundos de arena fina y dorada. Esta playa exclusiva, ubicada al sur de la localidad de Begur, aglutina todas las bondades naturales de la Costa Brava. A ello hay que añadir que en uno de sus extremos espera un parador de turismo.Alamy Stock PhotoEnsenada de los Genoveses (Cabo de Gata). Extenso arenal, resplandeciente y fino, que se extiende hasta convertirse en la segunda playa más larga del cabo de Gata, formando un enclave único, ideal para disfrutar en familia y sacar la cámara de paseo por el amable y delicioso litoral de la almeriense Níjar. Aguas mansas bañan estas costas exquisitas, vestidas de dunas y vegetación. Aquí los paisajes desérticos se combinan con las pitas o las plantas de aloe vera y con unos arenales vírgenes que han podido guardar todo el encanto natural. La ensenada de los Genoveses se encuentra a tres kilómetros de la localidad de San José, en un valle sin apenas construcciones ni carreteras asfaltadas que conserva la belleza pura y virgen de sus dunas de arena fina y dorada. Pertenece al parque natural de Cabo de Gata-Níjar y suele aparecer en todas las listas de playas naturales más populares y valoradas. A la vecina playa de Mónsul se accede también a pie: aquí fue donde Steven Spielberg rodó algunas escenas de la película ‘Indiana Jones y la última cruzada’ (1989).D802-Birgit (Getty Images/imageBROKER RF)Macarella y Macarelleta (Menorca). Las clásicas aguas centelleantes de la isla balear encuentran aquí recodos privilegiados, abrazados por encinas y pinos que se estiran hacia el Mediterráneo. Este es el mejor ejemplo de las pequeñas calas vírgenes que han hecho famosa la imagen de Menorca. Muy visitadas durante la temporada alta, sus aguas turquesas resultan de lo más fotogénicas. La pequeña de estas dos hermanas, la Macarelleta, es también muy popular entre los nudistas. Se puede caminar de una a otra cala en 10 minutos.Photo by Rafa Elias (Getty Images)Playa de Barra (Pontevedra). Perteneciente al municipio de Cangas de Morrazo y asomada a la ría de Vigo, la playa de Barra es un conocido espacio naturista lleno de encantos: solitaria, resguardada de los vientos, natural, de arenas suaves y aguas gélidas. Hay quien define la zona como “el Caribe gallego”: al fondo se levantan las islas Cíes, completando el hermoso escenario de esta larga, fina y elegante playa de dunas. Tiene algo menos de un kilómetro de largo y hay bastantes senderos que conducen a ella. Fue uno de los primeros arenales de Galicia en el que se permitió el nudismo. Su entorno de pinares garantiza una intimidad difícil en playas más urbanas, añadiendo un atractivo más a un día de playa.Alamy Stock Photo
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