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Veinte rutas para caminar por Europa

Senderos milenarios, nuevos itinerarios para recorrer montañas y parques naturales e incluso caminos de sirga que acompañan ríos y canales

Cuando el arzobispo de Canterbury Thomas Becket fue asesinado por los caballeros de Enrique II le construyeron un espléndido santuario en la capilla de la Trinidad de la catedral de Canterbury, en el condado de Kent, en el sureste de Gran Bretaña. El santuario, en su día uno de los principales destinos de peregrinaje de Inglaterra, quedó arrasado en 1538, durante la Reforma. Hoy solo queda una vela encendida, y los huecos en las piedras del suelo hechos por las rodillas de miles peregrinos. El Pilgrims Way —mencionado en ‘Los cuentos de Canterbury’ de Geoffrey Chaucer— sigue los pasos de Enrique II, como penitencia por la muerte de Becket. La ruta, ya usada en la Edad de Piedra, sigue los North Downs, una cadena de montañas de caliza, y pasa por pintorescos pueblos, innumerables campos de lúpulo y bonitos valles. No hay que olvidar recoger el Wayfarer’s Dole (una jarra de cerveza y un trozo de pan) en el hospital de St Cross así como parar en la en casa de Jane Austen en Chawton. Esta ruta de peregrinaje se inicia en la catedral de Winchester, en el condado de Hampshire, y finaliza en la catedral de Canterbury después de 246 kilómetros.James Hodgson (Alamy)
Creada en 1980 como la primera ruta señalizada de larga distancia en Irlanda, la Wicklow Way cuenta con dos partes muy diferentes. El tramo sur sigue senderos pequeños y apacibles (casi siempre) por terreno agrícola. El norte recorre los montes Wicklow; atraviesa la mayor zona elevada continua de Irlanda, con sus pantanos, pistas abruptas y sus grandes y expuestas extensiones de tierra, por lo que la orientación y la comodidad son un desafío si hace mal tiempo. Las recompensas del esfuerzo incluyen vistas —o quizá un desvío— a Lugnaquilla, el pico más alto de Irlanda fuera de Kerry, cascadas, valles ocultos y puertos de montaña. El conjunto monástico paleocristiano de Glendalough (en la foto), bien conservado, con su torre redonda, forma parte de la ruta. Por aquí es fácil ver ciervos y, aunque no se muestra mucho, merece la pena intentar avistar al veloz esmerejón, el halcón más pequeño de Irlanda. La ruta son 127 kilómetros partiendo del pueblo de Clonegal, en el condado de Carlow, y terminando en Marlay Park, en Dublín.Jacques Vandinteren (GETTY images)
Muchos no saben que, a pesar de su formidable tamaño y aspecto, el buey almizclero (‘Ovibos moschatus’) pertenece a la familia de las cabras y las ovejas. Este enorme animal de media tonelada y aspecto prehistórico, vestigio de la última Edad del Hielo, tiene muy malas pulgas y cierta tendencia a cargar contra quien no le cae bien, algo que conviene recordar durante esta ruta que atraviesa Noruega y discurre a los pies del monte Snøhetta (2.286 metros), por el interior del sublime parque nacional Dovrefjell-Sunndalsfjella , recorriendo uno de los más imponentes paisajes montañosos de Europa, en plena tundra ártica, con renos que mordisquean líquenes y un frío penetrante todo el año. Es una caminata de un día que supone una gran aventura y que permite ver de cerca la única especie de buey almizclero de Europa. Comienza en Kongsvold y finaliza en Gronbakken, en un recorrido de 15 kilómetros.Sven-Erik Arndt (Getty Images)
Cuando se habla de las islas Canarias la mayoría de los viajeros piensa en los hoteles y las playas de Tenerife, Lanzarote y Gran Canaria. Pero el archipiélago ofrece innumerables oportunidades para hacer excursiones y descubrir una geografía sorprendente en medio del Atlántico. Una de las mejores discurre por el perímetro de la segunda isla más pequeña, La Gomera: es el GR 132, que se puede recorrer en una semana. Siguiendo la costa en la dirección de las agujas del reloj se pasa por terrenos muy diversos con microclimas variados: desde acantilados hasta antiguos bosques nubosos y valles de palmeras, que en muchas ocasiones están cubiertos de bruma. La sensación que produce es la de estar en una isla olvidada por el tiempo (y por los turistas). Cada etapa acaba en un pueblecito —donde se pueden comprar provisiones y sobre todo agua—, y puede que se vean incluso delfines y ballenas. La ruta completa son 122 kilómetros y podemos realizarla de forma circular, con inicio y final en San Sebastián de La Gomera.Martin Siepmann (Getty Images)
La Baltic Coastal Hiking sigue la costa oriental de este mar casi sin mareas, uniendo dos capitales bálticas, Riga (Letonia) y Tallin (Estonia), cuyos centros históricos han sido declarados patrimonio mundial por la Unesco. Además, desde el 2021 se está extendiendo por la costa lituana. Por el norte, en el tramo estonio, la costa es rocosa y recortada, pero en el sur se suaviza, hasta llegar al increíble istmo de Curlandia, un arenal curvado de casi 100 kilómetros que separa una laguna y el mar. Por el camino se pasa por pueblos de pescadores, por un antiguo asentamiento soviético hoy cerrado y por la parte costera del parque nacional de Ķemeri. La ruta forma parte del Sendero Europeo de Gran Recorrido E9, y quien tenga ganas de más siempre puede seguir por el litoral del mar Báltico, del mar del Norte y del Atlántico hasta el final del recorrido, en el cabo de San Vicente (Portugal). Hay que tomarse su tiempo si se quiere hacer al completo: son 1.390 kilómetros partiendo de Nida, en Lituania, y concluyendo en Tallin.Jekaterina Timofejeva (Getty Images)
A lo largo de la increíblemente bella costa de Cerdeña, el Selvaggio Blu es una excursión exigente de entre cuatro y siete días, con acampada libre en el espectacular golfo de Orosei, modelado por enormes acantilados, cuevas, barrancos boscosos y calas ocultas de cantos blancos y brillantes aguas turquesas. No es una aventura para inexpertos ni para personas poco preparadas: hay que saber usar la brújula y las cuerdas, pues habrá que trepar, superar vías ferratas y rapelar. Una guía es indispensable, salvo si el excursionista tiene mucha experiencia, ya que el camino no está bien señalizado. Si el tiempo lo permite, el mejor momento para emprenderlo es de abril a octubre. Se inicia en Pedra Longa y, tras 45 kilómetros, se finaliza en Cala Sisine.Cavan Images (alamy)
El Estrómboli es como una bestia negra que escupe fuego y furia en medio del mar Tirreno. Este volcán-isla de 924 metros es muy activo y lleva unos 2.000 años entrando en erupción casi de forma continua. Aun así, todavía está permitido subirlo, siempre y cuando sea en una ruta guiada. Las salidas hasta sus flancos cenicientos suelen partir a mediodía o primera hora de la tarde para poder ver la espectacular puesta del sol sobre el mar desde la cima y, también, para apreciar todo el efecto de la pirotecnia magmática al rojo vivo del volcán en el cielo nocturno. El descenso se completa con frontales, bajo la luz de la luna, el brillo de las estrellas y el de las luces de la Italia continental bailando entre las olas. Se parte y se regresa desde el pueblo de Estrómboli, y son apenas ocho kilómetros de ida y vuelta. Una experiencia única.Alamy
Construida por orden del cónsul Apio Claudio el Ciego, al que debe su nombre y quien construyó el primer tramo de 90 kilómetros en el año 312 a.C., la antigua Regina Viarum (reina de las carreteras) de Roma se amplió en el 190 a.C. hasta Bríndisi, en el mar Adriático. La vía que en su tiempo conectaba un imperio aún existe, con sus adoquines marcados por ruedas de carro y pulidos por milenios de pisadas. El primer tramo, en Roma, es un festival de historia antigua: empieza en la Porta de San Sebastiano, del Siglo V, la mayor de las puertas de la muralla Aureliana, y sigue a lo largo de 16 kilómetros hasta el Parco Regionale dell'Appia Antica, un gigantesco museo al aire libre flanqueado por campos y pinares que despierta el fervor arqueológico con sus restos clásicos, mausoleos, tumbas y lápidas. Otros puntos de interés indispensables incluyen la Villa dei Quintili, del siglo II, con sus baños bien conservados, y las cavernosas catacumbas de San Calixto, donde descansan decenas de papas y mártires cristianos.Berengo Gardin (Getty Images)
Siguiendo una antigua calzada romana, la llamada Antica Strada Regina, que antaño unía Milán con Suiza, esta vía verde serpentea por la orilla occidental del lago de Como, en el norte de Italia. Por tranquilas carreteras secundarias, evita las vías más congestionadas junto al lago y pasa por pueblos bellísimos. Empieza en Colonno y avanza hacia el norte bordeando jardines primorosos y pasando cerca de, al menos, dos villas majestuosas: Villa Carlotta y Villa del Balbianello (ambas abiertas al público). Las subidas —pocas— se ven recompensadas con vistas de tejados rojizos y picos alpinos. La ruta está asfaltada y, por lo general, bien señalizada. La mayor parte de sus bonitos pueblos prácticamente se unen entre sí, por lo que uno nunca estará lejos de un café o una ‘gelateria’. Al bajar al lago en Tremezzo, el último tramo bordea la orilla y pasa ante flamantes fachadas de estilo ‘art nouveau’. Son 10 kilómetros bellísimos desde Colonno a Cadenabbia.GETTY images
El Atlántico es el compañero de viaje de esta ruta de 13 etapas que serpentea por los acantilados de la agreste costa suroeste de Portugal. Enmarcada por los pueblos costeros de Sines (al norte) y Lagos (al sur), se adentra en el parque natural do Sudoeste Alentejano e Costa Vicentina, que protege las playas de dunas, los alcornocales, los acantilados escarpados y estratificados y las formaciones rocosas que definen esta remota y poco visitada parte del Algarve. Soñolientas aldeas pesqueras, pueblos con castillos en lo alto de los cerros y 'resorts' surfistas ofrecen una combinación de paz, cultura y acción a lo largo de toda la ruta. ¿Lo mejor? Ver la puesta del sol desde los acantilados del cabo de São Vicente, el punto más meridional del país, apodado “El fin del mundo” por los grandes exploradores que zarparon desde sus costas. Son 226 kilómetros entre São Torpes y Lagos y se conoce como la Rota Vicentina.Getty Images
Pocos paisajes han sido tan moldeados por el vino como el tramo portugués del Valle del Duero, en cuyos flancos montañosos se han construido bancales a lo largo de un sinfín de generaciones. Hace más de dos milenios que en esta tierra se cultiva la uva —un logro reconocido con su inclusión en la lista de patrimonio mundial de la Unesco—. Y, presuntamente, es la la región vitivinícola demarcada más antigua del mundo, delimitada en 1756. Explorarla a pie es un placer, por senderos que pasan entre viñedos y quintas donde parar a catar vinos, durmiendo cada noche en posadas antiguas y mansiones de piedra encalada. Es aconsejable dar una vuelta desde la pequeña localidad ribereña de Pinhão —y hacer una pausa para admirar los bellos azulejos de la estación de tren— en dirección norte, hacia Sabrosa (pueblo natal del navegante Fernando de Magallanes) y Alijó, y después regresar a la orilla del Duero por Vale de Mendiz. La ruta, partiendo y volviendo a Pinhão, son 51 kilómetros.PRG-Estudio (Getty Images)
Este paseo meditativo sigue las huellas de poeta italiano y es una delicia para viajar despacio. Il Cammino di Dante, de 20 etapas, parte de Rávena, en el fértil valle del Po, y atraviesa los Apeninos hasta llegar a Florencia. Sigue los pasos del poeta por Emilia-Romana y Toscana, entre dos ciudades con un gran legado cultural: Rávena, con sus mosaicos bizantinos, donde se exilió el poeta, donde completó su poema épico y donde fue enterrado; y el sueño renacentista que es Florencia, con su Museo Casa di Dante, que mantiene vivo su recuerdo en la casa donde nació. Por el camino nos encontraremos paisajes espléndidos, desde el pueblo medieval de Brisighella, con su fortaleza de ensueño, a las cascadas de Acquacheta que Dante describió como “un solo salto alimentado quizá por mil torrentes”. La ruta, de Rávena a Florencia, supone 395 kilómetros que pueden hacerse en cómodas etapas. En la foto, monumento a Dante en la ciudad de Verona.Olena Znak (Getty Images)
En los Países Bajos hay más kilómetros de canales que en cualquier otra parte el mundo, así que a quien le gusten los caminos de sirga aquí tendrá donde elegir. Una de las mejores zonas para visitar (al menos en lo que a paisaje típicamente neerlandés se refiere) es la zona de Kinderdijk, con molinos de viento a orillas del canal y pólderes que han ganado varias hectáreas de tierras bajas al mar. Hay muchos kilómetros de caminos por explorar: la ruta circular Kinderdijkpad es muy asequible y pasa por molinos, mientras que la Polderhoppen & Vogel Spotten, más larga, se aventura por la verde campiña de Alblasserwaard. Si apetece embarcarse en una ruta aún más larga, se pueden seguir los carriles-bici desde Róterdam. También es una buena excursión de un día si se toma el taxi acuático que sale desde el centro de Róterdam. La ruta circular corta, partiendo (y volviendo) de Kinderdijk, son solo 7,5 kilómetros. La ruta más larga, 17.BSR Agency (Alamy)
Es una de las rutas de senderismo más largas de los Alpes y un compendio de lo mejor de la Austria alpina. Empieza en los montes del Káiser, cerca de la localidad de St. Johann in Tirol, y avanza a lo largo de más de 400 kilómetros para finalizar al pie del Grossglockner (3.798 metros), el pico más alto del país. Se divide en 33 etapas —24 en Tirol del Norte y 9 en Tirol del Este— y casi cruza Austria de norte a sur. Si recorrer los Alpes austriacos despierta fantasías bucólicas al estilo ‘Sonrisas y lágrimas’, conviene tener algo muy claro: hay más de 3.000 metros de ascenso por el Camino del Águila, lo cual ya cansa con solo escribirlo. Si solo apetece ir de ruta un par de días, se puede organizar la excursión por tramos cortos, aprovechando las paradas de autobús y las estaciones de trenes que se cruzan por el itinerario.jjfarquitectos (Getty Images)
La Rheinburgenweg abarca una sexta parte de la longitud del Rin, sin incluir la cabecera del río en Suiza ni su desembocadura en los Países Bajos, pero concentra el que quizá sea su tramo más famoso. El Medio Rin serpentea entre orillas empinadas con viñedos y pueblos antiguos como Boppard y Bacharach. Esta ruta sigue la orilla izquierda, mientras que la más exigente Rheinsteig corre paralela al extremo más alejado. El paisaje, que inspiró a poetas románticos como Heinrich Heine y Lord Byron, queda custodiado en cada etapa por castillos alzados a lo largo de los siglos desde los tiempos de los barones ladrones germánicos. Destaca el pequeño castillo de Pfalzgrafenstein (en la foto), que parece un buque de guerra en medio del río. La ruta completa son 196 kilómetros, partiendo de Rolandsbogen para terminar en Bingen.Ventura Carmona (Gety Images)
Descendiendo entre montes oscuros y retorcidos, el Svínafellsjökull es la gran estrella del parque nacional de Vatnajökull, en Islandia. Este espectacular glaciar contorsionado y agrietado es emisario del imponente Vatnajökull, el casquete glaciar más grande y voluminoso de Europa, con 8.300 kilómetros cuadrados. Los tonos azules y verdes del hielo tienen un cariz surreal ya sea en un oscuro día de invierno o en el resplandor del verano. Es imprescindible un guía para aventurarse por el hielo —y el material necesario (crampones, piolet y casco)—, tanto para una ruta de medio día como para la escalada en hielo. La belleza del glaciar no pasa desapercibida: ha aparecido en la séptima temporada de ‘Juego de tronos’ como la región al norte del Muro. Casi todas las rutas guiadas por el glaciar parten del aparcamiento y el centro de visitantes junto a la carretera 998 (junto a la Ring Road que rodea el país).Feifei Cui-Paoluzzo (Getty Images)
Concebido un siglo después que el Canal du Midi, este canal conecta dos de los grandes ríos de la región francesa de Borgoña: el Yonne (al norte) y el Saône (al sur). Su construcción comenzó en 1777, pero las dificultades de ingeniería y el debate sobre su trazado óptimo retrasaron su finalización hasta 1832, y para entonces el ferrocarril ya había tomado el relevo comercial a los canales. Sus 242 kilómetros desde Migennes a Saint-Jean-de-Losne pueden recorrerse por los caminos de sirga en unos 10 u 11 días, pero su terreno llano y un itinerario bien señalizado hacen que esta ruta larga sea asequible incluso para los senderistas más novatos. Al hallarse en pleno corazón de la región vinícola más famosa de Francia se presta a la cata de buenos vinos y, como se va a pie, no hay que echar a suertes quién conduce.Holger Leue (Getty Images)
Samotracia no es la típica isla griega. Rocosa, montañosa y rural, se alza 1.611 metros sobre el Mediterráneo y es la tercera isla más alta de Grecia después de Creta y Eubea. Su punto más elevado es el monte Sáos, al que los lugareños llaman monte Fengari (la montaña de la Luna), ya que dicen que es tan alto que puede ocultar su luz. La isla ofrece excursiones sencillas como la de las cascadas de Fonias. También se puede ir de excursión a las ruinas del yacimiento arqueológico más famoso de la isla, el Santuario de los Grandes Dioses (en la imagen), un conjunto de templos, santuarios y anfiteatros en ruinas donde se celebraban los Misterios Cabíricos. La estatua de la ‘Niké de Samotracia’, de 2,5 metros de altura, fue hallada en este lugar en 1863. Más conocida como la 'Victoria Alada de Samotracia', es hoy una de las piezas más preciadas del Museo del Louvre de París.Salvator Barki (Getty Images)
Creta cuenta con uno de los cañones más largos de Europa, la garganta de Samaria, que se puede recorrer en un día. La ruta empieza con un marcado descenso al cañón, de unos 600 metros, y a unos seis kilómetros el paisaje se anima, cuando se llega al pueblo abandonado de Samaria y la garganta se estrecha. En un momento dado pasaremos entre las Sideroportes (Puertas de Hierro), unos muros de piedra con una separación de apenas 3,5 metros. Hacia el final, la garganta se abre dando paso a la playa de guijarros de Agia Roumeli, donde darse un baño refrescante en el mar de Libia, para luego reponer fuerzas en alguna taberna junto al mar. Se puede tomar un ferri de vuelta a pueblos más grandes y desde allí continuar en autobús. La ruta por el desfiladero parte de Xyloskalo, cerca de Omalos, y finaliza después de caminar 16 kilómetros en Agia Roumeli.Paul Biris (Getty Images)
Situada entre Malta y Gozo, la isla de Comino atrae a nadadores y aficionados al buceo. Es pequeñita —solo 3,5 kilómetros cuadrados—, está libre de coches y casi deshabitada, salvo por un único hotel. Su gran atractivo es una bahía resguardada, la Blue Lagoon, con deslumbrantes aguas de color zafiro; quizá el viajero la haya visto en postales antes de visitarla. No es raro que en pleno verano la laguna atraiga centenares de yates y barcos de buceo; pero hay muchos más rincones para un chapuzón, más recónditos —si no importa andar—, como las apacibles bahías de Santa Marija y San Niklaw. Y si se visita fuera de julio y agosto, es posible que las aguas de la famosa Blue Lagoon estén relativamente vacías. La ruta es de unos siete kilómetros desde la terminal de ferris Blue Lagoon.Evgenii Parilov (Alamy)