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Los pueblos más irresistibles del Este de Europa

De islas como Sveti Stefan, en la costa de Montenegro, a comunidades rurales en la Transilvania rumana, una ruta por lugares que parecen detenidos en el tiempo

Para muchos, Rovinj es el pueblo más bonito de Croacia. Y también la mayor atracción de la costa de Istria porque, a pesar de los muchos turistas que visitan en verano esta península, y de que no ofrece demasiados puntos concretos de interés, Rovinj tiene muchísimo encanto. Y es que es uno de esos lugares en los que solo apetece pasear por sus calles y rincones, pararse en las pequeñas tiendas de artesanía o tomar un café en alguna de sus placitas. Fue una islita hasta que en 1763 se rellenó el estrecho canal para conectarla con tierra firme. El Stari Grad, el casco antiguo, es la zona más bonita y la que mejor conserva la esencia histórica. Sus empinadas calles y placitas ocupan una península ovalada, presidida por un campanario en su punto más alto. La principal zona residencial de Rovinj se extiende a espaldas del casco viejo por las laderas de las bajas colinas que lo rodean, mientras que los hoteles estilo resort bordean la costa al norte y sur. Cuando el bullicio se apodera del pueblo, podremos escaparnos a alguna de las 14 islas del archipiélago de Rovinj.Getty Images
La bahía de Kotor, en la costa de Montenegro, tiene un aire misterioso. Sus aguas azules y oscuras están protegidas por los montes grisáceos y abruptos que se alzan a pocos metros. Y entre unos y otros, las antiguas casas de piedra de las callejas de Kotor se aferran a la orilla, ocultas tras unas murallas. Es una imagen atemporal: una fusión de acantilados y casas medievales de tonos cálidos. Entre sus murallas, las intrincadas callejuelas están repletas de museos, iglesias, palacios venecianos, picotas y plazas (en la foto, la plaza de Armas) bordeadas de cafeterías. Es un lugar espectacular y encantador donde conviven el pasado y el presente: los adoquines resuenan con las pisadas de los niños que corren a escuelas instaladas en edificios centenarios, de los balcones de hierro forjado cuelga la ropa tendida y cientos de gatos remolonean sobre las losas de mármol. Al caer la noche, las murallas se iluminan y resplandecen. Tras los baluartes, las calles de bares se llenan de música en directo (desde soul hasta serenatas) y las discotecas abren sus puertas en lo alto del castillo.repistu (Getty Images)
De todos los lugares donde podemos detenernos en un viaje por la costa adriática, este es uno de los más extraordinarios; una pequeña isla fortificada ocupada por un puñado casas de piedra del siglo XV, y conectada al continente por un istmo pavimentado que desemboca en una impecable playa de arena rosada, bañada por un mar turquesa cautivador. La isla fue nacionalizada en la década de 1950 y ahora forma parte de un resort de lujo del grupo hotelero Aman, lo que significa que solo está al alcance de unos pocos. Pero contemplarla sale gratis y es el sitio más fotografiado de Montenegro. Sveti Stefan da nombre también al pueblecito costero frente al islote. Desde sus empinadas laderas se puede observar la hermosa isla.Marius Roman (Getty Images)
Desde Praga, la excursión de un día más popular es a Český Krumlov, una pintoresca ciudad declarada patrimonio mundial, que es como una Praga en miniatura. Lo más llamativo es su magnífico casco antiguo, aunque además de disfrutar de estas laberínticas calles hay que dejar algo de tiempo para asomarse a su castillo, en lo alto. Si decicimos dormir aquí, podremos contemplar con detenimiento el encanto medieval de su casco viejo, cenar en alguno de los restaurantes de la ribera del Moldava o tomar algo en sus bares. Y a la mañana siguiente, por qué no, hacer un descenso en rafting por el Moldava, recorrer en bici o a caballo los prados cercanos o visitar otros pueblos de la zona. Cesky es uno de los lugares más bonitos de toda la República Checa. Impresiona especialmente su plaza central, con arquitectura renacentista y barroca. Una curiosidad para amantes del arte contemporáneo: aquí se encuentra el Centro de Arte Egon Schiele, una excelente galería privada dedicada a la obra del controvertido pintor vienés Egon Schiele (1890-1918), que residió en Cesky en 1911 y que provocó la ira de los vecinos al contratar a jovencitas para que posaran desnudas, hasta el punto de que terminó siendo expulsado.JackF (Getty Images)
Frente a la costa dálmata se halla la isla más larga de todo el Adriático, Hvar, que en los últimos tiempos se ha convertido en un destino muy de moda por sus playas y por su clima. Es tal vez el destino costero más lujoso de Croacia, pero además, resulta también recomendable aunque no pongamos un pie en la arena. En verano está inundado de turistas, que pasean entre sus palacios góticos, sus calles peatonales de mármol y sus sinuosos callejones de piedra encerrados en una muralla del siglo XIII. La plaza mayor, rectangular, es impresionante: 4.500 metros cuadrados que ocupan un antiguo entrante de la bahía. Desde lo alto, la fortaleza domina el pueblo y le da un cierto resplandor medieval por la noche. En Hvrar no hay problema para encontrar buenos hoteles, bares y restaurantes, aunque desde luego no saldrá barato. Hay quien prefiere irse a las vecinas islas Pakleni a hacer nudismo pero en realidad hay ofertas para todos.Maremagnum (Getty Images)
La isla de Korcula, con sus abundantes viñas, olivares y pueblecitos, es la sexta más grande del Mediterráneo, con casi 47 kilómetros de largo. Hay tranquilas calas y playitas de arena que salpican la escarpada costa meridional, mientras que al norte es más llana y pedregosa. Pero Korcula es famosa sobre todo por su vino (con fama de ser el mejor de Croacia) y por la conservación de sus tradiciones: aún se ven antiquísimas ceremonias religiosas, música y danzas populares. Y luego está el casco histórico, con imponentes defensas y edificios góticos y renacentistas en sus calles de mármol. El trazado recuerda a una espina de pez, y así por sus calles rectas circula en verano el refrescante viento maestral (del noroeste), mientras que las calles en curva minimizan la fuerza de la bura (el bóreas, viento frío del norte). La ciudad abraza un puerto, dominado por torres defensivas redondas y un compacto conjunto de casas de rojos tejados. Algunas de las mejores experiencias gastronómicas de la isla las encontramos en las tabernas de sus pueblecitos. La isla cuenta con tres puertos principales de ferris, así que es muy fácil llegar desde varios puntos de la costa.Cherrys Picks (Getty Images)
A muy pocos kilómetros de Budapest, este pueblo respira arte por todos sus poros. Muchos creadores han contribuído a ese ambiente especial y lo mismo hay pintores que trabajan con sus caballetes en las calles, que escultores que exponen sus obras a la vista de todo el mundo. Una especie de museo al aire libre. Szentendre (San Andrés, en húngaro) se encuentra en la ruta hacia el meandro del Danubio, aunque carece de la historia imperial y la monumentalidad de Visegrád o Esztergom. Se llega fácilmente en tren (está a solo 20 kilómetros de la capital) y merece la pena por sus museos, galerías e iglesias, aunque se recomienda evitar los fines de semana en verano. En el centro, alrededor de Fő tér (plaza principal), hay muchos cafés y galerías, interesantes iglesias ortodoxas serbias e instalaciones de arte vanguardista como el Art Mill.Bert de Ruiter (alamy)
Anclada en el centro de Albania, Berat es un motivo suficiente para visitar el país. Lo mejor son las casas otomanas que se agrupan en la colina del castillo y que le dan a Berat el sobrenombre de la ciudad de las mil ventanas. Es patrimonio mundial desde 2008 y aunque recibe muchísimos turistas, conserva un ambiente sencillo y mucho encanto. Es uno de esos lugares que tienen magia, sobre todo cuando las nubes se enredan en lo alto de los minaretes. Tras los muros de la fortaleza de la colina que preside Berat, podremos pasear por las calles adoquinadas de Kala, un antiguo pueblecito de casas encaladas. Tarde o temprano encontraremos un patio particular, una iglesia o unas ruinas. Un aliciente extra: en los alrededores hay unas increíbles gargantas en las que se puede hacer rafting.Gert Olsson (alamy)
Es otro de los pueblos con encanto de Albania, también patrimonio mundial. Tiene un aire similar a Berat, con un castillo en lo alto, calles pavimentadas con piedra caliza, imponentes casas con tejado de pizarra y las vistas al valle del Drin. Gjirokastra es una ciudad mágica, que protagonizó la obra Crónica de piedra del escritor albanés Ismail Kadaré. Aunque el lugar lleva ocupado 2.500 años, su mayor atractivo son las 600 casas de época otomana. Una cierta mala fama persigue todavía al castillo medieval, porque sirvió de prisión bajo el régimen comunista. Las vistas del valle son magníficas y en su interior hay dos interesantes museos y montones de ruinas para trepar. Pero lo más atractivo de la arquitectura de Gjirokastra no es ninguna estructura tradicional, sino la más moderna: un gigantesco búnker construido bajo el castillo para refugiar a los dirigentes locales durante la hipotética invasión que obsesionaba al líder comunista Enver Hoxha. Excavado en secreto en la década de 1960, tiene 80 cámaras y su existencia fue desconocida para la población hasta 1990.Gosiek-B (Getty Images)
Este singular pueblo de montaña puede presumir del paisaje más espectacular de Albania. El propio viaje ya es increíble, tanto a pie por la montaña desde Valbona, como en coche por los puertos de Shkodër (en la foto). Cada vez llegan más visitantes hasta Theth para disfrutar de su emplazamiento, en el fondo de un valle entre montes de pizarra, y del parque nacional homónimo, de grandiosos paisajes alpinos y excelentes rutas de senderismo. Era un lugar casi desconocido hasta hace poco, así que mejor visitarlo pronto antes de que pierda su encanto. Una estupenda excursión de medio día desde el pueblo es la ruta hacia el Ojo Azul, piscina natural de aguas turquesas alimentada por una cascada en lo alto de las montañas, al suroeste de Theth. La empinada senda discurre por bosques y montañas, y al final aguarda la recompensa de un chapuzón en sus aguas heladas.Jan Wlodarczyk (alamy)
Este pueblo-fortaleza medieval es uno de los conjuntos más bonitos de Bosnia. Ubicado en una empinada y rocosa ladera, es un laberinto de escaleras que suben entre granados y destartaladas casas techadas con piedra. En 1993 las fuerzas croatas de Bosnia causaron aquí estragos, y la hermosa mezquita de Ají Alija se convirtió en blanco principal de los ataques. El edificio, del siglo XVI, se ha restaurado pero no se han podido recuperar las pinturas que la decoraban. Cerca se alza una torre del reloj otomana de 16 metros, y subiendo la cuesta se llega a una fortaleza parcialmente en ruinas, coronada por la octogonal torre Gavrakapetan. Se puede subir a la torre o guardar las energías para disfrutar de panorámicas aún mejores desde los bastiones más altos de la muralla. Počitelj está 28 kilómetros al sur de Mostar.momo11353 (Getty Images)
La costa búlgara tiene casi 400 kilómetros de litoral en el Mar Negro, con unas cuantas playas escondidas y algunos puertos históricos como Sozopol o Nesebar, en la foto, que presenta dos caras: en temporada alta, cuando se convierte en un enorme mercado de souvenirs, y el resto del año, cuando es prácticamente una ciudad fantasma. Nesebar está en un pequeño saliente rocoso a 37 kilómetros al noreste de Burgas, unida a tierra firme por un delgado istmo artificial. Es famosa por sus numerosas (y en su mayoría ruinosas) iglesias medievales, que le han valido el reconocimiento de la Unesco. A muy pocos kilómetros está la antigua Sozopol, con sus sinuosas calles adoquinadas y casas de madera. Con dos buenas playas y un ambiente agradable, es un centro turístico muy popular, con una intensa actividad cultural en verano. A tres kilómetros al norte de su casco antiguo se alza Sveti Ivan, la mayor isla de Bulgaria, con una larga historia que se remonta a los tiempos de Tracia y Roma, y un monasterio del siglo IV. Se dice que fue en esta isla donde fue enterrado San Juan Bautista.Jan Wlodarczyk (ALAMY)
El oro, la plata y otros 140 minerales procuraron enormes riquezas a Banská Štiavnica, en la agreste Eslovaquia central. Buena parte de la ciudad es patrimonio mundial. Gran parte de su esplendor arquitectónico se concentra en Nám sv Trojice (plaza de la Santísima Trinidad) y sus inmediaciones, en el casco antiguo. Un recorrido por el Castillo Viejo es como una lección de historia; imprescindible subir las crujientes escaleras del campanario gótico. Muchos visitantes vienen solo para ver el Kalvária (calvario) (al fondo de la imagen), lugar de peregrinaje y culmen del barroco eslovaco, que se alza sobre una colina volcánica a dos kilómetros al noreste del casco antiguo.Lubos kovalik (ALAMY)
Uno de los lugares más bonitos de Eslovenia, y de toda Europa, es este pequeño pueblo a orillas de un lago glaciar, y al abrigo de los Alpes Julianos, con las montañas Karavanke como telón de fondo. Su vista más famosa y, seguramente, la más fotografiada, es una pequeña isla en medio del lago (en la foto) presidida por una iglesita, como sacada de un cuento de hadas. Pero además de esta instantánea que todos quieren llevarse de recuerdo, Bled invita a pasear por sus calles para ver sus pequeñas casas y su castillo. Aquí vienen desde parejas en luna de miel hasta mochileros para hacer senderismo, ciclismo, deportes acuáticos y barranquismo. Son obligados el chapuzón en el lago, calentado por unas templadas fuentes termales hasta los 22ºC , y un paseo de seis kilómetros a lo largo de sus orillas. La mejor forma de llegar a la insular iglesia de la Asunción es en pletna (góndola) hasta el lado sur; que deposita a los pasajeros frente a una monumental escalera de 99 peldaños.Francesco Riccardo Iacomino (Getty Images)
Piran es pintoresca y también una de las ciudades más encantadoras de la costa adriática, en el extremo de una estrecha península. Su casco histórico es uno de los mejor conservados del Mediterráneo, una joya de arquitectura gótica, que en verano se convierte en un hervidero de turistas. Pero en cualquier época de año más tranquila resulta difícil no enamorarse de sus callejuelas, sus puestos de pescado y sus atardeceres. Piran se levanta en torno a una plaza oval pavimentada con mármol (en la foto) que fue la dársena interior del puerto hasta que se rellenó en 1894. Ahora congrega al Ayuntamiento, el Palacio de Justicia y la Casa de Tartini, un museo en honor al violinista local Giuseppe Tartini, del siglo XVIII. Para llegar a la catedral hay que subir por una calle empedrada. El templo, barroco, cuenta con un campanario que hace de atalaya perfecta para lograr las mejores fotos de la ciudad.rusm (Getty Images)
Prizren, la ciudad con más encanto de Kosovo, se alza con sus alminares y torres de iglesia en el valle del río Bistrica. Pese al amargo legado de la guerra, hoy es un lugar alegre y dinámico; todos los veranos le aporta un poco de sofisticación internacional el Dokufest, uno de los mejores festivales de cine documental de Europa. El resto del año se puede recorrer su rico patrimonio, con una fortaleza sobre un cerro, mezquitas grandiosas, iglesias y un despliegue de puestos callejeros. En la Costa del Sol (Slânchev Bryag), al otro lado de la bahía, se pueden practicar todo tipo de deportes acuáticos. La ciudad nueva, en el otro extremo del istmo, posee los hoteles más grandes y modernos, y la playa más extensa, pero los puntos de interés se concentran en la parte antigua. En la foto, el puente de piedra de Prizren, que da acceso al casco histórico con la mezquita de Sinan Pasha al fondo.Keren Su/China Span (ALAMY)
Con un impresionante castillo medieval, calles empedradas, verdes colinas y cuidados jardines, este encantador pueblo letón atesora mucha historia: fue fundado hace ocho siglos, como bastión de la Orden de Livonia, en una tierra de indómitos paganos y presenció sangrientas batallas. Aunque es fácil visitarla en el día desde Riga, Cēsis merece una estancia más larga, sobre todo porque la cercanía del parque nacional de Gauja. El castillo de Cēsis son dos en uno: la primera fortificación la componen las lúgubres torres de piedra oscura del antiguo fortín de Wenden, fundado por la Orden de Livonia en 1214 y saqueado en 1577 por el zar ruso Iván IV el Terrible. La otra fortaleza, de aspecto más alegre, es la casa señorial del siglo XVII que fue residencia de unos condes alemanes.Yegorovnick (ALAMY)
Ohrid, con su lago, es el destino más atractivo de Macedonia del Norte. Lo tiene todo para conseguir una foto perfecta y disfrutar de una agradable estancia: un recio castillo medieval, un casco antiguo con callejas de piedra, una basílica con varias cúpulas,Plaošnik, restaurantes tradicionales, cafés y, sobre todo, la visita a la iglesia de Sveti Jovan (en la foto), en el pueblo pesquero de Kaneo, que domina el lago Ohrid y sus populares playas encaramada en un risco. Es el mejor sitio para contemplar, de un vistazo, la bella arquitectura de la ciudad, la tentadora imagen de los bañistas tomando el sol y las distantes barcas de pesca, todo ello enmarcado por el monte Galičica al sureste. Ohrid es lo bastante pequeña como para ver los monumentos rápidamente y pasar un rato mojándonos los pies en su encantadora playa urbana o durante un paseo junto al lago.Sebastian Condrea (Getty Images)
Es como si un trozo de Venecia hubiera llegado flotando, atravesando el Adriático, hasta las bocas de la bahía de Kotor. Su patrimonio desvela el poder que ostentó en otro tiempo. Aunque solo tiene una calle principal, concentra 16 iglesias y 17 grandes palacios. De otros edificios solo quedan las ruinas cubiertas de higueras y buganvillas, con un ambiente encantadoramente enigmático. Pero lo más atractivo de Perast reside en el mar: dos pintorescas islas (Gospa od Skrpjela y San Jorge), cada una con una historia peculiar.Zoonar GmbH (alamy)
En la Baja Silesia, rodeada por las Montañas Doradas, al suroeste de Polonia, Lądek-Zdrój es una de las ciudades balneario más antiguas de Europa. Pero esta villa turística tiene otros encantos: edificios barrocos, renacentistas y neo-renacentistas, el puente gótico o el antiguo manantial de aguas minerales. Es sede del Festival de Cine de Montaña Andrzej Zawada. En la foto, el Ayuntamiento y la plaza del mercado.Piotr Borkowski (alamy)
Dicen que Loket es uno de los secretos mejor guardados de la República Checa. El rey checo y emperador Carlos IV, estuvo preso durante su niñez (en el siglo XIV) en su castillo gótico, pero pese a ello se enamoró de esta maravilla fortificada abrazada por el meandro del río Ohre. Está en medio de los montes de Bohemia Occidental, y visitarla es como viajar a la Edad Media. Su pequeño centro histórico (en la foto) apareció en la película Casino Royale (2006), de la saga James Bond (aunque simulaba ser una villa de Montenegro en la ficción).Kennymax (ALAMY)
Botiza es un pueblo del distrito de Maramures, al norte de Rumania, muy conocido por sus alfombras de lana hechas a mano. Tiene su iglesia y casas típicas de la región, con techos de teja y enormes puertas talladas con ornamentos: soles, lobos dientes y rollos de cuerda para la protección de la familia. Estas características viviendas albergan una comunidad campesina que todavía corta los campos a mano, con guadañas, recolecta el heno con horcas de madera y utiliza los caballos y los carros como principal medio de transporte. Una postal que invita a experimentar un viaje en el tiempo.Peter Adams (Getty Images)
En la región de Transilvania, al norte de Sibiu, encontramos Bazna, una aldea termal creada por sajones transilvanos (comerciantes de origen alemán) en el siglo XIII. Se pueden visitar sus centros termales, conocer su iglesia protestante del siglo XIV, con campanas góticas, y después pararse en su imponente iglesia fortificada, también de estilo gótico, con elementos románicos y murallas de los siglos XV y XVI que originalmente se elevaban hasta los ocho metros (actualmente están rebajadas). El parque de Bazna exhibe un obelisco conmemorativo que honra a los rumanos caídos en la II Guerra Mundial. En la misma zona podemos acercarnos también a Biertan (en la imagen), la más importante de las iglesias fortificadas de Transilvania. Construida entre 1490 y 1516 siguiendo el estilo gótico tardío sajón imperante, con su doble línea de murallas, es uno de los siete templos fundados durante la Edad Media por los sajones transilvanos y declaradas patrimonio mundial por la Unesco. Es uno de los lugares más populares de Transilvania, quizá por su especial significado y su característica arquitectura (forma un recinto protegido inconfundible, tipo granja familiar).Posnov (Getty Images)