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12 maravillas naturales de México

Del Mar de Cortés a las Barrancas del Cobre, desiertos repletos de cactus, selvas tropicales e islas de ensueño para explorar

Todos coinciden en que el mejor lugar para bucear en la península de Baja California es Cabo Pulmo, a 63 kilómetros al noreste de San José del Cabo por la Mex-1: un hervidero de vida que bulle alrededor del único arrecife coralino de la costa oeste de América, declarado en 2005 patrimonio mundial por la Unesco. En este hermoso arrecife se puede ver coral negro, bancos de peces ballesta, atunes claros y huachinangos. Y, según la temporada y las corrientes, también aparecen tiburones martillo, tiburones ballena y mantas. Aquí también encontraremos playas llenas de encanto como Los Arbolitos o La Sirenita. Más información: turismomexico.es/baja-california-surNick Polanszky (Alamy)
Las olas de la costa de Oaxaca, una franja de 550 kilómetros de playas en el Pacífico, se han convertido en uno de los grandes reclamos de esta zona del oeste de México con un litoral de largos y dorados arenales prácticamente vacíos y lagunas llenas de fauna, con una importante zona de cría de tortugas marinas, delfines y ballenas, todo ello en un clima tropical ideal. La actividad en la zona gira alrededor de tres centros principales: la sobria zona de resorts de Huatulco, el grupo de pueblos de playa al sur de Pochutla (muy frecuentados por nudistas o por yoguis) y la despreocupada localidad de Puerto Escondido, puerto pesquero y meca del surf. Esta última tiene algunas de las mejores olas para surfear del mundo y un arenal casi legendario, Zicatela, gracias a la tempestuosa pipeline mexicana, una de las rompientes de playa más impactantes y aterradoras del mundo. Aquí se celebran varias competiciones profesionales de surf al año. Además de Puerto Escondido, en las bahías de Huatulco o los relajados Zipolite, San Agustinillo o Mazunte resulta sencillo disfrutar del sol, comer muy bien o tomar una copa en alguno de los chiringuitos.Mockford & Bonetti (Getty)
En el mundo de los volcanes, el Paricutín es casi un recién nacido: tiene menos de 80 años y surgió de repente en medio de un campo de maíz de Michoacán en 1943. Este es el único volcán cuyo ciclo de vida ha sido enteramente estudiado por los científicos y su ascenso es una de las grandes experiencias de viajar por el oeste del altiplano central mexicano. Resulta fácil ascender hasta el cráter, a unos 420 metros de altura. Algunos sortean las rocas entre campos de lava mientras otros prefieren cabalgar por arena negra antes de desmontar para el asalto final a la cima. Para subir al volcán hay que salir pronto, preferiblemente a caballo, desde Angahuan, la localidad más cercana al volcán, un típico pueblo purépecha. En la bajada se suele visitar la iglesia de San Juan, cubierta por la lava, o más bien su torre y el altar en lo poco que quedó sin sepultar por el volcán. Se necesita ir con un guía experimentado, y se requiere cierta preparación física.Las dos ciudades turísticas más cercanas a Angahuan son Pátzcuaro o Morelia.
Si hablamos de volcanes, hay otros que son palabras mayores. Es el caso del Pico de Orizaba, el nevado techo del país, a más de 5.600 metros sobre el nivel del mar (el más alto de México y el tercero de América del Norte). La cumbre cubierta de nieve de este impresionante volcán durmiente es una tentación para esos que no pueden resistirse a dejar un pico sin coronar, pero no es ningún paseo. El ascenso a la cima está reservado a montañeros expertos, no solo por la altitud, sino por las temperaturas extremas y otras dificultades propias de la alta montaña. Si pese a todo lo intentamos, es imprescindible ir bien equipado, con un guía experto y hacerlo entre octubre y marzo. Desde arriba se contemplan los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl al oeste y el golfo de México al este. También hay senderos menos exigentes en sus laderas. El resto puede subir al Teleférico de Orizaba, desde la estación base junto al río, en la cercana ciudad de Orizaba, hasta la cima del cerro del Borrego (1.240 metros). Desde arriba, hay caminos señalizados y un ecoparque con merenderos. Más información: vivepuebla.mxALFREDO ESTRELLA (Getty)
Un manto de lepidópteros cubre la reserva de la biosfera de la mariposa monarca, el espectáculo natural anual más impresionante de México, y vale la pena programar el viaje para coincidir con él. Entre finales de octubre y marzo, las mariposas monarcas migran hasta México para pasar el invierno lejos de los gélidos Grandes Lagos, entre Canadá y EE UU. A la reserva se llega desde Morelia, la acogedora capital de Michoacán. La reserva se extiende por dos Estados, con dos santuarios en Michoacán (El Rosario y Sierra Chincua) y otros dos en el Estado de México (Cerro Pelón y Piedra Herrada). El Rosario es la zona más visitada y comercial, y desde allí hay una buena caminata hasta llegar a las mariposas. Otra opción es llegar a caballo o acceder desde Cerro Pelón, donde el bosque está mucho mejor conservado. Más información: mariposamonarca.semarnat.gob.mxsylvain cordier (Getty)
La Paz, capital de Baja California del Sur, es una tranquila y agradable ciudad que vive de cara a su malecón. En los alrededores se encuentran también algunas de las playas salvajes más bonitas de México, como la de la bahía de Balandra, a la que se puede acceder en transporte público. No hay muchos turistas, lo que se nota en los precios, mucho más bajos que en Los Cabos. En uno de sus flancos se encuentran la isla de Espíritu Santo, reserva de la biosfera, con farallones donde dormitan los leones marinos y estrechas ensenadas que servían de abrigo a los corsarios holandeses que acosaban a los galeones españoles en la ruta entre Manila (Filipinas) y Acapulco (México). De sus placeres arenosos, donde vive la pintada mazatlánica, una variedad de madreperla, proceden las famosas perlas negras que lucen en algunos retratos los reyes y reinas españoles. Los turistas pueden hoy visitar e incluso acampar en calas de la isla de Espíritu Santo, como Ensenada Grande, donde empresas como Fun Baja montan campamentos ecológicos donde se puede descansar, pasear, nadar, bucear o simplemente mirar las estrellas (Baja California es uno de los mejores lugares para ver el firmamento).Kevin Schafer (Alamy)
El norte de México es pura frontera: enormes desiertos salpicados de cactus, montañas escarpadas y cañones sobrecogedores son las señas de identidad de un paisaje que a todos nos resulta familiar por las películas de oeste. Pero hay un lugar muy especial capaz de atraer a miles de visitantes: las Barrancas del Cobre, con sus vistas de órdago, sus montañas tapiadas de pinos y una fascinante cultura, la de los tarahumaras, para darle aún mayor interés al viaje. Las barrancas son en realidad un laberinto formado por seis profundas gargantas que cubren una superficie cuatro veces mayor que la del Gran Cañón del Colorado. En el fondo de los cañones crecen árboles tropicales mientras que en las cotas más altas predomina la vegetación alpina y, con frecuencia, nieva en invierno. Hay unas cuantas bases para explorar la región. Creel es la ciudad más grande, pero más adentro están Divisadero, Arepo y Cerocahui, todas ellas en la ruta (o cerca) del famoso Chepe, el Ferrocarril Chihuahua-Pacífico. Los Batopilas y Urique están escondidos en lo más profundo del cañón. Las barrancas se pueden recorrer a pie, a caballo o en vehículo de motor. Para llevar la emoción al límite, hay un parque de aventuras donde es posible deslizarse sobre despeñaderos en las tirolinas más espeluznantes del país.Arturo Peña Romano Medina (Getty)
En el Estado de Sonora, al noroeste de México, la naturaleza es de una diversidad formidable, con extraños paisajes y un litoral con hermosas playas que permanecen ajenas al turismo de masas. Allí encontramos rincones curiosos como Puerto Peñasco, apenas un punto de referencia en los mapas hasta 1920, junto a una de las partes más secas del desierto, y que la Ley Seca llenó con una incipiente colonia. A pocos kilómetros de allí se encuentran los paisajes lunares de El Pinacate, uno de los lugares más áridos del planeta. Esta apartada y espectacular reserva, declarada patrimonio mundial, contiene antiguos volcanes erosionados, cráteres gigantescos, campos de lava petrificada, más de 400 conos de escoria y la mayor concentración de dunas de arena activas del continente americano. Aquí consiguen vivir animales como los berrendos (el mamífero terrestre más rápido de América), los borregos cimarrones y los pumas. Estos paisajes son tan extremos, que fueron utilizados como lugar de entrenamiento por los astronautas del proyecto Apolo. Más de 70 kilómetros de pistas de tierra (solo para todoterrenos en algunos tramos) penetran en la reserva. No es fácil recorrerlas: hay que registrarse para subir al volcán cerro de Pinacate, y es necesario ir bien preparado para visitar la zona, ya que, excepto en el centro de visitantes, no hay agua ni electricidad.Jay Pierstorff (Getty)
En 1535, Hernán Cortés recaló en la costa oriental de una árida, espinosa península a la que llamó California en recuerdo de la fabulosa isla de las amazonas que describe el quinto libro de Amadís de Gaula. En lugar del oro y las perlas que buscaba, encontró piedras y cactus. Un siglo después, llegaron los jesuitas para erigir un rosario de misiones unidas por el Camino Real, que unía San Diego con Loreto. En Loreto, para muchos el pueblo más bonito de la Baja, es donde está la misión más antigua, de 1697. Su bahía declarada parque nacional marino, es uno de los mejores sitios para ver ballenas azules y también las ballenas grises que visitan Baja California desde noviembre hasta abril. Centros como Loreto Tours ofrecen desde salidas en kayak y submarinismo hasta excursiones de paddle surf y buceo con tubo por los arrecifes próximos a las islas del Carmen y Coronado. Cerca de Loreto hay maravillas naturales como la sierra de la Giganta, una tentación para los espíritus más aventureros.Darryl Leniuk (Getty)
Hay que pedalear 86 kilómetros desde San Cristóbal de las Casas hasta este emblemático punto de Chiapas, una espectacular fisura situada al norte de Tuxtla Gutiérrez. En 1981 se completó la presa hidroeléctrica de Chicoasén en su extremo septentrional, en el río Grijalva, que fluye a través del cañón, y creó un embalse de 25 kilómetros de largo. La forma más impresionante recorrerlo es en una de las lanchas que navegan veloces entre las altas paredes de piedra. Es una travesía de ida y vuelta de unas dos horas con salida desde Chiapa de Corzo, donde hay cuatro embarcaderos. Por el camino veremos varios tipos de aves y algún cocodrilo, además de curiosas formaciones rocosas, como un acantilado cubierto de musgo con forma de árbol de Navidad (en la foto).Fito Pardo (Getty)
De mediados de mayo a finales de agosto, enormes tiburones ballena de hasta 15 toneladas y 15 metros de largo se concentran en los alrededores de Holbox, en Yucatán, para alimentarse del plancton. La mejor época para ver a “los dominós” (así les llaman los lugareños, por las manchas de su piel) es en julio y agosto, que coincide con la temporada media turística, cuando puede haber una veintena de barcos alrededor de un solo animal. El Fondo Mundial para la Naturaleza trabaja desde 2003 con la comunidad local para desarrollar prácticas responsables en estos encuentros y conseguir un equilibrio entre la explotación económica y la protección de las especies amenazadas. La isla Holbox tiene calles de arena, coloridos edificios caribeños y unas playas de arena tan fina que parece arcilla. El característico color verdoso de sus aguas se debe a la mezcla de las corrientes oceánicas, pero en tierra también se produce otra combinación: la de isleños y turistas deseosos de escapar del alboroto de la más abarrotada Cancún.zstockphotos (Getty)
A la remota reserva de la biosfera de Querétaro se la conoce como la “joya verde” del centro de México. Tiene 15 tipos de vegetación diferentes, por lo que es la zona protegida del país con mayor diversidad: hay bosques nebulosos de altura, desiertos, tierras bajas con jungla tropical, cascadas, cuevas y una fauna y flora entre la que se pueden encontrar jaguares y raras orquídeas o cactus endémicos. En los últimos años se han puesto en marcha varios proyectos de ecoturismo que permiten explorar la reserva con guías locales de los complejos gestionados por las comunidades (con empresas como sierragordaguides.com o sierragordaecotours.com). Los viajeros pueden visitar aldeas con guías, hospedarse en cabañas sencillas o acampar, y participar en todo un abanico de actividades que incluyen caminatas al encuentro de cascadas, rafting, rápel y excursiones en kayak. Muchas comunidades de la región cuentan con talleres de cerámica, remedios naturales, alimentos secos, derivados de la miel y bordados.Ferran Traite (Getty)