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16 aventuras escocesas

Cielos inmensos, naturaleza espectacular y las regiones vírgenes más extensas de Europa Occidental

El verano es la época con más luz y mejor tiempo del año, pero también merece la pena visitar la capital escocesa en temporada baja: contemplar la silueta de la Old Town alfombrada de narcisos contra un cielo primaveral o pasear una mañana de diciembre entre la niebla que envuelve los chapiteles de la Royal Mile para refugiarse después en la calidez que anuncian las iluminadas ventanas de los pubs. En Edimburgo se mezclan todos los ambientes: el medieval del Castillo y la ciudad vieja; la elegancia de las calles georgianas en la New Town, o las aldeas urbanas de Stockbridge y Cramond. Hay que subir a la cima de Arthur’s Seat para contemplar la ciudad desde lo alto e intentar descifrar el código Da Vinci en la misteriosa Rosslyn Chapel.Jonathan Reid (Getty)
A menos de una hora en coche de Glasgow, las orillas y lomas de Loch Lomond conforman el corazón del primer y más importante parque nacional de Escocia (Loch Lomond y Trossachs, en la foto), creado en 2002. Desde el sur, el lago se estrecha hacia el norte hasta convertirse en una especie de fiordo jalonado con riscos de 900 metros. El lago cuenta con 60 islas, casi todas propiedad privada y solo accesibles en barco. La mejor forma de conocer estos paisajes es recorrerlos a pie, un placer pese al viento, los mosquitos y la llovizna. La ruta más popular es el West Highland Way: 155 kilómetros desde Milngavie, cerca de Glasgow, hasta Fort William. Se completa en una semana y culmina a la sombra de su munro (montaña) más alto: el Ben Nevis.Peter Chishol (agefotostock)
En temporada alta (julio y agosto), varias empresas de cruceros salen al encuentro de rorcuales aliblancos y marsopas. Además, el estuario de Moray alberga una población de delfines nariz de botella. También es común el tiburón peregrino, el pez más grande de estas aguas, que puede alcanzar los 12 metros de longitud. Los cruceros zarpan de Tobermory y Easdale, cerca de Oban, y de paso podemos pasear por el pintoresco puerto pesquero de Tobermory, con sus casas de colores. Es un punto perfecto para ver ballenas y delfines (whaledolphintrust.co.uk).Terry Whittaker (agefotostock)
Cada año, el monte más alto de Gran Bretaña atrae a unas miles de personas dispuestas a alcanzar su cumbre. Si uno trata al Ben Nevis, el pico más alto de las islas Británicas (1.345 metros) con respeto y el tiempo lo permite, la recompensa es disfrutar de unas vistas magníficas. La meseta de la cumbre está rodeada por precipicios de 700 metros y su clima es subártico; la cima se nubla nueve de cada 10 días, la visibilidad no llega muchas veces ni a 10 metros y puede nevar cualquier día del año. Conviene saber utilizar el mapa y la brújula para no despistarse. Pese a todo, más de 100.000 personas coronan el Ben Nevis cada año.josef kubes (Getty)
La ciudad más grande de Escocia, atrevida y contemporánea, ofrece una oferta de ocio y una energía que impresiona. Museos y galerías de arte, o descubrir el trabajo de Charles Rennie Mackintosh, el ídolo local. La Charles Rennie Mackintosh Society (crmsociety.com) ofrece información sobre su obra y muchos de sus edificios están abiertos al público. Aunque los edificios victorianos de belleza austera, herencia de su pasado industrial, pueden sugerir seriedad y aburrimiento, Glasgow es, en realidad, una ciudad de vitalidad contagiosa. Cuenta con los pubs más auténticos de Gran Bretaña, la mejor música en directo y es, además, el mejor destino gastronómico de Escocia.Getty
El golf se inventó en Escocia y aquí los campos siguen el modelo clásico. Extensiones verdes en la costa, con rough de brezo y machair (dunas cubiertas de hierba y flores silvestres), donde el principal enemigo del golfista es el viento. La ciudad universitaria de St. Andrews, en Fife, es la capital del golf, junto al mar, y el Old Course (standrews.com) es el campo de golf más antiguo y famoso: aquí se juega desde el siglo XV. Es un campo público pero hay que reservar con meses de antelación. Si no lo logramos, nos podemos apuntar a un circuito guiado para visitarlo. Cerca está la playa de West Sands, famosa por la película ‘Carros de fuego’. Merece la pena el paseo.David Cannon (Getty)
El espíritu melancólico de Escocia inunda el territorio de las Highlands. La carretera costera de Durness a Kyle of Lochalsh, al noroeste, ofrece vistas sensacionales en cada curva: el escarpado paisaje de Assynt (discoverassynt.co.uk), con cumbres aisladas sobre un mar de piedra repleto de lagos diminutos; la belleza desértica de Torridon (en la foto), o los remotos acantilados del cabo Wrath, lo más altos de Gran Bretaña. Si a eso se le suma la hospitalidad de los pubs rurales clásicos, el resultado es uno de los rincones más inolvidables del país.Getty
Paisajes de 'lochs' en cuya superficie azul grisácea se refleja el clima cambiante y bosques centenarios junto a un río con salmones remontando hasta su lugar de nacimiento. Así es el Alto Perthshire, el corazón de Escocia, lleno de pueblos pintorescos, destilerías que emanan aromas de malta y ovejas que pastan en campos de un verde perfecto. Muchos consideran que aquí están los mejores paisajes del Reino Unido, y el río Tay, a su paso por la zona (en la foto, la ciudad de Perth) parece salido de un cuento. Se puede pasera por los bosques que inspiraron a Beatrix Potter sus cuentos infantiles, como por el Hermitage, en las afueras de Dunkeld, camino que discurre sobre las cataratas de Braan, donde en septiembre y octubre se pueden ver a los saltarines salmones.Dennis Barnes (Getty)
El valle más famoso de Escocia combina los rasgos básicos de las Highlands: vistas incomparables y una historia singular. Cuesta creer que entre tanta tranquilidad y belleza se perpetrara la masacre del clan de los MacDonalds en el siglo XVII, hecho que recuerdan todos los escoceses. Algunas de las rutas más bonitas por la zona, como la del Lost Valley (valle perdido), fueron usadas en su huida por los supervivientes, aunque muchos perecieron en la nieve. Hoy es un maravilloso valle de montaña –encantado por aquellos fantasmas–, cuyas cumbres quedan reservadas para montañeros expertos. Para dormir está el Kings House Hotel (kingshousehotel.co.uk), una de las posadas más antiguas de Escocia (del siglo XVII).
La bebida nacional escocesa, cuyo nombre procede del término gaélico 'uisge bagh' (agua de la vida), tiene más de 500 años de historia. Más de 100 destilerías siguen produciendo cientos de variedades de whisky de malta. Aprender a diferenciar las variedades ahumadas y turbosas de Islay (islayinfo.com) de las de Speyside, con aromas de jerez, es un pasatiempo cada vez más extendido, incluso si no te gusta el whisky: muchas destilerías ofrecen visitas guiadas que incluyen observación de aves, marisco para comer más que bien o focas retozonas para fotografiar. En el noroeste también hay rutas que visitan diversas destilerías –como Aberlour, Macallan o Glenfiddich, en la foto– e incluso un festival del whisky cada dos años (spiritofspeyside.com).Kristian Buus (Getty)
Escocia está repleta de castillos, reflejo de la historia turbulenta del país y las tensas relaciones con sus vecinos del sur. La mayoría de ellos guarda leyendas de conspiración, intriga, cautiverio y traiciones, además del fantasma de rigor. Un buen ejemplo es el de Stirling, probablemente el más emblemático, erigido sobre un peñasco volcánico y rival directo del castillo de Edimburgo. Su palacio Real se levantó entre los siglos XIV y XV, y ahora está restaurado, con estancias que son un lujoso despliegue de color donde destacan los tapices de Stirling (en realidad, copias casi exactas, pues los originales están en el MET de Nueva York).David Robertson (agefotostock)
En la costa escocesa hay más de 700 islas, de las cuales un centenar están habitadas. Una red de ferris circula entre ellas y las conecta con tierra, ofreciendo opciones fascinantes para su exploración. Aunque la inmensa mayoría de los turistas visita las más grandes y famosas –Arran, Skye, Mull o Lewis–, los lugares más hermosos están en las más pequeñas y desconocidas, como Iona (hermosa, tranquila y con una abadía espectacular) o Eigg (en la foto), la más enigmática de las Islas Menores, con su montaña en miniatura, la cueva de la Masacre y sus arenas cantarinas (isleofeigg.net). Y en Jura, salvaje, indómita y con más ciervos que habitantes, George Orwell escribió su obra maestra, ‘1984’.Lizzie Shepherd (agefotostock)
Las comunidades de aves marinas de las Shetland son las más llamativas de Escocia. Desde su llegada a finales de primavera hasta sus frenéticos festines en pleno verano, las enormes colonias de alcatraces, araos aliblancos, frailecillos y gaviotas tridáctilas de Hermaness, Noss y el cabo Sumburgh ofrecen una de las mejores experiencias ornitológicas. Las Shetland, parada de especies migratorias del Ártico, están declaradas geoparque por la Unesco y tienen un aspecto desalentador a primera vista, por eso son tan escocesas: colinas empinadas, lagos de aguas celestes y ovejas en las carreteras. Hay reservas y refugios naturales para la observación (rspb.org.uk).Getty
Escocia está llena de carreteras que acaban en lugares remotos hacen sentir al viajero que los descubre rincones por primera vez. Por ejemplo, el Jardín botánico de Benmore, instalado en un pliegue de los montes centrales de la península de Cowal, que se tiñe de vivos colores en primavera y verano. O el Glen Clova, el valle más bello de Angus, oculto en el parque nacional de Cairngorms. 32 kilómetros idílicos donde hallaremos el Clen Clova Hotel (clova.com), una antigua posada de pastores donde alejarse del mundanal ruido. Ni siquiera hay cobertura de móvil.Getty
Los paisajes de Escocia albergan escenarios naturales tan alucinantes como el Old Man de la isla de Hoy, un esbelto peñasco de basalto que alcanza los 50 metros de altura. O las cataratas de Measach, las más imponentes de Escocia. Caen desde 45 metros de altura en la estrecha y profunda garganta de Corrieshaloch y un puente colgante permite cruzarla y asomarnos a un mirador, cerca de Ullapoll.Derek Croucher (Getty)