Tatel, primero, pan y aceite

Dos conocidos empresarios, Abel Matutes júnior y Manuel Campos, acaban de inaugurar en Madrid el restaurante Tatel con el respaldo emocional de tres grandes figuras: Rafa Nadal, Pau Gasol y Enrique Iglesias. En el ánimo de sus promotores figura el deseo de convertirse en un estandarte de la gastronomía española con objeto de replicar el modelo fuera. Como responsables de la animación ambiental figuran dos empresas del mismo grupo, el hiperbólico hotel Ushuaïa de Ibiza y el elegante Blue Marlin Ibiza, que aportan su experiencia a la zona de barra, el comedor y la terraza.

De entrada, tod...

Dos conocidos empresarios, Abel Matutes júnior y Manuel Campos, acaban de inaugurar en Madrid el restaurante Tatel con el respaldo emocional de tres grandes figuras: Rafa Nadal, Pau Gasol y Enrique Iglesias. En el ánimo de sus promotores figura el deseo de convertirse en un estandarte de la gastronomía española con objeto de replicar el modelo fuera. Como responsables de la animación ambiental figuran dos empresas del mismo grupo, el hiperbólico hotel Ushuaïa de Ibiza y el elegante Blue Marlin Ibiza, que aportan su experiencia a la zona de barra, el comedor y la terraza.

De entrada, todo incita a pensar que se trata de un ejercicio de mercadotecnia sin demasiado interés por la cocina. Sin embargo, sus planteamientos son más serios de lo esperable. Bajo la asesoría del cocinero Nino Redruello (Las Tortillas de Gabino, La Gabinoteca) y la ayuda de Patxi Zumárraga, la casa enarbola una carta de recetas tradicionales interpretadas con criterios modernos. Aciertos sonados, fallos esporádicos y algunas propuestas que se apartan de sus directrices.

Tras la bandeja de pan con tomate y aceite, que constituye una declaración de intenciones, siguen raciones bien presentadas, pero desiguales. Correctas las croquetas, sabrosos los boquerones al ajillo, vistosa, pero mejorable, la ensaladilla, muy jugosa la tortilla de patatas, y magnífico el salmorejo. La primera decepción llega con unos chanquetes reblandecidos con huevos. ¿Alevines clandestinos o pescaditos chinos importados? En cualquier caso, algo inapropiado. Entre los arroces y pastas, un gran arroz seco con gambas de punto espléndido, pero con intenso fondo amargo que obliga a pensar en pimentón requemado durante el sofrito.

Con los platos importantes los contrastes se mantienen. Delicados los tacos de merluza rebozados, equilibrado el steak tartar de solomillo y excelente el rape a la parrilla. Agrada la milanesa de ternera con huevo y trufa de verano, y resultan impresentables unos desaboridos chipirones a la parrilla.

Los postres no juegan en la misma liga. Se salvan las natillas con merengue y el mango asado. Tanto el arroz con leche como la tarta de chocolate, la torrija y la tarta de limón necesitan una revisión urgente. En la lista de vinos, marcas interesantes a precios elevados. A medida que avanza el turno de noche con los decibelios ya desbocados, la música en vivo con vocalistas de nivel alterna con las escogidas mezclas de los disc jockeys.

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