Editorial

Bolsonaro vs. Lula

El presidente de Brasil cercena el programa Bolsa Familia, una de las iniciativas más eficaces de lucha contra la miseria

Vendedores callejeros en Río de Janeiro (Brasil). Antonio Lacerda (EFE)

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, está cercenando una de las iniciativas más eficaces de lucha contra la pobreza en la historia de la economía mundial. El programa Bolsa Familia, implantado en 2003 durante el primer año del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, ha sido un factor muy importante para conseguir que un total de 30 millones de personas hayan ido en estos años abandonando la miseria y mejorado su situación material y social así como aumentado las expectativas de sus hijos.

Pero a pesar de su retórica nacionalista y de sus constantes declaraciones de anteponer el inter...

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El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, está cercenando una de las iniciativas más eficaces de lucha contra la pobreza en la historia de la economía mundial. El programa Bolsa Familia, implantado en 2003 durante el primer año del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, ha sido un factor muy importante para conseguir que un total de 30 millones de personas hayan ido en estos años abandonando la miseria y mejorado su situación material y social así como aumentado las expectativas de sus hijos.

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Pero a pesar de su retórica nacionalista y de sus constantes declaraciones de anteponer el interés de los brasileños a cualquier otra cosa, lo cierto es que los fondos dedicados por Bolsonaro a Bolsa Familia se han desplomado en lo que en la práctica supone el estrangulamiento del proyecto. En la actualidad, unos cinco millones de personas estarían en situación legal de acceder al exitoso programa antimiseria, pero el Gobierno ha anunciado ahora que apenas llegan al medio millón. El noreste del país, donde el expresidente Lula goza de gran popularidad, es la zona más afectada.

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Además, el mandatario brasileño ha anunciado una ley que permitirá la explotación de recursos en tierras indígenas protegidas. Esto incluye minería, extracción de petróleo y gas y la construcción de hidroeléctricas. El proyecto también prevé que se permita la exploración de tierras de los indígenas para turismo, agricultura, ganadería o industria forestal. Bolsonaro está obligado a respetar la Constitución brasileña, que protege el derecho de los indígenas a mantener sus modos de vida, algo que parece complicado de acuerdo con su proyecto.

El presidente dice que pretende transformar Brasil, pero la gran transformación en la que debería centrarse su país es la que pusieron en pie Gobiernos anteriores: sacar a millones de personas de la pobreza y facilitarles una existencia digna. Este es el punto crucial por el que Brasil ha generado en las últimas décadas admiración en todo el mundo y que Bolsonaro parece desdeñar.

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